En realidad, nuestro verdadero hecho diferencial respecto a cántabros y asturianos no es otro que aquellos gozan de sendas Comunidades Autónomas Uniprovinciales. Mientras tanto, nosotros somos un mero apéndice periférico de otra Comunidad Autónoma, de cuyo núcleo nos separa tanto una gran distancia física como una no menor distancia histórica, económica, cultural y sentimental. Frente a la cicatería del Ministerio de Fomento, Almería no cuenta con peso político para presionar en Madrid. La forma de articular el territorio por la que se ha optado en España es la de hacer llegar acompasadamente las nuevas infraestructuras a todas las Comunidades Autónomas. Y el Gobierno Central argumenta que Andalucía no puede quejarse, pues fue la primera en tener AVE, allá por un lejano 1992. Si a uno de sus rincones se va a eternizar su llegada, ello no es más que como consecuencia de un manifiesto error de diseño del mapa autonómico
Almería, transportes e infraestructuras de otra época. // Fotogracía: Steve Brandon |
MARIO LÓPEZ
El siglo XXI avanza ya hacia su tercera década y el aislamiento de Almería de las redes de transporte nacionales e internacionales se agrava. Mientras las infraestructuras ferroviarias, portuarias y logísticas van llegando lentamente hasta los últimos rincones de España, aquí seguimos estancados en la nada más absoluta. Sin embargo, paralelamente, la economía almeriense se desempeña con una vitalidad y una brillantez sin parangón en nuestro entorno.
La respuesta a esta contradicción es obvia: Almería crece a pesar de su aislamiento, y crecería mucho más a poco que los grandes factores que la limitan pudieran ser mitigados. Si Almería recibiese una mínima atención por parte de las Administraciones Públicas, ello redundaría en el conjunto del país. ¿Por qué, entonces, se perpetúan la marginación y la discriminación?
Vamos a ceñir este análisis al ámbito ferroviario, pues la implantación de líneas de altas prestaciones se ha convertido en los últimos años en el paradigma del esfuerzo inversor en infraestructuras. En particular, nos centramos en la tan ansiada conexión ferroviaria con Murcia.
El proyecto lleva más de cuatro años sin que se haya ejecutado obra alguna, y la tramitación administrativa de los numerosos tramos pendientes avanza a paso de tortuga, de la misma tortuga a la que el Ministerio de Fomento culpabiliza del enésimo retraso. Cabe preguntarse el porqué de este monumental desprecio estatal a nuestra provincia.
Para encontrar la respuesta, basta acudir al estudio de otros casos similares al nuestro. A fecha de julio de 2016, y según datos del INE, Cantabria tenía 581.769 habitantes. Asturias, por su parte, contaba con 1.037.601. A medio camino entre ambas, la población de Almería ascendía a 698.625 habitantes. Es decir, tenemos tres provincias de un rango similar y con posiciones geográficas muy parecidas, en lo que respecta a su distancia a la capital del Estado, y a tratarse de finales de trayecto, no puntos intermedios hacia otros destinos. Pues bien, el AVE a Asturias está prácticamente ejecutado, e incluso los propios trenes están ya a punto de ser adquiridos. Por su parte, la línea de altas prestaciones hasta Santander acaba de recibir recientemente un gran espaldarazo y, aunque aún no haya fecha de llegada, ha quedado bastante encarrilada.
En realidad, nuestro verdadero hecho diferencial respecto a cántabros y asturianos no es otro que aquellos gozan de sendas Comunidades Autónomas Uniprovinciales. Mientras tanto, nosotros somos un mero apéndice periférico de otra Comunidad Autónoma, de cuyo núcleo nos separa tanto una gran distancia física como una no menor distancia histórica, económica, cultural y sentimental. Frente a la cicatería del Ministerio de Fomento, Almería no cuenta con peso político para presionar en Madrid. La forma de articular el territorio por la que se ha optado en España es la de hacer llegar acompasadamente las nuevas infraestructuras a todas las Comunidades Autónomas. Y el Gobierno Central argumenta que Andalucía no puede quejarse, pues fue la primera en tener AVE, allá por un lejano 1992. Si a uno de sus rincones se va a eternizar su llegada, ello no es más que como consecuencia de un manifiesto error de diseño del mapa autonómico.
Con todo, esta anomalía podría ser corregida por parte de la propia Comunidad Autónoma afectada... siempre que hubiera voluntad para ello. Y no, esa voluntad ni está ni se le espera. Más bien al contrario. La apuesta inequívoca de Andalucía ha sido, es y será, la del Corredor Central (Francia-Madrid-Algeciras) frente al Corredor Mediterráneo (Francia-Valencia-Almería).
