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PABLO REQUENA*
“Ramón en positivo” es una de esas expresiones absurdas repetida estos días en boca de los palmeros locales del PP para hacer ver que su candidato a la Alcaldía —aunque lleva de alcalde tres años, nunca se ha presentado anteriormente a unas elecciones— es una persona que rechaza la negatividad, el pesimismo, o lo que para él viene a ser lo mismo, las críticas de la oposición; todo lo que no sea alabar su gloriosa e inmaculada gestión política, sin duda es parte de ese “catastrofismo” (sic) que PSOE, Ciudadanos o IU emplean con malas artes para llegar a la Alcaldía. Y oiga: hay quien compra ese discurso tan rancio como dadaísta.
Hablo así porque en el pasado debate electoral entre los candidatos de los cuatro partidos representados en el Ayuntamiento de Almería, el señor Fernández-Pacheco (más conocido como Ramón si nos hallamos en periodo electoral) dijo, como 187 veces, eso de que todos son unos catastrofistas menos él; que él y sólo él habla “en positivo” de Almería, mientras el resto se dedica a hablar mal de nuestra tierra. ¡Qué malos son mis adversarios políticos; sólo yo quiero a Almería!
En fin; que si el candidato de Ciudadanos le sacaba algún titular de la prensa local con frases literales de algunos portavoces de asociaciones que velan por el patrimonio cultural cuando denunciaban, literalmente, que «La situación de la muralla de la Alcazaba es una metáfora del abandono de todo el patrimonio almeriense», Ramón sonreía cual Louis Van Gaal en una rueda de prensa para decir aquello de “tú siempre negativo, nunca positivo”. Una célebre expresión que, por cierto, es perfectamente aplicable al candidato pepero; sólo hay que intercambiar de sitio los adjetivos. Y eso que el señor Cazorla no llegó a sacar ese otro titular donde el portavoz de Amigos de la Alcazaba afirma que «En 40 años de democracia ni el Ayuntamiento ni la Junta apenas han vuelto su mirada a las murallas almerienses», u otros donde José Campoy, de ‘La Chanca a mucha honra’, recuerda que el PP llevaba en 2015 el arreglo de la cueva de la Campsa, o denunciaba el torreón de más mil años declarado BIC y atravesado por una tubería de mierda o, para los optimistas, de aguas fecales. No me cabe duda de que el señor Fernández-Pacheco no tardaría ni un segundo en tildar estas frases de “catastrofistas” o “pesimistas”, así como a todo aquel que ose recordar cómo se encuentra de insalubre el Barranco Caballar, o los infectos solares tercermundistas a los pies de la Alcazaba… Pero oye, que se ha derribado un mamotreto en el cerro de San Cristóbal (ya sólo quedan taitantos derribos); por tanto, en esa lógica demencial del candidato del PP, ya no hay lugar a la crítica, por Dios, malditos catastrofistas, pesimismas y negativistas.
O, si la candidata socialista (que, dicho sea de paso, está haciendo parecer a Pérez Navas el mejor candidato de la historia del PSOE) mostraba un listado con las condenas judiciales que suponen pagos millonarios para el Ayuntamiento, Ramón volvía a poner cara de polo positivo y a negar con la cabeza, como si acaso no fuéramos todos y cada uno de los almerienses los que, finalmente, vamos a pagar esos fallos judiciales por culpa sus fallos políticos. Y, si la candidata de IU mostraba imágenes de rincones de la ciudad llenos de basura de todo tipo, incluyendo espacios del casco histórico y junto al principal monumento de la ciudad, Ramón volvía a sonreír. ¡Siempre positivo, nunca negativo, pesimistas!
No sólo se habló de limpieza o patrimonio histórico en ese debate. También hubo hueco para el urbanismo (ni una palabra de la entrada de la UDEF en la misma concejalía que el bueno de Ramón dirigiera no hace tanto tiempo, y eso que el asunto salió durante el debate), así como para hablar de barrios almerienses donde, en 2019, aún carecen de red de saneamiento, como en la Almadraba de Monteleva, o donde soportan graves deficiencias de iluminación, como en Cuevas de los Medina. ¡Mira que os gusta —venía a responder Fernández-Pacheco— hablar mal de Almería! ¡Vivimos en la mejor ciudad del mundo! —añadía— y el que diga lo contrario no se merece la Alcaldía! Y mientras tanto, tampoco hay lugar para criticar que llevemos con un PGOU reformulado 823 veces desde 1998, o que hayamos estado hablando cuatro años del Puerto-Ciudad y no haya un alma en toda Almería capaz de comprender, exactamente, cómo y cuándo se va a terminar sustanciando. Las aguas fecales siguen discurriendo por la desembocadura de la Rambla, perfumando con fragancia intestinal esa zona del centro; la limpieza en barrios como Los Molinos o El Zapillo todavía brilla por su ausencia; cada vez se tarda más en contestar a los requerimientos del Defensor del Pueblo (ya vamos por más de 130 días de tardanza y subiendo); y proliferan las quejas ante el deficitario servicio de transporte público, pero que a nadie se le ocurra mencionarlo en voz alta, no vaya a ser que pase inmediatamente a formar parte del club de los catastrofistas que no quieren a Ramón Van Gaal otros cuatro años sosteniendo(se) el bastón de mando.
