Un héroe de la Primera Guerra Carlista en la Alcaldía de Garrucha

Don Rodrigo Sánchez Ortiz de Cózar fue el sexto alcalde de la Villa, adonde llegó como interventor de Minas tras abandonar el ejército a causa de las heridas recibidas en el frente de batalla


Retrato de don Rodrigo Sánchez Ortiz de Cózar pintado por José Almunia. (Col. Familia Hernández Segura).


JOSÉ BERRUEZO / 24·12·2023

Segundo de los cuatro hijos de Ildefonso José Sánchez Mayor e Isabel Ortiz de Cózar Griego, Rodrigo nació en Linares el 13 de diciembre de 1815. Poco se sabe de su infancia y juventud, pero en 1835, cuando aún no había cumplido 20 años y no hacía dos que había comenzado la primera de las Guerras Carlistas, ingresó voluntario en el Depósito de Quintos de Jaén para realizar el servicio militar obligatorio.

A primeros de abril de 1836, tras finalizar cuatro meses de instrucción militar, y gracias a la formación que recibió en su juventud, Rodrigo pasó destinado como escribiente a Leganés, al entonces Cuartel de las Reales Guardias Walonas, en el edificio Sabatini. Al mes siguiente pasó comisionado, también como escribiente, a la Inspección General del Arma de Infantería, en Madrid y, en julio, al Regimiento de Infantería ligera de Voluntarios ‘Navarra’ nº 6, igualmente en la Capital.

Un año después, en mayo de 1837, y siendo ya cabo 1º, fue nombrado sargento por elección. En julio de 1838 ascendió a subteniente, finalizó su comisión como escribiente en la Inspección General del Arma y, por lo tanto, en el Regimiento Navarra, incorporándose con su nuevo empleo al Regimiento de Infantería de Línea ‘Almansa’ nº 18, en el Ejército del Norte, con guarnición en Barcelona.

Era el 1 de marzo de 1839 cuando Rodrigo fue trasladado como ayudante de órdenes de la 2ª Brigada de la 2ª división del Ejército del Norte, que se encontraba ya luchando en Navarra contra las fuerzas carlistas. Su primera acción de campaña tuvo lugar entre el 29 de abril y el 1 de mayo, cuando participó en la toma del fuerte y el puente de Belascoaín. Le siguieron la toma de Arróniz el 11 de mayo, la de Montejurra al día siguiente, la de Bermeo el 3 de junio, donde recibió el grado de teniente por méritos de guerra, la de Allo el 15 de julio, Dicastillo el 18 de agosto y, por último, las de Cirauqui y Mañeru el 23 de ese mismo mes.

HERIDO CON DOS BALAZOS

Rodrigo volvió con su regimiento a la guerra el primero de febrero de 1840, partiendo desde Barcelona con la misión de escoltar un convoy de abastecimiento que marchaba desde Cervera a Solsona, en la provincia de Lérida. Cuando iniciaron su regreso, el 24 de abril, sufrieron un ataque en las inmediaciones de esta última localidad, resultando herido por la bala de un fusil en la rodilla izquierda. Dos días después, tras reanudar la marcha, el convoy volvió a ser atacado cerca de Peracamps. En el enfrentamiento, que duró dos días, Rodrigo volvió a ser herido, esta vez en el pecho. La bala le atravesó entrando por la clavícula derecha, saliendo por el omóplato. Era el 28 de abril, y debido a sus heridas, el primero de mayo fue relevado de su comisión. El 11 de junio fue condecorado con la Medalla de Peracamps.

Por prescripción facultativa a causa de las heridas recibidas, el 24 de junio de 1840 se le concedió una licencia y volvió a Linares el 17 de septiembre. Allí, el cirujano titular don Ramón Gilabert certificó que el herido aún padecía fuertes punzadas por tener alojadas algunas pequeñas esquirlas de metal, las cuales todavía no habían sido expulsadas. Además, Rodrigo tenía irritado el pulmón derecho, lo que le provocaba fuertes dolores que no se atajaban ni siquiera con medicamentos, y le hacían sufrir un fuerte ahogo al intentar andar o realizar movimientos violentos, por lo que no podía ser útil para el servicio activo.

Comenzó 1842 y Rodrigo no había terminado de restablecerse para ser útil en la carrera militar, por lo que el 10 de junio se le concedió destino pasivo de interventor en la Inspección de Minas del Distrito de Valencia. Meses después, el 6 de noviembre, y ya viviendo en Alicante, contrajo matrimonio con Antonia Ochoa López, joven linarense de 23 años, hija de un fabricante de munición de la misma localidad.

En 1848, la familia se trasladó a Garrucha, donde Rodrigo ejerció el cargo de interventor especial de Minas desde agosto de 1850 a agosto de 1854, ocupando temporalmente ese mismo cargo en el distrito de Roquetas entre febrero y junio de 1854. No obstante, en agosto de este último año, cesó también en el cargo de inspector de Minas, tras más de doce años de servicio, por los mismos motivos de salud que le llevaron a abandonar en la carrera militar.

El pintor José Almunia retrató a Rodrigo en 1858 vistiendo el uniforme de oficial retirado, caracterizado por el bicornio sin galón, las dos carreras de botones en la levita, sardinetas en las bocamangas y los vivos encarnados en el cuello y la solapa. En el cuadro se distinguen, además, las charreteras de capitán, con flecos en las dos hombreras, el sable modelo 1840 para oficial de Infantería, el emblema de cuello del león, propio de la citada arma, los botones dorados con la corona y el número 18 correspondiente al regimiento Almansa, la medalla de Peracamps y dos cruces de San Fernando.

Para el año 1862, quizá respaldado por su experiencia como interventor en la Inspección de Minas, Rodrigo ya se había adentrado en el negocio de las sociedades mineras de la zona, siendo presidente de la ‘Confianza’, que explotaba el pozo San Antonio, en Sierra Almagrera. Adicionalmente, en diciembre de ese mismo año, Rodrigo fue nombrado por la Audiencia de Granada para ejercer el cargo de juez de paz en Garrucha durante el bienio 1863 y 1864.

ALCALDE

Durante los años siguientes, Rodrigo formó parte del reducido grupo de electores que podían tomar parte en las votaciones para la elección de diputados provinciales y a Cortes, y en 1867 fue nombrado concejal y presidente del Ayuntamiento de Garrucha durante el bienio 1867-68, convirtiéndose en el sexto alcalde de la Villa. Durante su mandato, tuvo que hacerse cargo, entre otros asuntos, de las medidas de vigilancia y represión ordenadas por el gobernador provincial para hacer frente al movimiento revolucionario que recorría España y pretendía acabar con el Gobierno moderado y la Monarquía de Isabel II.

La sublevación militar tuvo lugar finalmente en septiembre de 1868, con su sucesor -Asensio Fernández Morán- en la Alcaldía, ya que, en febrero, Rodrigo solicitó ser relevado de sus cargos en el Ayuntamiento por encontrarse físicamente imposibilitado. Tras una abstención inicial por parte del Consejo Provincial, el gobernador accedió finalmente a la petición de Rodrigo, cuyo padecimiento había empeorado.

Rodrigo falleció en su domicilio de la calle Mayor de Garrucha el 2 de agosto de 1871, a las 19:00, como consecuencia de un derrame cerebral, siendo enterrado en el cementerio de la Villa.