Todo ocurrió como esperaba Sánchez


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

. No tuvo mayor importancia, tan poca, que ni siquiera estuvo presente el presidente del gobierno. Debería importarle un higa lo que se estaba discutiendo. ¿Le importa algo a este señor? ¿Le preocupa algo de lo que pasa en el país a presidente tal?

Levantaron sus voces sus señorías, y durante minutos, demasiados, intentaron convencerse los unos a los otros, y por ende a los ciudadanos, de que eran ellos los que tenían razón. Se apagó el día con una votación que arrojaba 178 votos a favor, y que daba la victoria a la tramitación de la amnistía. Estaba cantado que así fuera. No hubo tamayazo, los diputados cumplieron con sus jefes de filas. No podían jugarse el plato de lentejas de ellos y de sus familias. Solo eso les salva, que lo hacían por un bien común, sus hijos, su esposa y los cuñados que de ellos dependen.

Entre la intervención de López y la votación, algunas cosas dignas de destacar, pero tampoco crean que demasiadas. A Patxi López no se le notaba todo lo tranquilo que se espera de quien tiene los votos asegurados, y es que la hemeroteca le venía a jugar la mala pasada de recordarle, como hizo Feijóo, que defendía lo que denostaba hace solo unos meses. Y eso es duro. Claro que si duro fue Feijóo, no vean ustedes la que le dieron desde la bancada catalana, que son los que se benefician de la famosa.

Concordia, pacificación de Cataluña, solidaridad y una nueva forma de dar seguridad a la nueva España que sale de la amnistía. Palabras rimbombantes que no hacía falta que las contestara la oposición, se encargarían de ello desde las voces secesionistas catalanas. Esto es solo el comienzo, dijeron, ahora viene el referéndum. Y los socialistas enmudecieron ante aquella respuesta de que de nada va a servir la amnistía, que eso era solo el primer pago a los siete votos del huido, del fugado en el maletero de un coche, como un cobarde, el caballero del mocho.

Patxi López, como hará en su momento Sánchez, callaba ante las diatribas de los chicos de la república catalana, aquella que duró ocho segundos, y que puede ser bendecida con la amnistía que se quiere promulgar, así como reconocer que los jueces lo hicieron mal cuando condenaron aquel montaje.

Los catalanes lo van a volver a hacer, si es que les hace falta. Si como aseguran voces juristas, la amnistía es el reconocimiento de que lo que hicieron en el 17 era legal, hay que pensar que la república de los ocho segundos catalana será legal a partir de la aprobación de la amnistía, que ya no necesitan preguntar a los ciudadanos, que lo hicieron y el resultado tiene que aceptarlo el resto de los españoles. Que hicieron un referéndum legal, que promulgaron una república, y que un estado opresor como el nuestro los ha perseguido sin justificación alguna.

En la oposición estuvo bien Feijóo, tranquilo y señalando las incoherencias de los socialistas. Ayer en contra de la amnistía, hoy por siete votos a favor. Pero de nada va a servir. Abascal estuvo algo nervioso, tendría que haber tomado una lexatín, y más parecía que se había atiborrado de cafeína, y salió como los toros. No le han dicho que no se debe correr cuando se habla, que se pierden los argumentos entre las prisas por colocarlos. La derecha, al igual que en julio, salió derrotada, y lo que es peor, dividida, cuando no enfrentada.

Vascos y catalanes pueden estar contentos, van a tener a Pedro Sánchez para muchos años sentado en la Moncloa. Y este, al igual que les brinda el ayuntamiento de Pamplona en bandeja a los chicos de Eta, mañana seguirá blanqueando a Bildu y al siguiente sacando a los etarras que quedan en la cárcel. Es lo que nos toca. Ajos y agua.