“La ficción es hermana gemela de la realidad”

Juan Manuel Gil acaba de publicar 'La flor del rayo', su primer trabajo tras recibir en 2019 el premio Biblioteca Breve de Seix Barral



ALMERÍA HOY / 21·01·2023

- Acaba de publicar una nueva novela y repite narrador en primera persona que se llama como usted, ¿un sello propio para ser reconocido?
- En este caso, confluyeron dos situaciones que me salieron al paso y acabaron propiciando ‘La flor del rayo’. En primer lugar, un día, paseando por las inmediaciones de mi casa, observé cómo una familia vivía en una casa que yo creía abandonada. A través de un ventanal los vi jubilosamente cenando y escuchando música clásica. Aquello me trastornó. Acababa de desmoronarse ante mis narices una creencia que tenía por segura, como era el abandono de esa vivienda. Empecé a reflexionar sobre lo que podía esconderse detrás de esa imagen. Acumulé bastante material, no obstante, me faltaba algo esencial: cómo contar la historia. Sin eso, era imposible comenzar. Entonces recordé un momento muy importante. Cuando gané el premio Biblioteca Breve, el primer periodista que se me acercó me preguntó si conseguiría superar la presión de un galardón tan importante como el que acababa de recibir. No le presté mayor relevancia. Respondí que lo haría con mucha alegría y creo que también añadí que con pasión, entusiasmo y algo más. Pero la pregunta quedó en el aire y volvió a mí algún tiempo después. Pensé que la nueva novela podría contarla ese narrador bloqueado tras recibir un premio. Fue el origen del libro. El chispazo que hizo arder toda la leña que tenía acopiada sobre mi mesa.
- Aquel periodista te preguntaba por la presión que supone seguir estando a la altura de un premio tan importante como el Biblioteca Breve, pero, formar parte de la nomenclatura de una editorial como Seix Barral, ¿te ha liberado de esa otra que significa escribir a la intemperie, sin saber si tu obra acabará publicada?
- El acto de escribir sigue siendo el mismo, aunque uno tiene la sensación de que, en cuanto a la edición y publicación, has salido de esa intemperie que señalas; del frío e incertidumbre sobre si alguien te leerá; de si recibirás una sucesión de negativas o algo peor, como es la indiferencia, porque ni tan siquiera te contestan. En ese sentido sales de la intemperie. Por otro lado, he de reconocer que contar con Elena Ramírez y el equipo de Seix Barral me proporciona un sosiego y una tranquilidad muy grande. Me transmiten muchísimo entusiasmo. Han depositado en mí una confianza enorme. El vértigo me viene ahora, cuando empiezo a recibir señales de la temperatura con que los lectores reaccionan tras leer ‘La flor del rayo’.
- ¿Cómo percibes ahora al lector? ¿más exigente, tal vez, por lo que cabría esperar de un escritor de una editorial importante o, precisamente por eso, con mayor indulgencia?
- Aún no lo sé. Mi recorrido en Seix Barral es muy corto. Éste es mi segundo libro, y el primero venía avalado por un premio importante y contó con una acogida muy generosa. Considero que ese exiguo bagaje, más que indulgencia o exigencia, ha generado expectativa. Quienes se divirtieron con ‘Trigo limpio’ [novela ganadora del premio Biblioteca Breve 2021], ahora se acercan a ‘La flor del rayo’ con esperanza. Esperan que les guste tanto o más que el anterior. Esa expectativa me genera un cierto vértigo. Por otra parte, se trata de una sensación intrínseca al escritor, que se enfrenta permanentemente al lector. Con unos conecta y con otros no. Yo he notado esas ganas de abrir el libro con la incertidumbre de qué se va a encontrar en sus páginas y si va a lograr estimularles. Ni exigencia ni indulgencia. El lector no se propone examinar al autor, sino sentir, divertirse, hacerse preguntas a partir de un libro. Va con ganas de disfrutar con la experiencia lectora.
- ¿Sentiste ese vértigo al escribir ‘La flor del rayo’?
