Perceval se coló en el pregón de Manuel Palomar


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

A veces los recuerdos se agolpan en los sitios menos esperados. Estuve escuchando la otra tarde el pregón de un buen amigo y mejor persona, Manuel Palomar Herrada.

El director de la banda de música nos anunció que, tras el pregón de Manuel iban a interpretar, entre las marchas previstas, una que se compuso para el Cristo del Amor, esa hermosa obra que legó para la posteridad Jesús de Perceval, y que desde la iglesia de San Sebastián hacía su desfile procesional ayer martes, en la Semana Santa almeriense.

El recuerdo de Perceval me trae siempre el de algunas tardes pasadas durante la juventud en su taller, con sus hijas, y las vivencias y el cariño que siempre he sentido por María del Mar. Sé, María, que tengo también el tuyo.

Lo que no sabía, Mariquilla, es que en la iglesia de Terque, una imagen de la Dolorosa salió también de las manos y del taller de tu padre. El pregón de un encanto de persona, como Manuel, no podía comenzar mejor. Mecido por la música dedicada a una obra de Perceval y ante la imagen de una Dolorosa que salió de sus manos.

Y Manuel nos habló de su infancia en El Ejido, de su encuentro con la fe, y de los viajes cada año a la Semana Santa de Terque. De la familia que lo fue guiando, de los amigos con los que participó de esa juventud que todavía no ha terminado para él y de la felicidad de poder hacer, dentro de lo que él puede, el bien a los demás.

Y Manuel hace ese bien con su sonrisa, con un saludo que no niega a nadie, con una mano abierta siempre a la gente de su entorno. Sus palabras, sus pausas y sus silencios nos llevaron por los para él nunca olvidados paisajes de Ugíjar, donde el recuerdo de su padre sigue estando presente, para traernos de nuevo, en la tarde-noche del sábado, con palabras nobles las suyas, al pueblo de su madre y de su familia.

Manuel abrió esa realidad humana en la que se ha convertido y que se ha ido conformando en las estrechas calles de su Terque, en las miradas de sus amigos, en los silencios de la iglesia a la que le gusta acudir y en la que encuentra la paz en la Faz de ese Cristo o de esa Virgen de los Dolores, que se creó en el taller de uno de los más ilustres artistas que ha tenido esta tierra nuestra, Jesús de Perceval.

El amor y los sentimientos a su pueblo y a la Semana Santa los puso Manuel, las vivencias de su infancia y de su juventud quedaron reflejadas en sus palabras, que nunca fueron mejor mecidas que esa tarde, en la que la música dedicada al Cristo del Amor nos traía, también a nosotros, recuerdos de aquellos años mozos.

Manuel, gracias. Si no hubiera sido por tu pregón dedicado a la Semana Santa de tu pueblo, no habría podido vivir un tiempo en el que evocar una juventud cada día más lejana.

María del Mar, cómo es la vida, en Terque, la otra noche, recordaba aquellas tardes de vacaciones pasadas contigo y tu hermana en el taller de ese gran hombre que era tu padre, y todo gracias al amigo Manuel, que le puso palabras y motivación con su pregón a los viejos recuerdos de juventud.