Niega además que discutiese con la víctima por haber defendido a un supuesto amante de su mujer
J. A. S. acuchilló reiteradamente al primo de su esposa tras parar a repostar en una gasolinera |
EUROPA PRESS / 15·10·2014
J.A.S., el hombre de 33 años acusado de un delito de asesinato por acabar con la vida de su primo político asestándole 22 puñaladas en el interior de un turismo junto a una gasolinera de El Ejido, ha manifestado este martes en la vista con tribunal de jurado que, aunque no recuerda los hechos relacionados con el momento del ataque, aquella noche le «entró algo por la cabeza que no era normal» y «oyó voces».
El acusado ha contestado a las preguntas del Ministerio Fiscal, que solicita para él una pena de 24 años de prisión, así como a las de la acusación particular y la defensa, que en su escrito provisional sostiene que J.A.S. sufrió un «ataque paranoide» provocado por el consumo habitual de hachís, que habría afectado a sus capacidades volitivas y cognitivas, viéndose «impulsado por una voz interior» a cometer el crimen. En base a ello, la defensa solicita que el acto delictivo sea considerado un homicidio, en lugar de un asesinato.
El procesado ha negado que simulase un dolor de estómago para convencer a la víctima de que le llevase en su coche hasta el centro de salud, tal y como sostiene el Ministerio Público, en cuya acusación mantiene que el hombre urdió un plan para acabar con la vida de su víctima, con la que habría mantenido malas relaciones por defender a su esposa ante una supuesta infidelidad.
En este sentido, el fiscal ha señalado que el acusado se sirvió de una navaja que ocultó entre sus ropas antes de subirse al vehículo. Mientras que el acusado, que ha reconocido que compró la navaja en la misma jornada de los hechos en una ferretería de El Ejido, y que la guardó en su bolsillo, no ha podido precisar qué hizo con la misma una vez que mató al primo de su mujer, si bien los investigadores consiguieron recuperarla en un paraje de invernaderos.
«La compré porque me dio la manía, porque de vez en cuando compraba navajas, pero nunca tenía intención de hacer nada», ha explicado el acusado, quien asegura que se servía de ellas para prepararse la comida cuando trabajaba como feriante.
J. A. S. se ha identificado además en una serie de fotogramas captados en la gasolinera en la que él, su esposa y la víctima se detuvieron instantes antes del apuñalamiento.
Según el relato compartido por el fiscal y la acusación particular, la víctima recibió 22 cuchilladas desde el asiento del copiloto, sin que pudiese hacer nada para defender su vida.
No obstante, para la defensa el número de puñaladas es inferior a 22, ya que muchas de ellas responden a «heridas enciso-cortantes» provocadas cuando la víctima trataba de protegerse, por lo que no considera que hubiese alevosía.
Durante la mortal agresión, la mujer del homicida abandonó apresuradamente el vehículo para pedir ayuda en la gasolinera, momento en el que éste movió el cuerpo al asiento del copiloto y condujo hasta la casa de unos familiares en la pedanía del Pozo de la Tía Manolica, en Matagorda, donde supuestamente se lavó la sangre antes de dirigirse a otra gasolinera en la que fue detenido.
«Alteraciones psicológicas»
El procesado ha asegurado en varias ocasiones que el estado en el que se presenta en la sala se debe a que «le echan una sustancia» en la comida, provocándole «alteraciones psicológicas», si bien a preguntas del tribunal no ha sido capaz de esclarecer la procedencia de la misma; ni, como ha apuntado la acusación particular, se menciona tal circunstancia en anteriores condenas por conducción temeraria o lesiones.
Asimismo, el homicida ha reconocido a preguntas de la letrada de la acusación particular que había estado «peleado» con su mujer durante «algún tiempo», negando en cambio que discutiese con la víctima «por sacar la cara» en favor de la persona con la que supuestamente su esposa habría tenido algún encuentro de carácter afectivo.
Durante el juicio, que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, la defensa ha incidido en el consumo «continuo» de hachís y el trastorno mental diagnosticado en el acusado, quien sigue un tratamiento médico desde la prisión, ante el ataque que consumó «víctima de una alucinación» contra su primo —político—, con el que «tenía una buena relación personal».
