¡Con flores a María!


..

PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Si fuera el mes de mayo cantaríamos aquello de: “con flores a María, que madre nuestra es”. ¿Cómo seguía la canción qué ya no me acuerdo? Hay que ver lo que hacen los años, madre del amor hermoso. Esto lo cantábamos los críos en los primeros años de la década de los cincuenta. Algunos de ustedes, tienen suerte, ni habían nacido.

Hace unas semanas, quizás un mes, se celebraba en el Restaurante Aniceto, una celebración a la que acudió toda la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Almería.

Un momento, seamos sinceros, toda la Corporación no, la oposición, con Adriana, Carmen Miguel, Rojas, que uno sepa, no acudió. No me pregunten si es que no fue invitada, aunque me supongo, es de imaginar que, si no fueron, es porque no estuvieron invitados a la fiesta. Quien sí lo hizo fue casi todo el equipo de gobierno, con la primera alcaldesa al frente, María Vázquez.

¿Qué se celebraba se preguntarán ustedes?

¡Pero qué curiosos son!

Bueno, lo voy a contar. Además, si no lo hago reviento, así qué, vamos a ello.

Una Asociación, aseguran de buena gente, la de Venta Gaspar, que celebraba sus veinticincos años de vida y movimiento. A los veinticinco ya se sabe se celebran las bodas de plata, en este caso las del esfuerzo de unas mujeres y de unos hombres por su barrio y sus vecinos. Verán que aprendo del colectivo igualitario de la Montero, primero las mujeres, luego, y si queda algún renglón libre, los hombres. Ya no sé si esto es inclusivo o simplemente peloteo, pero algo es, estoy seguro.

Volvamos al Aniceto y a la Asociación de Venta Gaspar.

Dicen las vecinas que funciona muy bien, y especialmente gracias a un mujer que se viene dejando la vida por ellas y sus necesidades, le llaman la alcaldesa, y no es María, y también por las de ellos, sí, también por la de ellos, los hombres.

¿Les he dicho que estaba presente en la fiesta el equipo del Partido Popular en el Ayuntamiento?

Pues estaba.

¿Y que al frente lo hacía la alcaldesa, María Vázquez?

Pues lo hacía.

Era, como les diría yo, un canto a la vida, a la alegría. Todo eran sonrisas, felicitaciones. Hay una cuestión que no me han contado, lo de las velas. ¿Cómo se me ha podido escapar una cosa así? Me estoy volviendo viejo, viejo no, que no le gusta a mi amigo Antonio del hermoso pueblo de Abla, mayor. Ahora no les puedo confirmar a ustedes si hubo velas en el cumpleaños de la asociación sobre la tarta, supongo que sí, tampoco si alguien sopló y apagó las veinticinco, y si el apagón fue de los de Endesa, de un tirón y sin miramientos. Tampoco sé si lo hizo María Vázquez, la alcaldesa, o en su lugar la mujer que se esfuerza y lucha por estas vecinas, y por sus vecinos. Que en eso ella es muy mirá. Tendré que contarles en otra ocasión qué mujer de las dos apagó las velas.

Se me ha quedao un regomello en el cuerpo al no poder hacerlo ahora.

En esa alegría que reinaba en el restaurante, con sus viandas y sus vinos, sus sonrisas y sus abrazos, una ciudadana, tenía que ser evidentemente una mujer, lo mismo es que no había hombres, otra cuestión que tendré que preguntar, se acercó a la alcaldesa, la que deberá revalidar su cargo al final de mayo ante los ciudadanos, el de las flores a María que madre nuestra es, y le preguntó:

Alcaldesa ¿cuándo va usted a poner bonita Almería?

¡Bonita, bonita y bonita! ¡Guapa, guapa y guapa!

Y María Vázquez, la primera alcaldesa, en medio de la alegría de una celebración le contestó, con una amplia sonrisa en los labios que llenaba su cara:

¡Voy a llenar de flores Almería!

¡Flores, flores y flores!

¿Cuándo? Se preguntarán ustedes. En el mes de mayo, el de las flores a María que alcaldesa nuestra es.

Y colorín, colorado, este cuento por hoy se ha acabado. Pero con flores, muchas flores poniendo bonita y guapa a Almería.