La gata Milagros ya tiene derechos y obligaciones


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Durante una época me dediqué a ponerle nombre a mis gatos. A la más guapa de mis gatas, la del Manto de la Virgen (por cierto, al cabo de algunos años me ha nacido otra casi igual. Guapa y casquivana, se lleva a los gatos de cabeza) le puse el nombre de “la senadora” por el empaque que tenía la gata, y lo hice en recuerdo de una amiga muy querida, Mar Agüero, senadora ella por aquellos años y mujer de “rompe y rasga”.

Era guapa mi senadora, la gata, y no la operé.

Al gato molón, el que mandaba en la camada en el cortijo, el jefe del clan La Siesta, el que se llevaba de calle a las gatas, le puse el nombre de “Martín Soler”, eran los tiempos en los que don Martín hacía y deshacía dentro y fuera del Partido Socialista. Ahora me cuentan que sigue mandando, que en Aguamarga y alrededores del Parque Natural, el señor Soler tiene concentrando su gran poder político y económico. ¿Y lo ejerce con mano férrea, como hizo en su tiempo en el PSOE?

El que tuvo, retuvo y guardó para la vejez, ¿verdad, Martín?

En estos tiempos de guerra por las tierras de Ucrania (creo que Pedro Sánchez iba a mandar para que se defiendan los ucranianos, ya que dijo que armas de defensa nada de nada, -al final el caballero ha rectificado-, miles de neceseres con lápices de labios, polveras para las ojeras, tijeritas para cortarse las cutículas, cortaúñas -para lo que su propio nombre indica-, maletines de la señorita Pepis, sin olvidar el rímel para los bellos ojos de las, los y les ucranianos) son doce los felinos a los que en casa les compramos pienso, más los que vienen a darse una vuelta, comer, beber y si alguna gata se deja, un ratico de refocilo en pareja que nunca les viene mal.

A la gata Milagros la han operado sin su permiso. Ramón, ¿eso no será maltrato animal?

¿Alguna protectora de animales tiene algo que decir?

Creo demostrado mi cariño y mi compromiso con los gatos. Pero no les he pedido un carnet de identidad, ni solicitado papeles para ellos en el Ayuntamiento del pueblo, como han hecho en la capital. Milagros, que así se llama la gata, es el primer felino al que el joven Ramón, le ha dado papeles oficiales de que existe, con derechos y con obligaciones.

¿Derechos? ¿Y el de ser madre?

La gata Milagros no podrá dar de mamar a sus gatitos. ¿No la estaremos castigando, no es un maltrato que ella no ha pedido? Muchos papeles oficiales, fotos en la prensa, pero no podrá ser gata madre.

Los derechos de mis gatos es hacer lo que les da la gana en el cortijo, con cierto cabreo a veces cuando se pasan de castaño oscuro. No puedo regañarles, no me lo permite mi Isolina, que ha tomado el papel de “madre de gatos”, y los defiende hasta con la escopeta de perdigones cuando hace al caso.

Yo intento decirles a los míos cuales son sus derechos (que no hace falta que lo haga, ya se los toman ellos) y sus obligaciones. Obligaciones…te miran con cara de no entenderte y cómo te descuides un segundo, gamba desaparecida. Creo que deberían hacernos unos cursillos a los que tenemos gatos en casa (pero que no los hagan los sindicatos, no son de fiar), el alcalde Ramón podía ser el profesor, y que nos enseñe a poder entendernos con ellos.

Saben lo que no me agrada, que a la gata Milagros, a la que Ramón Fernández Pacheco le ha dado papeles oficiales de que existe, no podrá ser madre. La han operado. ¡Pobreta! Le han arrebatado la gran ilusión de ser madre. El amamantar a sus gatillos. Y eso creo que es un derecho que no se debería quitar a ninguna gata. Muchos papeles, mucho nombre bonito, pero Milagros está operada, Milagros no podrá ser mamá. Mis gatas disfrutan de la vida, gozan de sus retoños, se pasan horas dándoles de mamar y ronronean entorno a los gatos.

Reivindico los derechos de la gata Milagros a ser mamá.

Ramón, ¿no os estaréis comportando como maltratadores de gatas? No lo has pensado por lo que veo. Si no lo hacéis ¿de qué derechos habláis que tiene esa gata a la que llamáis Milagros?