El diario estadounidense asegura que entre los documentos desclasificados del accidente nuclear en 1966 aparece el nombre de 126 guardias civiles y 39 españoles
Recinto en el que cayó una de las 3 bombas en 1966 / Pedro Marín. |
EUROPA PRESS / 21·06·2016
Una veintena de militares de Estados Unidos, que participaron en las tareas de limpieza de Palomares inmediatamente después del accidente nuclear del 17 de enero de 1966, ha desarrollado un cáncer, según una investigación del periódico The New York Times.
De los 40 veteranos que el rotativo ha logrado identificar entre el personal que participó en las labores de limpieza, que se prolongaron durante tres meses, un total de 21 personas han desarrollado la enfermedad, y de entre ellos, nueve han fallecido como consecuencia del cáncer.
En las entrevistas que los supervivientes han mantenido con el diario estadounidense relatan cómo recogieron la tierra contaminada por el plutonio que liberaron las bombas caídas tras el choque en el aire de dos aviones de la Fuerza Aérea de EEUU sin ninguna protección. «No nos hablaron de radiación, plutonio ni nada parecido», afirma Frank B. Thompson, que por aquel entonces tenía 22 años y que recuerda que ni siquiera se cambiaban de ropa durante los trabajos. «Nos dijeron que era seguro y nosotros fuimos lo suficientemente estúpidos como para creerles», añade.
Thompson tiene hoy 72 años, y lidia con un cáncer de hígado, pulmón y riñón. Su tratamiento médico le cuesta 2.200 dólares al mes —1.900 euros— y sería gratis si la Fuerza Aérea le reconociese que fue víctima de la radiación en el municipio de Palomares.
Sin embargo, durante los últimos 50 años la Fuerza Aérea ha sostenido que no hubo radiación dañina en el lugar del accidente, donde se registraron, apunta, niveles de contaminación mínimos, además de asegurar que las 1.600 personas que participaron en la limpieza la zona se protegieron con estrictas medidas de seguridad. Según los documentos estadounidenses desclasificados, entre esas 1.600 personas hay 126 guardias civiles y otros 39 españoles.
Las pruebas a las que se sometió al personal de limpieza durante los trabajos sugerían que los participantes en las tareas de limpieza tenían niveles elevados de plutonio en su cuerpo, pero la Fuerza Aérea los consideró «claramente irrealistas», señala el rotativo.
De los 40 veteranos que el rotativo ha logrado identificar entre el personal que participó en las labores de limpieza, que se prolongaron durante tres meses, un total de 21 personas han desarrollado la enfermedad, y de entre ellos, nueve han fallecido como consecuencia del cáncer.
En las entrevistas que los supervivientes han mantenido con el diario estadounidense relatan cómo recogieron la tierra contaminada por el plutonio que liberaron las bombas caídas tras el choque en el aire de dos aviones de la Fuerza Aérea de EEUU sin ninguna protección. «No nos hablaron de radiación, plutonio ni nada parecido», afirma Frank B. Thompson, que por aquel entonces tenía 22 años y que recuerda que ni siquiera se cambiaban de ropa durante los trabajos. «Nos dijeron que era seguro y nosotros fuimos lo suficientemente estúpidos como para creerles», añade.
Thompson tiene hoy 72 años, y lidia con un cáncer de hígado, pulmón y riñón. Su tratamiento médico le cuesta 2.200 dólares al mes —1.900 euros— y sería gratis si la Fuerza Aérea le reconociese que fue víctima de la radiación en el municipio de Palomares.
Sin embargo, durante los últimos 50 años la Fuerza Aérea ha sostenido que no hubo radiación dañina en el lugar del accidente, donde se registraron, apunta, niveles de contaminación mínimos, además de asegurar que las 1.600 personas que participaron en la limpieza la zona se protegieron con estrictas medidas de seguridad. Según los documentos estadounidenses desclasificados, entre esas 1.600 personas hay 126 guardias civiles y otros 39 españoles.
Las pruebas a las que se sometió al personal de limpieza durante los trabajos sugerían que los participantes en las tareas de limpieza tenían niveles elevados de plutonio en su cuerpo, pero la Fuerza Aérea los consideró «claramente irrealistas», señala el rotativo.