MARIO LÓPEZ
17·11·2014
Si una de las principales funciones del Estado es articular los medios para que las diferencias entre las personas o las regiones no sean tan grandes como para que provoquen situaciones denigrantes o escandalosas, habremos de convenir que en materia de comunicaciones las actuaciones de los poderes públicos van en la línea opuesta. No sólo no se asignan los recursos de forma que se vertebre el territorio, sino que se derrocha en sitios privilegiados, que ya cuentan con estupendas infraestructuras, mientras que se recorta en otros más desgraciados, condenados a la incomunicación y la desesperanza.
La historia que relatamos hoy es una más a añadir a la lista de agravios comparativos que sufrimos los almerienses. En 2010 el Ministerio de Fomento inició la construcción del Cercanías de la Cartuja, en Sevilla, por la nada despreciable cantidad de 37 millones de euros para unir los apenas 13 kilómetros que separan la Estación de Santa Justa con la Isla de la Cartuja. Y todo ello para dar servicio a un área de oficinas y empresas en la que trabajan diariamente unas 20.000 personas. Pues bien, una vez inaugurado, y después de un tiempo de funcionamiento, las cifras de ocupación no pueden ser más ridículas. Sólo un 0,7% de esa población objetivo hace uso de la lujosa infraestructura. Todo un ejemplo de asignación deficiente de recursos escasos. Sin embargo, como todo es susceptible de empeorar, las fuerzas vivas sevillanas imputan el fracaso a que el proyecto no era lo suficientemente ambicioso, y reclaman su prolongación hasta la estación de Metro de Blas Infante (sí, también tienen Metro y Tranvía, y lo que haga falta).
Mientras tanto, en el otro extremo de esta comunidad sufrimos los tiempos de conexión más largos en largo recorrido, la supresión de circulaciones nocturnas, el deterioro de vías e instalaciones y, por compararnos con nuestros vecinos ricos, la total ausencia de servicios de cercanías, pese a la existencia de grandes perspectivas de rentabilidad. Ya en el año 2000, el riguroso estudio de Asafal “Horizonte XXI” incidía en la necesidad de dar aprovechamiento a la infraestructura ferroviaria ya existente, con la creación del Cercanías del Andarax, que daría servicio a toda el área metropolitana del norte de Almería y municipios limítrofes (nuevos barrios como Villa Inés, Huércal-Viator, Pechina, Benahadux y Santa Fe), con un volumen de población y de movilidad muy superior a esos 20.000 oficinistas sevillanos. Y sin necesidad de nuevas obras, pues la vía ya está ahí, y la catenaria ya está tendida, sin uso desde 1996. Tan sólo sería necesario el material rodante (una mísera composición eléctrica, barata y funcional bastaría), y máquinas expendedoras automáticas en los andenes. Pero claro, falta lo más importante, la voluntad política (y, todo hay que decirlo, la capacidad de movilización ciudadana).
La historia que relatamos hoy es una más a añadir a la lista de agravios comparativos que sufrimos los almerienses. En 2010 el Ministerio de Fomento inició la construcción del Cercanías de la Cartuja, en Sevilla, por la nada despreciable cantidad de 37 millones de euros para unir los apenas 13 kilómetros que separan la Estación de Santa Justa con la Isla de la Cartuja. Y todo ello para dar servicio a un área de oficinas y empresas en la que trabajan diariamente unas 20.000 personas. Pues bien, una vez inaugurado, y después de un tiempo de funcionamiento, las cifras de ocupación no pueden ser más ridículas. Sólo un 0,7% de esa población objetivo hace uso de la lujosa infraestructura. Todo un ejemplo de asignación deficiente de recursos escasos. Sin embargo, como todo es susceptible de empeorar, las fuerzas vivas sevillanas imputan el fracaso a que el proyecto no era lo suficientemente ambicioso, y reclaman su prolongación hasta la estación de Metro de Blas Infante (sí, también tienen Metro y Tranvía, y lo que haga falta).
Mientras tanto, en el otro extremo de esta comunidad sufrimos los tiempos de conexión más largos en largo recorrido, la supresión de circulaciones nocturnas, el deterioro de vías e instalaciones y, por compararnos con nuestros vecinos ricos, la total ausencia de servicios de cercanías, pese a la existencia de grandes perspectivas de rentabilidad. Ya en el año 2000, el riguroso estudio de Asafal “Horizonte XXI” incidía en la necesidad de dar aprovechamiento a la infraestructura ferroviaria ya existente, con la creación del Cercanías del Andarax, que daría servicio a toda el área metropolitana del norte de Almería y municipios limítrofes (nuevos barrios como Villa Inés, Huércal-Viator, Pechina, Benahadux y Santa Fe), con un volumen de población y de movilidad muy superior a esos 20.000 oficinistas sevillanos. Y sin necesidad de nuevas obras, pues la vía ya está ahí, y la catenaria ya está tendida, sin uso desde 1996. Tan sólo sería necesario el material rodante (una mísera composición eléctrica, barata y funcional bastaría), y máquinas expendedoras automáticas en los andenes. Pero claro, falta lo más importante, la voluntad política (y, todo hay que decirlo, la capacidad de movilización ciudadana).
Mario López es licenciado en Empresariales y miembro de las asociaciones Acción por Almería y Asociación de Amigos del Ferrocaril de Almería.