La emigración en Mojácar como consecuencia del caciquismo


..

CLEMENTE FLORES

TRAS LA MATANZA de el 11 junio 1881 en los espartales de Khalfallad, el país entero quedó impresionado y, como suele suceder, aunque en un primer momento se sintió solidario, un instante después todo adquirió otro ritmo y color cuando los políticos debían asumir algún tipo de responsabilidad. Veamos.

Antes de que acabase junio, llegaron a Almería los buques Numancia, con 350 repatriados, y Victoria, con otros 425 pasajeros igualmente repatriados. Muchos volvieron por sus medios huyendo. Oficialmente hubo 117 mojaqueros repatriados entre los que estaban Francisco Vizcaíno, Diego Carmona, Salvador Vizcaíno, Juana Flores, su marido Felipe García (que había parido tres hijos) y Esteban Flores.

¿Cuál fue la reacción oficial? A los sucesivos gobiernos españoles la emigración no les había hecho nunca perder el sueño. Sólo a partir de 1849 aparece la legislación española en materia migratoria y arranca obligando a obtener un salvoconducto estatal, cosa que nadie cumplía, a los que emigrasen a Argelia. Tras los luctuosos sucesos de Khalfallad la Gaceta de Madrid publicó el 22 julio 1881:

“Los tristísimos acontecimientos de la vecina costa de África donde han perdido vidas y haciendas compatriotas nuestros, víctimas de salvajes hordas mahometanas, no puede menos de llamar la atención del Gobierno de V.M. hacia los perjuicios que origina la emigración creciente de una parte de la población española que lleva a las playas extranjeras precioso contingente de inteligencia, de esfuerzos y de brazos capaces de abrirse más seguro porvenir cultivando el suelo de la patria. Agentes de empresas particulares fomentan la emigración, halagando el espíritu tradicionalmente aventurero de nuestro pueblo, que, a impulso de la necesidad, olvida el hogar en que vive y la tierra que le vio nacer.

“… en provincias que dan mayor número de emigrantes, Almería, Alicante y Valencia, permanecen sin cultivo regiones extensas por falta de brazos.

“… Al estudiar las causas de la emigración ha surgido siempre en la mente de los pensadores la idea del mejor reparto de la población española, y los gobiernos que se han ocupado de problema tan importante, si no lo han resuelto le han prestado al menos cuanta atención era compatible con los medios que podían disponer… Quizás los pasados inconvenientes se expliquen por la carencia de libertad religiosa, hoy consignada en nuestro código fundamental, y la cual permite concebir mejores y más prósperas esperanzas para el futuro.

“… obligación es de los Consejeros Responsables, en vista de sucesos desconsoladores, que V.M. tanto deplora, reunir, anteceder y combinar todos los esfuerzos para encontrar remedio a semejantes males.

“… No cabe duda de que el mal es complejo, resultado de causas difíciles de apreciar y las más veces conocido solamente por sus tristes consecuencias. Estudiarlo para procurar los medios de contenerlo, será siempre empresa civilizadora, y feliz la Nación si consigue que se le devuelvan sus propios hijos logrando que se dediquen a la agricultura, a las numerosas industrias del siglo en que vivimos, a desarrollar los elementos poderosos de riqueza que faltan hoy en gran parte de la Península.

“… Fundado en estas razones, el ministro que suscribe considera indispensable la cooperación de personas entendidas, a las cuales se encomiende que estudien tan vital problema y que propongan los medios de resolverlo… Y en vista de lo que antecede tiene la honra de someter a la aprobación de SM el adjunto proyecto de decreto”. Real Sitio de San Ildefonso. 18 julio 1881. José Luis Alboreda.

Y el ministro como solución al problema de la emigración -lo veremos en el R.D. que sigue- opta por la solución tomada con la mayor celeridad, y tan inútil como repetida, de crear una comisión ad hoc:

“Conformándome con lo propuesto por el Ministro de Fomento vengo a decretar lo siguiente:

Artículo 1º. Se crea en Madrid una Comisión especial, bajo la Presidencia del Ministerio de Fomento, encargada de estudiar los medios de contener en lo posible la emigración por medio del desarrollo del trabajo.

Artículo 2º. La Comisión procederá con urgencia a abrir las informaciones que juzgue necesarias para formular su dictamen, y todas las dependencias del Estado le suministrarán los datos que necesite para el cumplimiento de su misión. Dado en el Real Sitio de San Ildefonso a 18 de Julio de 1881”.