* Pablo Requena es periodista adscrito al Área de Comunicación del C's de la Diputación Provincial de Almería.
Hablo así porque en el pasado debate electoral entre los candidatos de los cuatro partidos representados en el Ayuntamiento de Almería, el señor Fernández-Pacheco (más conocido como Ramón si nos hallamos en periodo electoral) dijo, como 187 veces, eso de que todos son unos catastrofistas menos él; que él y sólo él habla “en positivo” de Almería, mientras el resto se dedica a hablar mal de nuestra tierra. ¡Qué malos son mis adversarios políticos; sólo yo quiero a Almería!
En fin; que si el candidato de Ciudadanos le sacaba algún titular de la prensa local con frases literales de algunos portavoces de asociaciones que velan por el patrimonio cultural cuando denunciaban, literalmente, que «La situación de la muralla de la Alcazaba es una metáfora del abandono de todo el patrimonio almeriense», Ramón sonreía cual Louis Van Gaal en una rueda de prensa para decir aquello de “tú siempre negativo, nunca positivo”. Una célebre expresión que, por cierto, es perfectamente aplicable al candidato pepero; sólo hay que intercambiar de sitio los adjetivos. Y eso que el señor Cazorla no llegó a sacar ese otro titular donde el portavoz de Amigos de la Alcazaba afirma que «En 40 años de democracia ni el Ayuntamiento ni la Junta apenas han vuelto su mirada a las murallas almerienses», u otros donde José Campoy, de ‘La Chanca a mucha honra’, recuerda que el PP llevaba en 2015 el arreglo de la cueva de la Campsa, o denunciaba el torreón de más mil años declarado BIC y atravesado por una tubería de mierda o, para los optimistas, de aguas fecales. No me cabe duda de que el señor Fernández-Pacheco no tardaría ni un segundo en tildar estas frases de “catastrofistas” o “pesimistas”, así como a todo aquel que ose recordar cómo se encuentra de insalubre el Barranco Caballar, o los infectos solares tercermundistas a los pies de la Alcazaba… Pero oye, que se ha derribado un mamotreto en el cerro de San Cristóbal (ya sólo quedan taitantos derribos); por tanto, en esa lógica demencial del candidato del PP, ya no hay lugar a la crítica, por Dios, malditos catastrofistas, pesimismas y negativistas.
O, si la candidata socialista (que, dicho sea de paso, está haciendo parecer a Pérez Navas el mejor candidato de la historia del PSOE) mostraba un listado con las condenas judiciales que suponen pagos millonarios para el Ayuntamiento, Ramón volvía a poner cara de polo positivo y a negar con la cabeza, como si acaso no fuéramos todos y cada uno de los almerienses los que, finalmente, vamos a pagar esos fallos judiciales por culpa sus fallos políticos. Y, si la candidata de IU mostraba imágenes de rincones de la ciudad llenos de basura de todo tipo, incluyendo espacios del casco histórico y junto al principal monumento de la ciudad, Ramón volvía a sonreír. ¡Siempre positivo, nunca negativo, pesimistas!
No sólo se habló de limpieza o patrimonio histórico en ese debate. También hubo hueco para el urbanismo (ni una palabra de la entrada de la UDEF en la misma concejalía que el bueno de Ramón dirigiera no hace tanto tiempo, y eso que el asunto salió durante el debate), así como para hablar de barrios almerienses donde, en 2019, aún carecen de red de saneamiento, como en la Almadraba de Monteleva, o donde soportan graves deficiencias de iluminación, como en Cuevas de los Medina. ¡Mira que os gusta —venía a responder Fernández-Pacheco— hablar mal de Almería! ¡Vivimos en la mejor ciudad del mundo! —añadía— y el que diga lo contrario no se merece la Alcaldía! Y mientras tanto, tampoco hay lugar para criticar que llevemos con un PGOU reformulado 823 veces desde 1998, o que hayamos estado hablando cuatro años del Puerto-Ciudad y no haya un alma en toda Almería capaz de comprender, exactamente, cómo y cuándo se va a terminar sustanciando. Las aguas fecales siguen discurriendo por la desembocadura de la Rambla, perfumando con fragancia intestinal esa zona del centro; la limpieza en barrios como Los Molinos o El Zapillo todavía brilla por su ausencia; cada vez se tarda más en contestar a los requerimientos del Defensor del Pueblo (ya vamos por más de 130 días de tardanza y subiendo); y proliferan las quejas ante el deficitario servicio de transporte público, pero que a nadie se le ocurra mencionarlo en voz alta, no vaya a ser que pase inmediatamente a formar parte del club de los catastrofistas que no quieren a Ramón Van Gaal otros cuatro años sosteniendo(se) el bastón de mando.
* Pablo Requena es periodista adscrito al Área de Comunicación del C's de la Diputación Provincial de Almería.