- Me ayudó a no sentirlo demasiado que las semillas de esta novela las tenía sembradas antes de recibir el premio. Yo ya contaba con la luz en la casa abandonada y la mayor parte del material que necesitaba para escribir la nueva novela. Estaba en el camino de la obra. No me enfrentaba al vacío, y eso es fundamental. Aun así, tenía que abrir la puerta del despacho y sentarme a teclear en el portátil. Podía ocurrir que el vértigo me paralizara en cierta medida. Para prevenir esa posibilidad, antes de arrancarme a escribir la historia tal y como la concebí a partir de la pregunta de aquel periodista, me entregué a un ejercicio de reflexión sobre cómo afrontaría el reto de ‘La flor del rayo’. Me di cuenta de que debía defender mi propuesta de escritura: rigor y entusiasmo. Son las dos columnas fundamentales de mi obra. He intentado que no entrara a mi despacho nada que no estuviera antes. Intenté dejar fuera todo lo que había generado el libro anterior; las reseñas que le habían dedicado; los fogonazos de la promoción y de esa otra vida literaria que me abrió ‘Trigo limpio’ y el premio Biblioteca Breve. Creo que me salió bien. Reconozco que, al principio, me costó un poquito, pero, al final, como siempre había hecho, me dejé llevar por la historia que quería contar y conseguí que el narrador se sintiera completamente esperanzado.
- Y al cerrar la puerta del despacho, no dejó que lo abandonara ese humor tan irónico que acostumbra usar en sus novelas.
- Absolutamente. Forma parte del sustrato de mis libros, especialmente en ‘Un hombre bajo el agua’ y ‘Trigo limpio’. El humor es una de las señas de la tradición literaria española y de mi formación como lector, junto a la parodia, el esperpento y ciertas casualidades rocambolescas. Trato de utilizar la realidad como una puerta a la ficción, que es lo que a mí realmente me entusiasma. En mis novelas siempre he procurado que exista un equilibrio entre realidad y ficción. Entre nuestra vida, como estado material en que sentimos dolores y alegría, usamos constantemente la fabulación. Estamos permanentemente proyectando, imaginando, pensando y deduciendo. Todos esos actos cuentan con un componente muy importante de ficción. En ese sentido, la realidad no puede ser entendida en su complejidad sin tener en cuenta que la ficción es su hermana gemela.
- ¿Encontramos ahogados o túneles en ‘La flor del rayo’, como en sus dos predecesoras?
- Hay una casa que simboliza el misterio, la pregunta, el enigma, el resorte que en literatura te empuja hacia adelante. Pero, sobre todo, cuenta con un personaje convencido de que la literatura puede arreglar su vida y, al mismo tiempo, su vida puede arreglar la literatura. En cierta manera, tiene trastornada su manera de mirar. Eso es un drama para él, porque no entiende lo que le ocurre. Hay un momento en que el escritor le dice a su mujer “no entiendo lo que nos está pasando”. Ella le responde “lo sé, pero no te preocupes, que lo entenderás más adelante, cuando lo hayas escrito, porque es en ese momento cuando tú entiendes las cosas”. Eso es un drama, porque si necesitas escribir una novela de cuatrocientas páginas para entender lo que te está sucediendo, significa que lo harás tarde y, muy probablemente, ya no tenga solución. Es una de las grandes tragedias que sufre el protagonista, aunque existen otras historias en el libro. Le vamos a acompañar con trazas de humor, de parodia e ironía, pero también de gravedad, seriedad, dolor y de otros asuntos importantes de la vida en su camino por el filo de un precipicio del que parece no ser muy consciente.
- Para terminar, ¿ha cambiado mucho la literatura la vida de Juan Manuel Gil en estos dos últimos años, tras el premio Biblioteca Breve?
- La vida propiamente dicha no. Sí la relación con el mundo editorial. Mis libros están en todas las librerías; recibo más información de mis lectores y tengo de la confianza de una gran editorial. Eso significa que mi relación con la literatura es más gozosa. En términos generales, soy más feliz. Cuando recibí el premio, mi vida estaba ya en un momento que me gustaba. No ansiaba ningún cambio, pero es cierto que formar parte de Seix Barral me ha aportado una gran alegría.