Nada mejor para ‘redondear’ un decreto que una REAL ORDEN CIRCULAR.

“… La abundancia y baratura del trabajo en ciertas regiones de España, la esterilidad y pobreza del suelo en otras, el legítimo deseo del obrero de mejorar su posición, la halagüeña esperanza de hacer fortuna y hasta la influencia siempre ejercida por los éxitos ajenos, han sido las causas principales a que pueden atribuirse este movimiento de nuestra población industrial y agrícola hacia países extraños, en los cuales creen tener asegurado un rico porvenir. Mas por desgracia, en muchísimos casos estas ilusiones se desvanecen pronto, porque las naciones donde la inmigración afluye carecen de estabilidad política y económica, las crisis se suceden y se convierten en los conflictos, las empresas quiebran, los brazos abundan, el trabajo falta y el obrero español se encuentra lejos de su patria, ante la realidad de la vida con todas sus miserias, y por único remedio clamando al cielo para que el Gobierno le tienda una mano protectora y le devuelva al suelo natal, que abandonó seducido por falaces promesas o engañosos desvaríos…

“… faltaría a sus más elementales deberes de previsión, si al propio tiempo no cuidare dentro del estricto límite de las leyes de evitar que sigan nuestros nacionales desertando del suelo patrio, para empeorar su situación y marchar a una segura ruina.

“Caídos en desuso los antiguos procedimientos restrictivos para dificultar la emigración y consagrada en nuestros preceptos legales el principio de libertad que el obrero tiene de buscar el sustento donde su voluntad lo lleve… donde se dirige la corriente de la emigración española y ver si puede encauzarle en los límites del propio suelo, o dirigirlos a nuestras posesiones ultramarinas tan faltas por desgracia de brazos para sus explotaciones agrícolas o industriales; sumando así fuerzas a la producción nacional que de otra suerte esparcidos en el exterior se pierden para la patria”.

Para conocer con toda realidad, dicen, la actual situación de emigrantes españoles en los diversos países extranjeros, el Duque de Tetuán envía al Cuerpo Diplomático y Consular de África y América un cuestionario-encuesta que deja a las claras la ignorancia y la despreocupación del gobierno sobre el problema. Preguntas como ¿De qué provincias vienen? ¿Si pueden realizar economías? ¿Cuánto ganan y cuánto gastan? ¿Si hay muchos ricos? ¿Si poseen suelo? ¿Si tienen tiendas? ¿Si tienen cajas de ahorro? Etc…

Como casi siempre poco solucionó el gobierno para quitar el hambre. Ni siquiera desgracias como la de Khalfallad frenaron la emigración reactivada luego por la epidemia de cólera de 1884-85 y las sequías y hambrunas del quinquenio 1877-

1882. No puede extrañar que el poeta ciego de Garrucha dijera, “mu bajo” sobre los emigrantes, “Este probe obrero /¿Qué tiene qu´agraecele, / ni a Dios, ni a su pueblo /ni al Rey, ni a su padre?”.

El medico mojaquero D. Ginés Carrillo, tan ligado a muchos de los personajes citados en esta serie, recogió así sus impresiones a primeros de siglo: “Otros más aventureros emigraban a Oran embarcándose y dando bandazos en el vaporcito de marras denominado “El Numancia” y allí se dedicaban al desmonte de matorrales, para convertir éstos en tierras de cultivo, y a esta faena la titulaban ‘Las Matas’… con este alejamiento y la perspectiva de otro mundo tan distinto a la miseria de su pueblo, no es extraño que algunos no volviesen más a él, abandonando sus familias y a los que así procedían les daban el calificativo de marqueses y así se acababan transformando en moros auténticos”.

Los mojaqueros siguieron emigrando muchos años. En Mojácar la población de 1887 alcanza los 5.635 habitantes, pero, según nuestros cálculos, entre los años 1869 y 1887 habían emigrado 2.070 personas, es decir, un 36.73 % de los nacidos aquí. El siglo acaba con una tremenda sangría poblacional, pues la población total del municipio disminuye hasta alcanzar la cifra de 5.617 habitantes.

Caciques y emigrantes son dos caras de la historia de mi pueblo, forman parte de ella y por eso todos aparecen de la historia que he contado.