Almería Defensa Animal

Pese a lo limitado de sus medios, esta protectora abderitana acoge y atiende a más de un centenar de animales abandonados cada año


Voluntarios de Almería Defensa Animal.

MAR F. FELICES / 02·07·2016

Suena el teléfono, y la voz al otro extremo relata cómo una joven galga ha sido atropellada y se encuentra tendida sobre el asfalto, o cómo una camada de cachorros recién nacidos lloriquea en el interior de un contenedor de basura. En otras ocasiones, habla de un mestizo de podenco que cuelga por el cuello de alguna pared, o, simplemente, de esa perrita que recuerda lejanamente a una collie y que lleva un par de días dando vueltas por este o aquel barrio.

Ese teléfono, tan poco dado a las buenas noticias, es el que atienden los 365 días del año los cinco voluntarios de Almería Defensa Animal (ADA), una modesta asociación que nació en 2006 con el propósito de rescatar a una serie de animales que se encontraban en mal estado en la perrera municipal de Adra, y que, en la actualidad, acoge y atiende a un centenar de perros cada año.

Ese es el caso de Sanero, un cachorro mestizo de siete meses que fue hallado por una voluntaria de la protectora el pasado 25 de abril en las inmediaciones de unos invernaderos. Cuando lo encontraron, Sanero presentaba importantes laceraciones en el cuello y la axila izquierda, como resultado de haber estado amarrado fuertemente con una cuerda que estuvo a punto de seccionarle la yugular.

La atención veterinaria fue crucial para salvar su vida, pero también supuso un importante esfuerzo para los miembros de la asociación quienes, además de volcarse en su cuidado, sufragaron de su bolsillo gran parte de la operación quirúrgica y posterior tratamiento. El resto, nos cuentan insistiendo en su gratitud, lo aportaron una serie de donantes —muchos de ellos, alemanes— , gracias a los cuales Sanero ya se está recuperando y podría disponer muy pronto de un hogar.

Desafortunadamente, lamenta Mayte Pintor, una de las cinco voluntarias de la protectora, la falta de recursos económicos y humanos les impide atender a más de 15 animales al mismo tiempo. De hecho, incide, si no fuese por las donaciones que realizan mensualmente los pocos socios de ADA, ni siquiera eso sería posible.

Diez estancias para los animales, un cuarto lazareto y 15 casas de acogida que se alternan cuando las instalaciones están completas resumen toda la infraestructura de esta asociación.

«Pero además de alojarlos hay que cuidarlos», recuerda Mayte con ademán de desenfadada resignación, «y no es poco el trabajo que conlleva». «Todos los días, de lunes a domingo, atendemos dos veces a los animales».
Así, explica, por las mañanas, los voluntarios dedican entre cuatro y cinco horas a limpiar y desinfectar las instalaciones, alimentar a los perros y administrarle a cada uno su medicación; visitándolos nuevamente por la noche volver a administrarles la medicación y comprobar su estado.

De igual modo, otro grupo de personas, venidas algunas de ellas desde El Ejido, e incluso desde Motril, se encargan cada viernes de sacarlos a pasear.

Los procesos de adopción también requieren su tiempo, ya que «es importante asegurarse de que cada animal termina con la familia adecuada. Por ese motivo, además de la entrevista personal, «realizamos un control previo, basado en un cuestionario, para ver en qué condiciones vivirá el animal con la familia que se ha interesado por él, y comprobamos si ambos son compatibles». Además, «una vez que el perro es adoptado, se continúa haciendo un seguimiento durante el resto de su vida para asegurarnos de que el animal está bien atendido».

Así, si la familia adoptante reside en el extranjero o en comunidad autónoma —sucede con frecuencia—, «nos ponemos en contacto con alguna protectora de la zona con la que colaboramos para que sea esta la que se encargue de ir periódicamente al nuevo hogar del perro y comprobar cómo se encuentra».

«Desgraciadamente, en España aún nos queda un largo camino por andar en materia de protección animal», lamenta Mayte, quien mira con envidia a países como Alemania, «donde la concienciación es tremenda», y de cuyos ciudadanos, explica, procede la mayor parte de las donaciones que reciben. «A día de hoy, podemos decir que subsistimos gracias a las aportaciones que muchos alemanes realizan, lo que nos ha permitido que esta asociación, en sus diez años de vida, continúe ayudando a cerca de un centenar de animales cada año».