¡Hasta los mismísimos de ecologistas, jueces y políticos cobardes!


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Así anda el personal veinte años después tras el lío, follón, esperpento, escándalo que se viene viviendo en torno al hotel de El Algarrobico por culpa de políticos, jueces y ecologistas con barco o sin él.

Sentencias y más sentencias se van sumando a lo largo de estas dos décadas, dos, en las que en una se dicta lo contrario que en la otra. ¡Estos jueces!

Veinte años después de la primera que paralizaba las obras, recuerdan aquel juez paisano de Berja, el Supremo viene a decirnos que la licencia es en la actualidad “plenamente legal”.

¡Toma sentencia!

¿Cómo se le ha debido quedar el cuerpo a aquel juez que paralizó las obras?

Si la licencia es plenamente legal hoy, ¿hace veinte años no lo era? No debía serlo si un juez paralizó las obras que estaban dando los últimos retoques al hotel.

Y si entonces no lo era, ¿cómo es que ahora sí lo es?

Esto no hay quién lo entienda, pero parece evidente que prevalece el criterio del Supremo, por lo que habría que preguntar si aquella primera sentencia fue una equivocación, un error que puede tener cualquiera, y sobre la que se montó el gran espectáculo que hemos vivido durante estos años. Y digo error, porque de lo contrario, habría que pensar que la sentencia podría ser contemplada, me dice algún abogado, como una “posible” prevaricación.

Que venga el muñidor Conde Pumpido y nos lo cuente.

Los ecologistas del barco apretaron con la paralización y la consiguieron, los políticos cobardeando en tablas lo permitieron y dieron todos los pasos que les pedían los señores de la tierra. ¿Y los jueces? eso, y los jueces ¿a qué jugaban? ¿Dictaban las sentencias según intereses políticos, ecologistas, económicos? Sería interesante saberlo.

Pumpido, dicen que eres el mejor. Una aclaración tuya, por favor.

Había que derribar el edificio, y los ecologistas del barco volvieron a las andadas, los políticos apoyaban la petición, e incluso dicen que tienen preparado el dinero que tendrán que pagar por el mismo, dinero que como es lógico no sale de sus bolsillos, si lo hiciera, si lo tuvieran que pagar de sus pecunios particulares, ni las obras del dichoso hotel se habrían paralizado, pero como ellos se ponen de perfil con el dinero de todos nosotros, de hacerle frente a los chicos del barco ni mijita. A las tablas a cobardear, señores, que es donde ustedes sienten seguros.

En estos veinte años, dos décadas, ha habido sentencias para todos los gustos y de todos los tribunales (solo falta la egregia palabra de Conde Pumpido, díganos la suya distinguida toga del constitucional), el supremo acaba de poner la puntilla a esta larga y negra espera. La licencia es “plenamente legal”. El derribo parece alejarse en el tiempo. ¿Y qué hacemos ahora?

¿No les da vergüenza a ustedes, señores jueces y políticos, lo que ha venido ocurriendo en estas dos décadas? ¿No se sienten ustedes culpables del esperpento que está resultando la historia del Algarrobico? Los ciudadanos sí nos sentimos manipulados por ustedes, unos por sus sentencias, los otros por sus cobardes posturas.

Esperemos la próxima decisión de sus señorías, no me creo que esta sea la última, estamos convencidos de que la leyenda negra del hotel de Carboneras no se ha terminado aún.

Por cierto, la viñeta de Moreno hace unos días en Diario de Almería sobre las sentencias, simplemente genial.