JESÚS MUÑOZ
03·11·2014
Almería es una tierra única. Abierta al mar Mediterráneo pero históricamente cerrada al resto de la Península, de la cual nos separan las cumbres más escarpadas de toda España. Una provincia de la que poco a poco los mismos almerienses empezamos a tomar consciencia. Durante siglos hemos sido una región olvidada y tutelada. En nuestro inconsciente subyace cierta inferioridad respecto a nuestros vecinos que no está justificada salvo por el interés de acallar nuestra voz y convertirnos en ganado. De transformarnos en una sombra sumisa de nosotros mismos que corte las alas a nuestro futuro y nos haga olvidar nuestro pasado.
Almería se ha etiquetado como tierra de frontera para minusvalorarla, para negarla como región y así borrar la existencia de una identidad autóctona, de una cultura almeriense rica y bella. Pero Almería no es un límite, es el corazón del levante castellano, del Sureste, y hermana del levante valenciano. La frontera cultural entre lo andaluz y lo levantino efectivamente estuvo en el antiguo Reino de Granada pero no dividía Almería, se marca en la actual provincia de Granada y al igual que la capital del Genil es la puerta oriental de Andalucía, Almería es la propia del Levante. El Sureste es una región cultural, geográfica, climática, natural e histórica pero no administrativa. Desde los pueblos de todo el valle del río Adra hasta el sur alicantino pasando por el norte granadino, el oriente jienense, el sur albaceteño y por supuesto todo el territorio almeriense y murciano se respira un mismo espíritu. Cada comarca con sus peculiaridades, con su distinta evolución histórica, la cual ha llevado a la fragmentación en muchos casos, pero todas ellas comarcas iguales que desgraciadamente parecen no conocerse.
Si todos el Sureste es la tierra donde nace el esparto, Almería bien podría llevar el poético nombre de la tierra de los tres valles. Adra, Almería-Andarax y Almanzora. Una bella provincia que comparte un mismo sentir y una misma cultura. Durante siglos han tratado de dividirla, de acrecentar rencillas locales y de potenciar las diferencias tratando de distanciar a los almerienses, de fragmentar esta provincia tan especial en la que vivimos. Pero la realidad es que los tres valles tienen un mismo sentir, tienen una misma forma de ver la vida, una misma capacidad de trabajo, de divertirse, de mirar al futuro. Somos una única tierra y las sierras que cruzan nuestra región son las columnas que vertebran y unen dos partes de un mismo cuerpo.
Somos los almerienses los que debemos de ser conscientes de la grandeza y la peculiaridad de nuestra tierra. De no convertir en extraños a los miembros de nuestra propia familia y de difundir nuestra cultura. Estamos obligados a ver nuestra provincia como una tierra de futuro y conociendo nuestro pasado librarnos de todos los tópicos que nos atenazan como pueblo. Almería no es de segunda clase, es de primerísima, y nadie debe hacernos ver lo contrario. Debemos sentirnos igual de orgullosos del milagro de los invernaderos que de la industria del mármol, de emocionarnos con una cuadrilla de ánimas igual que con un trovo, de conocer los senderos de Aguamarga igual que los de Ubeire. En definitiva de sacar el orgullo que tanto nos falta para que dejemos de embobarnos con las modas y las culturas que nos imponen desde fuera y que aceptamos dentro con sumisión. Debemos coger la bandera de Almería y ondearla con fuerza. Debemos proclamar que Almería es orgullosa, que su cultura no es ningún pastiche y que los almerienses somos tan buenos como cualquier otro español. Que no necesitamos a ningún hermano mayor que nos diga cómo hacer las cosas y mucho menos que trate de mejorar nuestra forma de ser. Que Almería es una gran tierra que lo único que necesita es conocerse a sí misma para conseguir todo aquello que se proponga.
Almería se ha etiquetado como tierra de frontera para minusvalorarla, para negarla como región y así borrar la existencia de una identidad autóctona, de una cultura almeriense rica y bella. Pero Almería no es un límite, es el corazón del levante castellano, del Sureste, y hermana del levante valenciano. La frontera cultural entre lo andaluz y lo levantino efectivamente estuvo en el antiguo Reino de Granada pero no dividía Almería, se marca en la actual provincia de Granada y al igual que la capital del Genil es la puerta oriental de Andalucía, Almería es la propia del Levante. El Sureste es una región cultural, geográfica, climática, natural e histórica pero no administrativa. Desde los pueblos de todo el valle del río Adra hasta el sur alicantino pasando por el norte granadino, el oriente jienense, el sur albaceteño y por supuesto todo el territorio almeriense y murciano se respira un mismo espíritu. Cada comarca con sus peculiaridades, con su distinta evolución histórica, la cual ha llevado a la fragmentación en muchos casos, pero todas ellas comarcas iguales que desgraciadamente parecen no conocerse.
Si todos el Sureste es la tierra donde nace el esparto, Almería bien podría llevar el poético nombre de la tierra de los tres valles. Adra, Almería-Andarax y Almanzora. Una bella provincia que comparte un mismo sentir y una misma cultura. Durante siglos han tratado de dividirla, de acrecentar rencillas locales y de potenciar las diferencias tratando de distanciar a los almerienses, de fragmentar esta provincia tan especial en la que vivimos. Pero la realidad es que los tres valles tienen un mismo sentir, tienen una misma forma de ver la vida, una misma capacidad de trabajo, de divertirse, de mirar al futuro. Somos una única tierra y las sierras que cruzan nuestra región son las columnas que vertebran y unen dos partes de un mismo cuerpo.
Somos los almerienses los que debemos de ser conscientes de la grandeza y la peculiaridad de nuestra tierra. De no convertir en extraños a los miembros de nuestra propia familia y de difundir nuestra cultura. Estamos obligados a ver nuestra provincia como una tierra de futuro y conociendo nuestro pasado librarnos de todos los tópicos que nos atenazan como pueblo. Almería no es de segunda clase, es de primerísima, y nadie debe hacernos ver lo contrario. Debemos sentirnos igual de orgullosos del milagro de los invernaderos que de la industria del mármol, de emocionarnos con una cuadrilla de ánimas igual que con un trovo, de conocer los senderos de Aguamarga igual que los de Ubeire. En definitiva de sacar el orgullo que tanto nos falta para que dejemos de embobarnos con las modas y las culturas que nos imponen desde fuera y que aceptamos dentro con sumisión. Debemos coger la bandera de Almería y ondearla con fuerza. Debemos proclamar que Almería es orgullosa, que su cultura no es ningún pastiche y que los almerienses somos tan buenos como cualquier otro español. Que no necesitamos a ningún hermano mayor que nos diga cómo hacer las cosas y mucho menos que trate de mejorar nuestra forma de ser. Que Almería es una gran tierra que lo único que necesita es conocerse a sí misma para conseguir todo aquello que se proponga.
Jesús Muñoz es licenciado en Ciencias Económicas y presidente de la asociación cultural reivindicativa Acción por Almería