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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Un diputado ha pedido en el parlamento nacional, el de los leones descansando en las puertas dejando pasar por ellas a tantos cazadores de actividades nocturnas, que se incluya en el código penal español “el odio al hombre”. Habrá quien diga que es una barbaridad más de la política. Pero si lo piensa usted un par de veces, si recapacita en todas y cada una de las leyes que se están poniendo en marcha en estos días, votadas por parte de casi todos los cazadores nocturnos del parlamento, parece de lógica que algunos piensen, no deben ser muchos por ahora, que en el código penal falta un delito, el de misandria.
El que sea en estos días cuando un diputado decida sacar a la calle, hacer público el que el odio al hombre debe estar en el código penal, no está muy lejos de las declaraciones que estamos oyendo en las últimas semanas por parte de un alto cargo en el ministerio de igualdad y conocida como la señorita Pam.
Según esta señora o señorita, los hombres somos violadores y bastante. Los que no lo son, los que se salvan, deben ser solo los compañeros de Pam en Podemos, a ellos, es de imaginar, no los acusa de violadores ¿O también los mete en el mismo saco de esos españoles a los que ella ve como unos contumaces monstruos que se dedican a violar a todas las mujeres con las que se cruzan?
Por sus palabras sacamos la conclusión de que son muy pocos los que se escapan de ser unos salvajes violadores: Iglesias, Monedero... Hace unas tardes comentaba en una tertulia radiofónica qué, ¿hasta cuándo los hombres íbamos a seguir soportando los insultos de parte de este gobierno que parece haberla tomado con los varones? Eso. ¿Hasta cuándo?
Que hay violadores, eso no lo niega nadie. Como hay corruptos en la política, puteros y toda la caterva que vamos conociendo cada día. Y lo que hay que pedir es que se pudran en la cárcel. No tenemos nada en contra de que eso ocurra, pero que no vengan unas niñatas con poder y sueldo político insultando a todos los hombres, mientras que ellas con sus leyes, estas imbéciles de tomo y lomo los están devolviendo a las calles, como viene ocurriendo en estos días.
Tengo una duda. ¿Pam y cía quieren acabar de verdad con los violadores? Si los metemos a todos en la cárcel, si se acaba con el machismo como vienen solicitando ¿de qué van a vivir estos grupos de odiadoras oficiales en contra de los hombres?
Hora era de que alguien se decidiera, en sede parlamentaria, a decirle basta a tanta tontería como nos está dejando un gobierno de, y para la gente, como ellos se proclaman, pero que odia e insulta a una parte de ella y hace leyes en contra de esa odiada mitad. Se mueven bien estas dirigentes políticas en la división, en el enfrentamiento, ese que despertó Zapatero hace unos años y que se está entronizando con Pedro Sánchez en el gobierno.
Al enfrentamiento entre la derecha y la izquierda, los buenos estamos aquí, dijo Zp, los malos están ahí fuera, a esa división se han unido con fervor apasionado las chicas y los chicos de Pam y Podemos contra los hombres. Las mujeres son buenas, los hombres malos. Los hombres somos violadores, las mujeres las violadas. Reitero, los violadores y maltratadores a la cárcel, y que no vuelvan a ver la luz del sol si es lo que ellas quieren, pero a los demás que nos dejen vivir en paz, no es mucho lo que pedimos.
Estamos cansados de ser insultados por estas nuevas feministas de sueldo y subvención público, de ver el odio en sus caras, en sus ojos, en sus pancartas, en sus actos.
El que sea en estos días cuando un diputado decida sacar a la calle, hacer público el que el odio al hombre debe estar en el código penal, no está muy lejos de las declaraciones que estamos oyendo en las últimas semanas por parte de un alto cargo en el ministerio de igualdad y conocida como la señorita Pam.
Según esta señora o señorita, los hombres somos violadores y bastante. Los que no lo son, los que se salvan, deben ser solo los compañeros de Pam en Podemos, a ellos, es de imaginar, no los acusa de violadores ¿O también los mete en el mismo saco de esos españoles a los que ella ve como unos contumaces monstruos que se dedican a violar a todas las mujeres con las que se cruzan?
Por sus palabras sacamos la conclusión de que son muy pocos los que se escapan de ser unos salvajes violadores: Iglesias, Monedero... Hace unas tardes comentaba en una tertulia radiofónica qué, ¿hasta cuándo los hombres íbamos a seguir soportando los insultos de parte de este gobierno que parece haberla tomado con los varones? Eso. ¿Hasta cuándo?
Que hay violadores, eso no lo niega nadie. Como hay corruptos en la política, puteros y toda la caterva que vamos conociendo cada día. Y lo que hay que pedir es que se pudran en la cárcel. No tenemos nada en contra de que eso ocurra, pero que no vengan unas niñatas con poder y sueldo político insultando a todos los hombres, mientras que ellas con sus leyes, estas imbéciles de tomo y lomo los están devolviendo a las calles, como viene ocurriendo en estos días.
Tengo una duda. ¿Pam y cía quieren acabar de verdad con los violadores? Si los metemos a todos en la cárcel, si se acaba con el machismo como vienen solicitando ¿de qué van a vivir estos grupos de odiadoras oficiales en contra de los hombres?
Hora era de que alguien se decidiera, en sede parlamentaria, a decirle basta a tanta tontería como nos está dejando un gobierno de, y para la gente, como ellos se proclaman, pero que odia e insulta a una parte de ella y hace leyes en contra de esa odiada mitad. Se mueven bien estas dirigentes políticas en la división, en el enfrentamiento, ese que despertó Zapatero hace unos años y que se está entronizando con Pedro Sánchez en el gobierno.
Al enfrentamiento entre la derecha y la izquierda, los buenos estamos aquí, dijo Zp, los malos están ahí fuera, a esa división se han unido con fervor apasionado las chicas y los chicos de Pam y Podemos contra los hombres. Las mujeres son buenas, los hombres malos. Los hombres somos violadores, las mujeres las violadas. Reitero, los violadores y maltratadores a la cárcel, y que no vuelvan a ver la luz del sol si es lo que ellas quieren, pero a los demás que nos dejen vivir en paz, no es mucho lo que pedimos.
Estamos cansados de ser insultados por estas nuevas feministas de sueldo y subvención público, de ver el odio en sus caras, en sus ojos, en sus pancartas, en sus actos.
