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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
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En el paredón aparece el primero de los purgados: Nicolás Redondo. No le han dado tiempo y forma para defenderse. No le han servido de nada aquellos años de lucha ante las amenazas de Eta a los socialistas vascos, sí como los años de militancia de él y de su familia.
El ¡fuego! de Pedro ha resonado en cientos, miles de oídos de viejos militantes de aquel PSOE histórico, que olvidó derivas y luchas de lejanos tiempos y se dispuso a modernizar este país pensando en el futuro a partir del 78, con todos los errores que se puedan achacar, pero nunca mirando, ni buscando el pasado que nos dividía. Nicolás Redondo, hijo, ha dejado de ser militante de su partido de siempre, ha caído ante las balas ¿amigas? de los que hasta ayer eran sus compañeros de ideas. Pero los fusiles de los chicos del P-esebre S-anchista siguen cargados y dispuestos a seguir con su trabajo, que no es otro que liberar a su líder, el gran Pedro, de todas las voces de su partido que le puedan molestar en su intento de llegar de nuevo a la Moncloa.
Los nuevos disidentes, aquellos que se están atreviendo a llevar la contraria a los actuales postulados socialistas del líder, están a la espera de que les pongan ante ese paredón donde ha caído el compañero Redondo, y que suene de nuevo la voz de Pedro: "¡Fuego!" para que ellos sean víctimas de la cacería que está llevando a cabo la dirección del Partido Socialista convertido hoy en el P-esebre de S-ánchez.
En los calabozos de las redes sociales los propios apesebrados, conformistas, resignados, pancistas de Sánchez están pidiendo que suenen de nuevo los fusiles en el amanecer del nuevo partido contra los que fueron sus líderes en el pasado más cercano, y que, en ese paredón inaugurado por Redondo hijo, caigan los Felipe, Guerra, Sevillano, Laborda, Matilde y todos aquellos que siguen pensando que este país que nos dimos entre todos en el 78, llamado aún España (con todos los errores que ustedes quieran), es más importante que obtener el siempre efímero poder que otorga el seguir unos años más en la Moncloa. Pienso en tantos amigos como creo tener, supongo que cada vez menos dentro del PSOE almeriense, y me gustaría que algunos de esos nombres estuvieran defendiendo lo que han hecho en estos días los que fueron sus líderes de los años ochenta y noventa. Me parece que me voy a quedar con las ganas. Algunos te lo dicen, pero no se atreven a saltar a la arena, le temen a esa grey de cobardes que se esconden en la red, que no dan sus nombres, que no se exponen, pero que piden que los lleven al paredón donde ha caído el hijo de aquel líder socialista que tuvo los “huevos”, vale, pongan “ous”, de convocarle una huelga general al entonces invicto e intocable Felipe González y nadie lo pusiera, como le ha ocurrido a su hijo, ante el pelotón de la expulsión.
Los entiendo, y hasta intento comprenderlos, pero creo que no estamos en tiempos de esconder la cabeza. Ellos serán tan culpables de lo que le suceda a nuestro país en el futuro con ese líder llamado Pedro al que apoyan con sus silencios. Sus nombres no serán recordados, la historia de lo que será España, no sé si para bien o para mal, no los tendrá en cuenta. Bien que lo siento. Me gustaría tener algún socialista almeriense al que recordar por su lucha a favor de aquella constitución que entre todos nos dimos en el año 78, y que aseguran los historiadores que la pusieron en manos de los nacionalistas e independentistas.
Debo ser un iluso.
El ¡fuego! de Pedro ha resonado en cientos, miles de oídos de viejos militantes de aquel PSOE histórico, que olvidó derivas y luchas de lejanos tiempos y se dispuso a modernizar este país pensando en el futuro a partir del 78, con todos los errores que se puedan achacar, pero nunca mirando, ni buscando el pasado que nos dividía. Nicolás Redondo, hijo, ha dejado de ser militante de su partido de siempre, ha caído ante las balas ¿amigas? de los que hasta ayer eran sus compañeros de ideas. Pero los fusiles de los chicos del P-esebre S-anchista siguen cargados y dispuestos a seguir con su trabajo, que no es otro que liberar a su líder, el gran Pedro, de todas las voces de su partido que le puedan molestar en su intento de llegar de nuevo a la Moncloa.
Los nuevos disidentes, aquellos que se están atreviendo a llevar la contraria a los actuales postulados socialistas del líder, están a la espera de que les pongan ante ese paredón donde ha caído el compañero Redondo, y que suene de nuevo la voz de Pedro: "¡Fuego!" para que ellos sean víctimas de la cacería que está llevando a cabo la dirección del Partido Socialista convertido hoy en el P-esebre de S-ánchez.
En los calabozos de las redes sociales los propios apesebrados, conformistas, resignados, pancistas de Sánchez están pidiendo que suenen de nuevo los fusiles en el amanecer del nuevo partido contra los que fueron sus líderes en el pasado más cercano, y que, en ese paredón inaugurado por Redondo hijo, caigan los Felipe, Guerra, Sevillano, Laborda, Matilde y todos aquellos que siguen pensando que este país que nos dimos entre todos en el 78, llamado aún España (con todos los errores que ustedes quieran), es más importante que obtener el siempre efímero poder que otorga el seguir unos años más en la Moncloa. Pienso en tantos amigos como creo tener, supongo que cada vez menos dentro del PSOE almeriense, y me gustaría que algunos de esos nombres estuvieran defendiendo lo que han hecho en estos días los que fueron sus líderes de los años ochenta y noventa. Me parece que me voy a quedar con las ganas. Algunos te lo dicen, pero no se atreven a saltar a la arena, le temen a esa grey de cobardes que se esconden en la red, que no dan sus nombres, que no se exponen, pero que piden que los lleven al paredón donde ha caído el hijo de aquel líder socialista que tuvo los “huevos”, vale, pongan “ous”, de convocarle una huelga general al entonces invicto e intocable Felipe González y nadie lo pusiera, como le ha ocurrido a su hijo, ante el pelotón de la expulsión.
Los entiendo, y hasta intento comprenderlos, pero creo que no estamos en tiempos de esconder la cabeza. Ellos serán tan culpables de lo que le suceda a nuestro país en el futuro con ese líder llamado Pedro al que apoyan con sus silencios. Sus nombres no serán recordados, la historia de lo que será España, no sé si para bien o para mal, no los tendrá en cuenta. Bien que lo siento. Me gustaría tener algún socialista almeriense al que recordar por su lucha a favor de aquella constitución que entre todos nos dimos en el año 78, y que aseguran los historiadores que la pusieron en manos de los nacionalistas e independentistas.
Debo ser un iluso.