“ETA intentó asesinarme en siete ocasiones, la primera por orden de Josu Ternera”

José Amedo Fouce creció, jugó y estudió con niños que llegaron a dirigir ETA, pero acabó en los servicios de inteligencia del Estado combatiendo a la banda terrorista



ALMERÍA HOY / 03·03·2023

José Amedo Fouce creció, jugó y estudió con niños que llegaron a dirigir ETA, pero él acabó en los servicios de inteligencia del Estado combatiendo a la banda terrorista. Le encargaron hostigarla en su santuario francés; trasladar el “problema” al país vecino para obligarle a cooperar contra la organización de malhechores que desangraba a diario España. Comandó los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) e intentaron matarle. Después, fue condenado a 120 años de cárcel y el juez Garzón quiso usarle para vengarse de Felipe González por no hacerle ministro. Lo cuenta todo en su libro ‘Objetivo Felipe’

- Vamos a hablar de los GAL, señor Amedo, pero es preciso recordar que todo ocurrió en unos años en que la banda terrorista ETA mataba casi todos los días.
- Así es. A mí me intentaron asesinar en siete ocasiones. La primera con 27 años. Dio la orden Josu Ternera, que me estuvo controlando personalmente en Bilbao. No era normal que un jefe de ETA vigilara directamente a un objetivo.
- ¿Quizás porque usted era un objetivo importante?
- Evidentemente.
- ¿Cómo llegó a estar en el centro de la diana de ETA?
- Por las filtraciones que relacionaron en la prensa mi nombre con los GAL. Ya habían hecho mucho daño a la banda.
- Usted llegó muy niño a Bilbao, ¿alguno de sus compañeros de juegos fue después etarra?
- Yo tenía 5 años cuando mi padre nos llevó allí. Crecí y estudié con las primeras generaciones de ETA. En esos años conocí a unos cuantos que acabaron formando parte de la dirección de la organización terrorista. Ellos siguieron ese camino y yo acabé en los servicios de información del Estado. Por eso, cuando se destapó mi nombre, me convertí automáticamente en el principal objetivo de la organización.
- Y le quisieron matar.
- Sí, siete veces, como le decía, y me escapé por casualidad. La primera fue en 1975. Tenía entonces 27 años. Uno de los que preparó el atentado contra Carrero Blanco tenía información sobre mí. Cuando se disponían a asesinarme, los etarras fueron interferidos en el centro de Bilbao por un coche camuflado de la Policía. Les dieron el alto y la emprendieron a tiros con los agentes. Los terroristas cayeron heridos y, al registrarles, encontraron un documento con las instrucciones para matarme. En el hospital confesaron que iban a hacerlo. A partir de ese momento comencé a tomar precauciones más estrictas. Josu Ternera lo supo y encargó a un comando operativo que usara un rifle con mira telescópica para acabar conmigo. Esa información nos la proporcionaron los franceses cuando detuvieron a Santi Potros, a quien incautaron numerosísima documentación.
- ¿Le iban a fulminar a distancia? - Así es. Y de un rifle con mira telescópica no se escapa nadie.
- Tampoco escapa nadie si le estalla una granada en el bolsillo, y usted llevaba una siempre.
- No tenía más remedio. Era una medida de seguridad. En caso de sospechar que me seguía un grupo de etarras, lo primero era tirar la granada y, después, empuñar el arma. Nunca viene uno solo a matarte. Lo hacían en grupos de dos o tres. Un comando completo.
- Pero la metralla también impactaría en usted.
- Ya haría lo posible para evitarlo, aunque es cierto que existía ese riesgo, pero no le quepa la menor duda de que estaba dispuesto a usarla. Si vienen a matarte tienes que defenderte.
- ¿Cuántas veces pensó que era su último minuto de vida?
- No llevé nunca esa cuenta. Recuerdo un día en que estuve hablando sobre un combate de boxeo con un compañero, Fernando Llorente, jefe del archivo del Documento Nacional de Identidad. Era 1973. Me quedé en las inmediaciones de la Jefatura viendo la pelea entre Pedro Carrasco y Armando Ramos. Cuando acabó subí a mi despacho. El comisario me dijo “vete al hospital que acaban de matar a Fernando”. Había conversado con él aquella mañana sobre el combate y, horas después, estaba sobre una losa, cubierto con una sábana y cosido a balazos. No pude evitar pensar que cualquier día estaría yo allí, igual que mi amigo.
