¿A quién no le gusta una Mesa?


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Lo de estar sentado o tener una Mesa cerca me encanta, no lo puedo remediar. Los buenos ratos en torno a ellas se viven, se disfrutan y se comparten. Se llenan de familiares, de amigos. Se discute de política, de fútbol, se come y se bebe; y si es redonda, tiene un brasero y entre sus faldillas se puede jugar a esconder las manos para calentárselas en días de duro invierno, como los que estamos viviendo.

En el apartado de ratos buenos y de compartir no solo hay que pensar en las Mesas. ¿Estará conmigo? Estoy de acuerdo, pero me parece que me está usted pensando en otros desarrollos del bienestar humano, en el que no pensaba en estos momentos. Vamos, no me sea usted hipócrita, cuando mencionaba las faldas de camilla, el picón y jugar a calentarse las manos no estaba pensando algo parecido. Me ha pillado, tiene usted razón, pensaba en aquellos juegos de nuestra juventud con la vecina o la amiga de mi hermana.

¿Me permita que vuelva a las Mesas? Claro, hombre, como no.

Las de Navidad me vuelven mejor persona, las de los bares me chiflan, las de billar tuvieron su época en mi juventud, las del póker abierto levantaban mi adrenalina. Podría estar hablándoles de Mesas a las que me senté, partidas a las que jugué y fichas a las que comí, pero al final sería una pesadez tanta Mesa, tanta Mesa, y ¿para qué?

Eso María Vázquez, ¿para qué otra Mesa?

Por la Historia de nuestra ciudad han pasado decenas de Mesas creadas por el político de turno o por el dirigente empresarial o sindical que han acabado en el triste olvido. No creo que tenga que hacerte un listado de las creadas a lo largo de los años, tienes asesores y bien pagados con el dinero de los ciudadanos que te lo pueden hacer. Pero que no se les olvide explicarte lo que ha quedado de ellas y para lo que han servido durante el tiempo que han estado jugando a hacer famoso a algún dirigente con ínfulas.

No me creía, para qué decirte lo contrario, que una de tus grandes ideas para la ciudad era la de crear una nueva Mesa. Pensé que sabías de sobra para lo que sirven las mismas, ya veo que no. Hasta ahora, querida María, no ha servido para nada ninguna. La más vieja, la que más años lleva, la del caballo de hierro de Tejada, ahí la tienes, luchando, y ¿para qué? ¿Alguien le hace caso? ¿Se la toma en serio alguna administración? Y no será porque Tejada y sus chicos no están en la lucha. Pero sois vosotros, los políticos los que no les hacéis ni puñetero caso, y vas tú y creas una.

Claro que, si de lo que se trata es de entretener al personal, de que creamos que estás trabajando y preocupada por la conectividad de la ciudad y de la provincia, pues nada, sigue por ese camino y creando Mesas. Crea una Mesa por la limpieza, otra por la iluminación de las calles del centro, otra por la creación de plazas en la ciudad, que hacen mucha falta. No estaría de más una Mesa para quitar la zona del Paseo, esa que nadie sabe para qué se hizo. Una Mesa para la construcción de un aparcamiento subterráneo en la plaza Vieja, no le vendría mal a esa zona del centro. Si hablas con Magdalena Cantero, te podrá orientar sobre todas las Mesas que se pueden crear en el casco histórico, y que serían necesarias.

¡Será por Mesas, María! Puedes montar tropecientas mil, y te faltarían algunas.

Pues nada mujer, a por ellas, que por Mesas no sea. Tienes que entretener al personal.