A preguntas del letrado de la defensa, que ha subrayado que J. A. S. se «entregó a la policía» de manera voluntaria, el homicida ha declarado que tiene «miedo» a la comida y pasa «días sin comer» por si le «echan la sustancia», así como que visita al psiquiatra y sigue una medicación para tratarse.
El juicio continuará este miércoles con las declaraciones de los testigos y el forense.
El acusado ha contestado a las preguntas del Ministerio Fiscal, que solicita para él una pena de 24 años de prisión, así como a las de la acusación particular y la defensa, que en su escrito provisional sostiene que J.A.S. sufrió un «ataque paranoide» provocado por el consumo habitual de hachís, que habría afectado a sus capacidades volitivas y cognitivas, viéndose «impulsado por una voz interior» a cometer el crimen. En base a ello, la defensa solicita que el acto delictivo sea considerado un homicidio, en lugar de un asesinato.
El procesado ha negado que simulase un dolor de estómago para convencer a la víctima de que le llevase en su coche hasta el centro de salud, tal y como sostiene el Ministerio Público, en cuya acusación mantiene que el hombre urdió un plan para acabar con la vida de su víctima, con la que habría mantenido malas relaciones por defender a su esposa ante una supuesta infidelidad.
En este sentido, el fiscal ha señalado que el acusado se sirvió de una navaja que ocultó entre sus ropas antes de subirse al vehículo. Mientras que el acusado, que ha reconocido que compró la navaja en la misma jornada de los hechos en una ferretería de El Ejido, y que la guardó en su bolsillo, no ha podido precisar qué hizo con la misma una vez que mató al primo de su mujer, si bien los investigadores consiguieron recuperarla en un paraje de invernaderos.
«La compré porque me dio la manía, porque de vez en cuando compraba navajas, pero nunca tenía intención de hacer nada», ha explicado el acusado, quien asegura que se servía de ellas para prepararse la comida cuando trabajaba como feriante.
J. A. S. se ha identificado además en una serie de fotogramas captados en la gasolinera en la que él, su esposa y la víctima se detuvieron instantes antes del apuñalamiento.
Según el relato compartido por el fiscal y la acusación particular, la víctima recibió 22 cuchilladas desde el asiento del copiloto, sin que pudiese hacer nada para defender su vida.
No obstante, para la defensa el número de puñaladas es inferior a 22, ya que muchas de ellas responden a «heridas enciso-cortantes» provocadas cuando la víctima trataba de protegerse, por lo que no considera que hubiese alevosía.
Durante la mortal agresión, la mujer del homicida abandonó apresuradamente el vehículo para pedir ayuda en la gasolinera, momento en el que éste movió el cuerpo al asiento del copiloto y condujo hasta la casa de unos familiares en la pedanía del Pozo de la Tía Manolica, en Matagorda, donde supuestamente se lavó la sangre antes de dirigirse a otra gasolinera en la que fue detenido.
«Alteraciones psicológicas»
El procesado ha asegurado en varias ocasiones que el estado en el que se presenta en la sala se debe a que «le echan una sustancia» en la comida, provocándole «alteraciones psicológicas», si bien a preguntas del tribunal no ha sido capaz de esclarecer la procedencia de la misma; ni, como ha apuntado la acusación particular, se menciona tal circunstancia en anteriores condenas por conducción temeraria o lesiones.
Asimismo, el homicida ha reconocido a preguntas de la letrada de la acusación particular que había estado «peleado» con su mujer durante «algún tiempo», negando en cambio que discutiese con la víctima «por sacar la cara» en favor de la persona con la que supuestamente su esposa habría tenido algún encuentro de carácter afectivo.
Durante el juicio, que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, la defensa ha incidido en el consumo «continuo» de hachís y el trastorno mental diagnosticado en el acusado, quien sigue un tratamiento médico desde la prisión, ante el ataque que consumó «víctima de una alucinación» contra su primo —político—, con el que «tenía una buena relación personal».
A preguntas del letrado de la defensa, que ha subrayado que J. A. S. se «entregó a la policía» de manera voluntaria, el homicida ha declarado que tiene «miedo» a la comida y pasa «días sin comer» por si le «echan la sustancia», así como que visita al psiquiatra y sigue una medicación para tratarse.
El juicio continuará este miércoles con las declaraciones de los testigos y el forense.