El dios abandonado


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

Los españoles tradicionalmente nos fijamos en las cosas que de verdad importan, en lugar de prestar atención a las fruslerías sin relevancia, como las investiduras de los presidentes o de los emperadores, que en realidad solo les interesan a ellos.

La magnitud de la importancia de los actores suele venir dada por los emolumentos que las sociedades respectivas les otorgan. Solo hay que comparar la retribución de un Presidente de la Real Federación de Fútbol Española con la de un Presidente del Gobierno, para saber quién es de verdad importante en este país.

El caso del caído Presidente de la RFEF, señor Rubiales, es paradigmático de los mecanismos y ruedecillas que sostienen el poder. Como en un cuento breve, en unos pocos días tenemos al descubierto algunas de las fórmulas secretas y misteriosos artificios del poder, de cualquier poder, de sus fortalezas y de sus debilidades.

Rubiales, mono de laboratorio en este caso, gañán impresentable siempre, nos muestra estos entresijos del alma humana. Cual Calígula de pueblo está siendo escarnecido en su caída con la misma vileza con la que fue adulado cuando era sumo sacerdote de esa cosa tan importante que es el fútbol en España.

Todo lo soez del personaje lo ha puesto de relieve él mismo. Hasta ese momento nadie objetó nada a su maravillosa y lucrativa gestión.

No ha habido, mientras tenía poder, el mínimo reproche social a sus negocios saudíes con su amigo “Gerry” Piqué. Las cifras son escandalosas, pero a poca gente escandalizaron. El personaje, a la sazón, era Presidente porque heredó, siendo vicepresidente, el puesto del anterior Presidente, caído por diversas corrupciones que tampoco a nadie le interesan.

La Fortuna muy a menudo sin embargo ciega a aquellos a los que quiere perder, y él ha labrado sin ayuda de nadie su destino de Icaro provinciano, cegado por su propio poder y por su falta de autocontrol.

Quizá desconocía que en la representación que ostentaba y en los usos de la diplomacia no se consideran de buen gusto los gestos de primate ante el mundo.

Lo relevante en este caso no es el castigo del hecho en sí de besar impulsivamente a una jugadora en particular, por la euforia del momento antes bien que, como él mismo dice, por el deseo y la lujuria inexistente, sabiendo que no está el horno para estos bollos, sino el proceso de estos mecanismos de derribo de una figura, por su brevedad y claridad. Así funciona el poder.

El señor Rubiales lleno de testosterona y de santa indignación dijo en caliente que el “piquito” era consentido y los que ven otra cosa, son tontos del culo y gilipollas. Echando así más leña al fuego. Algún consejero le sugirió una leve rectificación y solicitud de video-perdón. Un perdón falso sin propósito de enmienda ni dolor de corazón. Más leña al fuego.

A su llegada a la madre patria, y visto que una gran cantidad de de instituciones se ven impelidas a sacrificarlo de no irse por las buenas, convoca a la reunión de los presidentes de federaciones provinciales, guardia pretoriana formada, entrenada y pagada por las arcas federativas, o sea, por él mismo. Su grey acude con la esperanza del anuncio previo de su posible dimisión, lo que significaría la salvación de esos esbirros de su escolta.

En un giro teatral y dramático de los hechos, los compromisarios de su régimen, cuando anuncia por sorpresa lo contrario, aplauden sus palabras por inercia mientras ya van dándose cuenta de que su presidente lo que quiere es incendiar el barco y quemar los botes salvavidas. Promete más dinero al entrenador y cuatro años de contrato, Y abandona el foro.

Cuando el suicidio inducido no se ha consumado y ha derribado las columnas del salón, con todos los filisteos, abandona a sus compadres a su suerte, como Hitler abandonó al VI Ejército en Stalingrado.

Y viene lo curioso: desde ese momento todo el mundo busca salir de entre los escombros de nuestro Sansón. Y no tardan ni dos días en convertir las cañas en lanzas. A mí todo esto me recuerda al final del Tercer Reich, sin nadie que asuma nada que no sea su incierto destino a partir de ahora.

El toque celtibérico lo pone la señora madre del Presidente, que se refugia en sagrado para iniciar una huelga de hambre. Como si fuera del I.R.A..

Aprendan de esta provechosa enseñanza todos los que se ven atraídos por las luces del poder. De cualquier poder: Presidentes de Gobierno, Presidentes de Comunidades de Propietarios, Encargados de Obra o Aparcacoches.