Es sintomática la ausencia de representantes políticos andaluces en muchas de las cumbres autonómicas en demanda de más inversiones para el citado Corredor Mediterráneo. Los intereses (legítimos) de Andalucía son contrapuestos a los de Almería. Su vertebración es a través del valle del Guadalquivir. La nuestra, a través del Levante. La historia se repite. Hace ya 32 años la Junta de Andalucía cerró la línea férrea Guadix-Almendricos (línea del Almanzora), cortando la única conexión Sur-Levante, mientras que mantuvo abierta una doble conexión Andalucía-Extremadura.
Como suele escucharse en las películas de mafiosos: «no es nada personal, son sólo negocios». Sólo que nuestro negocio no es el suyo.
La respuesta a esta contradicción es obvia: Almería crece a pesar de su aislamiento, y crecería mucho más a poco que los grandes factores que la limitan pudieran ser mitigados. Si Almería recibiese una mínima atención por parte de las Administraciones Públicas, ello redundaría en el conjunto del país. ¿Por qué, entonces, se perpetúan la marginación y la discriminación?
Vamos a ceñir este análisis al ámbito ferroviario, pues la implantación de líneas de altas prestaciones se ha convertido en los últimos años en el paradigma del esfuerzo inversor en infraestructuras. En particular, nos centramos en la tan ansiada conexión ferroviaria con Murcia.
El proyecto lleva más de cuatro años sin que se haya ejecutado obra alguna, y la tramitación administrativa de los numerosos tramos pendientes avanza a paso de tortuga, de la misma tortuga a la que el Ministerio de Fomento culpabiliza del enésimo retraso. Cabe preguntarse el porqué de este monumental desprecio estatal a nuestra provincia.
Para encontrar la respuesta, basta acudir al estudio de otros casos similares al nuestro. A fecha de julio de 2016, y según datos del INE, Cantabria tenía 581.769 habitantes. Asturias, por su parte, contaba con 1.037.601. A medio camino entre ambas, la población de Almería ascendía a 698.625 habitantes. Es decir, tenemos tres provincias de un rango similar y con posiciones geográficas muy parecidas, en lo que respecta a su distancia a la capital del Estado, y a tratarse de finales de trayecto, no puntos intermedios hacia otros destinos. Pues bien, el AVE a Asturias está prácticamente ejecutado, e incluso los propios trenes están ya a punto de ser adquiridos. Por su parte, la línea de altas prestaciones hasta Santander acaba de recibir recientemente un gran espaldarazo y, aunque aún no haya fecha de llegada, ha quedado bastante encarrilada.
En realidad, nuestro verdadero hecho diferencial respecto a cántabros y asturianos no es otro que aquellos gozan de sendas Comunidades Autónomas Uniprovinciales. Mientras tanto, nosotros somos un mero apéndice periférico de otra Comunidad Autónoma, de cuyo núcleo nos separa tanto una gran distancia física como una no menor distancia histórica, económica, cultural y sentimental. Frente a la cicatería del Ministerio de Fomento, Almería no cuenta con peso político para presionar en Madrid. La forma de articular el territorio por la que se ha optado en España es la de hacer llegar acompasadamente las nuevas infraestructuras a todas las Comunidades Autónomas. Y el Gobierno Central argumenta que Andalucía no puede quejarse, pues fue la primera en tener AVE, allá por un lejano 1992. Si a uno de sus rincones se va a eternizar su llegada, ello no es más que como consecuencia de un manifiesto error de diseño del mapa autonómico.
Con todo, esta anomalía podría ser corregida por parte de la propia Comunidad Autónoma afectada... siempre que hubiera voluntad para ello. Y no, esa voluntad ni está ni se le espera. Más bien al contrario. La apuesta inequívoca de Andalucía ha sido, es y será, la del Corredor Central (Francia-Madrid-Algeciras) frente al Corredor Mediterráneo (Francia-Valencia-Almería).
Es sintomática la ausencia de representantes políticos andaluces en muchas de las cumbres autonómicas en demanda de más inversiones para el citado Corredor Mediterráneo. Los intereses (legítimos) de Andalucía son contrapuestos a los de Almería. Su vertebración es a través del valle del Guadalquivir. La nuestra, a través del Levante. La historia se repite. Hace ya 32 años la Junta de Andalucía cerró la línea férrea Guadix-Almendricos (línea del Almanzora), cortando la única conexión Sur-Levante, mientras que mantuvo abierta una doble conexión Andalucía-Extremadura.
Como suele escucharse en las películas de mafiosos: «no es nada personal, son sólo negocios». Sólo que nuestro negocio no es el suyo.