¿Cómo te ha ido en la feria?


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Si es la del mediodía ¡qué calor! Rota tengo la muñeca de tanto darle al abanico. Y las calles sin toldos, y los chiringuitos sin ventiladores. ¡María, Diego de mis sudores! ¿qué ha pasado este año con los toldos? ¿Y con los farolillos en el Paseo? Tiene bemoles que los únicos vistos sean en la acera de La dulce Alianza.

Si es la de la noche, mucho ambiente en la calle del infierno, algo de aburrimiento en la del apartado de casetas.

El vino de Los dos maños, como siempre, seguiremos en próximas ediciones iniciando el viaje con una visita y la lógica degustación de su Cariñena.

Lo del pincho del moro este año no ha dejado buen sabor de boca. La cerveza no estaba todo lo fría que se espera, pero se pasaba, en lo que al pincho se refiere, le debe ocurrir como al cambio climático, que ha cambiado, y estaba dura la carne, algo seca, le faltaba el agua que estaba cayendo en el norte de nuestra provincia. Y en Níjar les quedan a los regantes dos semanas de agua para sus campos.

¡Vivan los políticos! Ellos a solucionar los problemas de los ciudadanos. Eso dicen, pero se queda en palabras. Solo palabras.

No las han cambiado, las sillas de la caseta de IU, ¿o es de Sumar? Siguen como en su primer año. Las tortillas sí, este año son de Mercadona. Beso a los amigos de cada año, deseos de que el próximo sigamos bien, con las mismas sillas y mesas, y a seguir la aventura de la noche de feria.

El Trinquete, trincao, como cada año, y con un guarda jurado en la puerta, en el que hay que destacar una porra que ya la quisiera “el Nacho” de las películas para adultos. Pasamos de largo, daba miedo aquella porra.

Javier, el hijo de mi amigo Javi ¡pintor, que pintas con amor! cantaba, embaucaba, y hacía cantar, saltar, brincar y bailar con fervor y entrega a toda una caseta dispuesta a disfrutar con su música y su forma de vivir sobre el escenario de La Pita. Este chico es un portento dicen los amigos, lo mejor es que es una buena persona, dice su padre.

Si analizamos la feria de la noche por este rato, solo puedo decir que lo disfrutamos. Y no están los cuerpos para la calle del infierno. ¿Y el resto? Cierto aburrimiento, pocas casetas, vacías a partir de la una de la madrugada, algunas incluso a las doce. Total, churros, chocolate, cola para el taxi y vuelta al Torreluz, había que descasar.

¡A la del mediodía!

¡Calor, calor y más calor! Cada cerveza que entraba en el cuerpo nos hacía sudar un poco más, el abanico se nos quedaba pequeño y la muñeca empezaba a dar muestras de cansancio. Pero ahí seguíamos, buscando la sombra, allí donde la hubiera, esperando los toldos de Diego Sudores que este año no se han visto. De lo que no podemos acusar a don Diego es del cambio climático, ha sudado tanto como los demás almerienses.

De los chiringuitos visitados los de los beatos los mejores. ¡Alabados sean! Y, en cuanto al concurso del arroz, de los tres catados, el de La Estrella se llevó la palma. ¡Qué rico! En el de la Soledad-La Cena destacar que los “boladillos de bacalao” estaban de premio, el arroz estaba bien, se podía comer, pero no era para tirar cohetes. En la terraza del Torreluz tenían unos fideos con pescao que hablaban con las alturas, me acordé de don Fernando, el vice de la Diputación, por aquello de hablar con las alturas. ¿El arroz del Torreluz? Si les parece, el próximo año lo comentamos. En este eran los fideos los reyes.

El punto y final a la feria de la tarde, como se pueden imaginar, tiene un espacio y una bebida, el kiosco Amalia y su americano de verano. Y hasta el año que viene, que será otro, y es de esperar que se subsanen farolillos, toldos y la sensación de tristeza en la que sumen ustedes, señores políticos, a la ciudad a partir de las cinco de la tarde.

No son valientes estos líderes del Ayuntamiento, no se atreven a que el centro de Almería, de noche, tenga su propia feria, aquella que los viejos recuerdan, tienen miedo a que el recinto de la Vega se quede vacío, y camino de que eso ocurra, con sus miedos y errores, lográndolo están.

Hala, María, hasta el año que viene; adiós, Diego.