¡Patinetes contra bicicletas!


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

En un tiempo los hombres luchaban contra los caballos que trotaban o galopaban por medio de aquellas calles de tierra, donde de vez en cuando alguien gritaba ¡agua va! Y agua bajaba.

Años después hubo que luchar contra los carros y aquellos látigos que con dureza caían sobre los lomos de los caballos. Llegaron las bicicletas haciéndose los ciclistas dueños de los primeros pavimentos, de las aceras y de todo lo que estaba a su alcance, con ellas aparecieron las motocicletas, hasta llegar a los coches y sus desenfrenadas velocidades que iban arrinconando a los ciudadanos en las cada vez menos seguras y estrechas aceras. No podíamos seguir con esa guerra entre el hombre y la máquina, en la que la velocidad aumentaba en la segunda y descendía la seguridad del primero, había que parar y pensar en el futuro del hombre y de la máquina. Y como para eso tenemos a los sesudos políticos, estos se pusieron a hablar.

¿Pensaron? Algo debieron pensar, y de aquellas tormentas de ideas que fueron soltando sus mentes nacieron entre otros los carriles bicis. Invento que se ha extendido por todas las ciudades del mundo, sean necesarios o no donde se ubican, sirvan o no para los Martínez Oliver almerienses.

Los coches y las motos tenían su asfalto para circular, los peatones sus aceras para pasear y las bicicletas sus carriles por donde discurrir. Aquella noche, tras la rueda de prensa, la foto y la copa de vino de la Ribera del Andarax, los políticos durmieron toda la noche de un tirón. Ni una sola vez se levantaron a hacer pipí, y eso que a los mayores las próstatas ya les estaba dando noches de angustia.

Pero el diablo, que dicen tiene rabo para fastidiar y no para de idear historias para su entretenimiento, dicen que fue el que inventó el “patinete eléctrico”.

Puñetero diablo, se dijeron los políticos cuando conocieron el invento que venía a crearles un nuevo problema. ¡A qué viene ahora lo del “patinete eléctrico!"

Los políticos no habían pensado en él, no habían caído en sus necesidades, y de pronto los de a pie nos encontramos con una nueva lucha en nuestras calles, y en este caso concreto en los llamados “carriles bicis”. Intentaron los patines hacerse con las aceras, esas por donde pasea el personal, pero se encontraron con unos ciudadanos que no estaban dispuestos a perder su espacio y se enfrentaron a patinetes y patinadores.

Algún encontronazo, alguna desgracia que contar ente peatones y patinetes, y los políticos se volvieron a poner a pensar. ¿Otra vez? Sí, otra vez. Cada vez que los políticos anunciaban tormenta de ideas los ciudadanos se echaban a temblar. ¿Con qué nos saldrán ahora, se preguntaban en bares y tertulias?

Por ahora las tormentas de ideas de los políticos no han dado con una solución que satisfaga a las partes en conflicto, se les han debido secar las entendederas a los padres de la patria chica, y los Martínez Oliver almerienses se ven a bocados a luchar por sus carriles bicis con los patinadores y sus patinetes.

¿Y cómo está discurriendo el problema?

Que se sepa, por las encuestas realizadas por la empresa “Michabola”, con sede en la capital almeriense, los Oliver están perdiendo la partida. Los patinetes los están sacando de quicio, los están volviendo locos.

Los sufridores peatones, los que hemos visto como nos toreaban unos y otros durante años, contemplamos desde la barrera de nuestra acera la lidia entre patines y bicicletas. Estamos como el diablo, pasándolo de maravilla, pero sin rabo, ojo, sin rabo.