- Hablamos de 1973, diez años antes de la creación de los GAL.
- Exactamente. Los GAL empezaron a operar a finales de 1983.
- ¿Se considera usted un leal servidor de España?
- Por supuesto. Yo no trabajaba sólo por el sueldo. Lo hacía también para defender a la sociedad, como todos los funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado.
- ¿Se pasó, tal vez, de la raya en esa defensa?
- Sigo estando convencido de que la orden que se dio de actuar contra ETA en el sur de Francia fue la correcta en aquellos momentos. El Gobierno francés no quería colaborar. Los etarras vivían y cobraban allí el impuesto revolucionario. Yo tenía muchos contactos entre los gendarmes, gente de la OAS [siglas en francés de la Organización del Ejército Secreto, un grupo terrorista galo que actuó contra los independentistas argelinos] y de la Legión Extranjera. Mis superiores lo sabían y me encargaron organizar a los GAL.
- ¿Cómo vivían los etarras en el sur de Francia?
- A su libre albedrío. Contaban con estatus de refugiados políticos y cobraban el impuesto revolucionario. Uno de los lugares en que lo hacían era en Casa Echabe, un bar en el centro de Bayona. Allí podías verlos tomando vinos sin ningún problema. En esa zona entrenaban a los comandos operativos, formados por muchachos reclutados fundamentalmente en las zonas rurales. Tenían sus infraestructuras y negociaban con las autoridades. Yo participé en la primera de esas reuniones junto al entonces ministro Juan José Rosón. En San Juan de Luz había otro bar en el que se pagaba el impuesto revolucionario.
- Porque la extorsión era la fuente financiera de ETA.
- Contaban con gente en todos los bancos. Eran personas vinculadas a Herri Batasuna que les proporcionaban información sobre empresarios que tenían dinero. Algunos de los extorsionados se dirigían a mí. Tenían que pagar por miedo. Yo les facilitaba incluso fotos de los etarras a quienes debían entregar el impuesto revolucionario. Por lo general, la cantidad se negociaba en la casa de un cura en Sokoa. Se llamaba Pierre Larzabal. Solía decir a los empresarios, “hijos, colaborad con estos jóvenes, que están luchando por la liberación de Euskadi”.
- Tras su experiencia, dígame, ¿hay gente que merece morir?
- La idea de los GAL surgió tras una conversación de Felipe González con el presidente francés François Mitterrand, también socialista. Le explicó el problema que ETA suponía a España y que los terroristas, después de matar en nuestro país, se refugiaban en Francia y lo celebraban allí. Pero Mitterrand se negó a colaborar. El propósito de la fundación de los GAL consistía en trasladar el problema al sur del país vecino, una zona preciosa que vivía fundamentalmente del turismo. Finalmente, al trascender los atentados en sus municipios, los empresarios de Hendaya, Bayona, Biarritz, San Juan de luz y toda esa región se levantaron pidiendo a su gobierno poner fin a la situación porque los turistas dejaron de ir. Ése era el objetivo y se consiguió. Cuando Jacques Chirac llegó a la Presidencia en 1986, llamó a González para ofrecer su colaboración. Ahí empezó el fin de ETA.
- Pero, insisto, ¿hay gente que merece morir?
- Manuel Fraga Iribarne dijo que el terrorista muerto no mataba. Ésa es mi respuesta.
- Recuérdenos las circunstancias sociales y políticas en que se crean los GAL.
- Yo conocí muchos cuarteles en el País Vasco. Los hijos de los guardias tenían que ocultar a qué se dedicaban sus padres. Las mujeres de los agentes debían salir protegidas a hacer la compra. Los jefes de puestos de Guipúzcoa estaban atemorizados. Vivían en estado de terror, convencidos de que acabarían matándolos. Conocí a dos inspectores de la Policía que se suicidaron por el pavor que se había instaurado en las fuerzas de seguridad del Estado. Cuando empezaron a operar los GAL en el sur de Francia, todo el mundo celebraba la sangre de los etarras. Ya no nos sentíamos conejillos de indias. Hablamos de los 80, unos años en que ETA mataba todos los días. Sin los GAL, los terroristas habrían conseguido desestabilizar España por completo.
- De hecho, uno de los detonantes del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue el malestar de gran parte de la cúpula militar por los asesinatos de ETA sin percibir una reacción contundente por parte del Gobierno.
