El primer viaje de María Vázquez a Sevilla


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Desde hace muchos años, los políticos, y no solo ellos, viajaban a Sevilla o Madrid en busca de respuestas a los problemas de nuestra tierra. Desde las viejas diligencias, pasando por aquellos trenes de madera y carbonilla ¡niño, no te asomes por la ventanilla! te podía entrar un trozo de carbón en un ojos, y los desaparecidos Seat 1430 ha llovido lo que no está en los escritos. Hoy los desplazamientos de nuestros gerifaltes son más cómodos, no lo hacen sobre los caminos de hierro porque los trenes (aseguran que existe uno al que llaman AVE y que es la rehostia, aunque por estas tierras no se le ha visto todavía) siguen siendo una asignatura pendiente, pero tienen bólidos de alta gama, un chofer que los maneja, y los fulgurantes aviones que cruzan los cielos dejando una estela de combustible en las nubes, ahora que quieren racionar su consumo.

María, la alcaldesa, se nos fue unos días a Sevilla. La mujer quería tentar en vivo y en directo lo que desde el gobierno de la Junta están por hacer en esta y por esta. Cuentan las crónicas que se fue con miles de deseos debajo del brazo. No sea exagero, bueno con cientos, vamos con decenas. Vale, con un par de ellas. Se reunió con famosos y famosas, mando fotos a la familia, a los amigos y a los medios que la quieren y la cuidan, también a los que la adoran menos, pero con los que hay que intentar estar bien.

¿Y cómo se volvió a casa?

No estoy muy seguro. Creo que no lo hizo en tren. El llamado, tan esperado y famoso Ave no se conoce por estos andurriales. No pudo venir la señora por lo tanto en el tan apreciado caballo de hierro. Es posible que lo hiciera en avión. Tenemos unos cuantos viajes a la semana con la lejana Sevilla. En uno de ellos pudo regresar. Claro que lo más cómodo para ella era su bólido de alta gama, su chofer y su autovía, con parada en algún Abades, donde la seriedad y la frialdad brillan en todo su esplendor. Siempre me he preguntado, cuando me he parado en alguno de ellos, si los Abades son del sur. No tienen repajolera gracia, te obligan a unas colas que ni en los años del estraperlo y el personal parece que lo eligen con mala cara.

Y nada, ya está en casa María. De nuevo en su despacho. ¿Qué te has traído María? Los medios recogieron los deseos con los que hiciste el viaje, pero no hemos leído o escuchado los resultados del mismo.

No sean ustedes quisquillosos. Era el primer viaje, hay que tenerlo en cuenta, y no se le puede exigir a la mujer que llegara y el padre Betis le diera sus bendiciones y la colmara de gracias. Las bendiciones se las dio, estoy convencido, pero han quedado para un próximo viaje en el que seguir hablando sobre las carencias de esta ciudad. Pero la señora viene satisfecha del encuentro mantenido. La gente en Sevilla la ha tratado con mucho cariño, especialmente algún consejero azul, al que por Almería empiezan a llamar “pitufo”. No por nada, solo es por el color azul, no piensen mal, que les veo las intenciones.

María, estoy contigo, en el próximo viaje seguro que te traes la maleta llena. De qué, no importa, pero repleta de promesas.