- El rey Juan Carlos informó a Felipe González sobre el enfado de los militares. Le habrían asegurado que, si no se actuaba en el sur de Francia, el próximo golpe iría en serio.
- ¿Después del 23-F?
- Sí. Porque los etarras actuaban con un descaro impresionante. Mataban y enseguida estaban celebrándolo en el sur de Francia.
- Dice el investigador Antonio Rubio que el Tribunal Europeo y el de La Haya deberían reconocer a las víctimas de ETA tanto como a las del GAL, ¿usted cree que merecen el mismo respeto los etarras muertos que sus asesinados?
- No tienen nada que ver.
- Ahora que se exprime el recuerdo con la Memoria Histórica, ¿por qué no se reconoce, sin distinciones, a los que lucharon contra el terrorismo?
- Yo puedo decir que la gente me ha felicitado en todas partes y no he recibido ningún reproche. Es que ETA mató a muchos niños. Sólo en el atentado a la Casa Cuartel de Zaragoza asesinaron a cinco o seis criaturas. Fue terrible. Y, luego, insisto, se iban a Francia a celebrarlo sin ningún problema.
- ¿Ha podido hablar después con José Barrionuevo, Sancristóbal, Rafael Vera…? Fueron la cúpula del Ministerio del Interior y todos pasaron por la cárcel. Usted también.
- Me cayeron 120 años. Cumplí 20 sin gozar de plena libertad, doce años en prisión en siete cárceles distintas. En su momento hablé con todos ellos, pero, después, cada uno hemos tomado rumbos diferentes en la vida.
- Ahora, tantos años después, ¿se cuestiona usted la legalidad de lo que hizo?
- Nos atacaban y tuvimos que defendernos. Así de simple. Ahora están sacando de las cárceles a los etarras. La administración vasca les subvenciona con un sueldo mensual y les proporciona viviendas. No tienen ninguna preocupación. Los que me quisieron matar y asesinaron a más de mil personas viven mucho mejor que yo.
- ¿Qué pensión le ha quedado para vivir?
- La mitad de la que me hubiera correspondido de haber terminado mi carrera como comisario.
- ¿Y de las importantes cantidades de dinero que usted manejo de los fondos reservados?
- Yo contaba con muchos contactos en el sur de Francia y los gendarmes tenían prohibido colaborar. Les pagué con fondos reservados durante muchos años. Antes y después del GAL. Para eso usé esos fondos.
- Cuentan las crónicas que ustedes se pegaban unas fiestas opíparas en Portugal cuando iban a reclutar activistas para el GAL.
- En absoluto. Fue un invento de algún periodista. Los fondos reservados estaban controladísimos. Teníamos que justificar a nuestros responsables políticos hasta el último céntimo gastado.
- Recuerdo un titular de ‘El País’ que les acusaba al subinspector Domínguez, que estaba a sus órdenes, y a usted de haberse gastado 15 millones en casinos en menos de dos años.
- Es rotundamente falso. Antes he citado un bar de Francia, Casa Echabe, al que acudían los etarras. Logré captar al dueño. Había sido uno de los primeros miembros de ETA y amnistiado en 1977. Ya sólo se dedicaba a sus negocios y al contrabando con España. Me pasaba información de toda la cúpula de la banda, y cuando me proporcionaba avisos importantes, me exigía quedar en el casino de Biarritz o el de San Sebastián. Yo cambiaba fichas y se las entregaba discretamente para que las cambiara en taquilla por un talón. Era una manera de demostrar, si algún etarra sospechaba de él, que el dinero procedía del juego y no de colaborar con la Policía española. Corría peligro de que le ejecutaran.
- Al GAL se le acusó de chapucero. De las 27 víctimas que abatió, ocho o nueve eran inocentes, ¿tal vez malas informaciones?
- ETA contaba con gran aceptación en el sur de Francia. Los etarras se consideraban herederos de una organización terrorista de allí, Iparretarrak, con los mismos fines. No estaban solos. Se relacionaban con franceses que les proporcionaban apoyo y colaboraban con la banda. Eran daños colaterales cuando estaban con el objetivo. Esas muertes causaban mayor efecto en la población de allí.
- Entonces, ¿no murió ningún inocente a manos del GAL?
- Ninguno. Murieron algunos franceses, pero todos eran colaboradores de ETA.
- Alguien crucial en esta historia fue el juez Baltasar Garzón. Se ocupó del sumario de los Gal y, según usted refleja en su libro, tras no haber sido nombrado ministro, le instó a incriminar a Felipe González a cambio de ciertos beneficios judiciales.
- Así fue. Quiso utilizar el caso Marey [trataba sobre el secuestro de un vendedor de muebles por los GAL al confundirle con un dirigente de ETA] para vengarse de Felipe González por el motivo que usted ha descrito. José Bono captó a Garzón para el PSOE y lo sacó de la Audiencia Nacional con la promesa de que sería ministro. Era su ambición. Nos hizo llegar un mensaje por medio de nuestro abogado. Exigió que no habláramos más del GAL para no joderle su pasado como jurista ni su futuro político. Cuando vio esfumarse sus aspiraciones, decidió ir contra Felipe González. Fui objeto de amenazas y de todo tipo de presiones por parte de Garzón. Nos las expuso en su despacho ante mi abogado y mi subordinado Michel Domínguez, sin la presencia del fiscal. Como yo sospechaba lo que nos iba a proponer, llevé una grabadora y registré sus palabras.
- ¿Qué le propuso?
- Me pidió ayudarle a joder a “este hijo de puta”. Lo dijo literalmente así, porque era muy mal hablado. Me exigió declarar en calidad de arrepentido para señalar a Felipe González como cabeza de los GAL. ¿Quién se iba a creer que tras un montón de años en la cárcel sin declarar nada sobre el tema para no descubrir al Gobierno iba a presentarme ante el juez como un arrepentido porque el señorito se había enfadado al no ser ministro? Insistió en que debía comparecer como arrepentido y le volví a contestar que no podía justificar las actuaciones que me solicitaba. Me amenazó con abrirme otro sumario y meterme en la cárcel y, cuando saliera de prisión, incoarme otra querella para volver a encerrarme. Así pensaba tenerme, entrando y saliendo en prisión, hasta la muerte.
- ¿Qué papel jugó en todo esto Pedro J. Ramírez?
- Siempre le gustó estar al lado del poder.
- Pero crujió fuerte a Felipe González por el asunto GAL.
- Porque quería que Aznar desbancara a Felipe González. Fue uno de los periodistas que más me persiguió por el asunto GAL. Es un ambicioso al mismo nivel que Garzón. Cuando el juez abandonó la política, comieron juntos en un reservado del restaurante Príncipe y Serrano. Le explicó a Ramírez lo que quería hacer y le pidió que controlase la onda expansiva mediática que se produciría cuando los testigos e investigados comenzásemos a declarar. Y Pedro J. se lo transmitía todo inmediatamente a José María Aznar. Un día se comprometió a llevar a Álvarez Cascos a su despacho para prometernos que, si declarábamos contra Felipe González, seríamos indultados en el momento en que el PP llegase al poder. Ése era Pedro J..
- ¿Y Bildu? ¿qué es para usted?
- Los herederos políticos de ETA militar. La organización terrorista fue derrotada policialmente, pero, ideológicamente, está más viva que nunca ¡Quién nos iba a decir que un presidente del Gobierno de España acabaría firmando leyes de Estado con el apoyo del brazo político de ETA! ¡Increíble!
- ¿Cuál habría sido el final correcto para el asunto de los GAL?
- Es una cuestión de Estado muy delicada. Nos prometieron institucionalmente que, cuando se acabara con ETA, nos rehabilitarían. Pero aquí sólo han restituido a Arnaldo Otegi, que estuvo en un comando ejecutivo de ETA en el sur de Francia, y a todos los etarras que han sacado de las cárceles.
- ¿Qué siente usted cuando llega a su pueblo un etarra recién salido de la cárcel, como Bolinaga, y le rinden un homenaje?
- Están blanqueando su pasado, y el primero en hacerlo es el Gobierno del PNV, que los subvenciona. Existe un pacto entre las secciones vascas de Podemos y el PSOE para desplazar al PNV y colocar a Otegi como presidente de la Comunidad Autónoma con el objetivo de fundar la República Vasca Independiente.
- El PNV quiere introducir en la Constitución el derecho a la autodeterminación.
- ETA ha conseguido bastante más desde que está en política que cuando pegaban tiros. Como no caiga pronto este Gobierno, van a conseguir la independencia por la cara.
- ¿Ejecutó usted alguna vez a alguien?
- Personalmente, nunca.
- ¿Brindó cuando cayó algún objetivo?
- Desde luego, no me eché a llorar.