“En Los Gallardos viví los mejores años de mi vida”

A sus 45 años ha cosechado cinco medallas en otros tantos campeonatos del mundo. La última, un bronce en las Olimpiadas de Tokio de 2020



ALMERÍA HOY / 17·09·2022

- Usted, ciclista, obtuvo la medalla de bronce en las últimas Paraolimpiadas, ¿a qué distancia quedó del oro?
- A menos de un segundo. Apenas nueve décimas.
- ¿Frustra quedar tan cerca?
- En absoluto. Son pruebas muy cortas en las que te lo juegas todo en 40 segundos. Logramos el bronce con sólo dos décimas por encima de Francia, que quedó cuarta y fuera del pódium. Por eso hay que disfrutar cuando salen bien las cosas, porque, en cualquier disciplina deportiva, lo más normal es que pierdas.
- ¿Cómo se llega a competir en pruebas de tan alto nivel?
- Ocurre casi sin darte cuenta. Es fruto de una progresión continua. Empiezas compitiendo a buen nivel en pruebas nacionales. Después, sales de España y sigues en cabeza. A medida que cumples años, maduras y sientes que puedes defender a tu país. Es muy importante el temple que adquieres con la edad para estar arriba.
- Supongo que al nivel en que usted compite contará con lo más avanzado de la tecnología.
- No crea. En el día a día usamos material común y entrenamos en velódromos de cemento, que es la superficie más dura. Sin embargo, en la competición sí utilizamos los cuadros más ligeros, cadenas de última generación y las ruedas que han superado los test más exigentes. Notamos tal cambio que volamos literalmente. En esos momentos somos conscientes de que el camino correcto es el de prepararse con austeridad.
- Llama la atención que España obtiene mejores resultados en el deporte adaptado que en el convencional, ¿a qué se debe?
- Dicen que las comparaciones son odiosas y puedo corroborar que es cierto. Cada país tiene sus ventajas e inconvenientes. Los españoles sabemos que el oro y la plata son inaccesibles para nosotros porque las federaciones de otros países cuentan con presupuestos muy superiores al nuestro. En cualquier caso, el número de medallas no depende únicamente de la preparación, sino también del presupuesto de que dispone cada federación. Una plaza para disputar el Campeonato del Mundo o unas Olimpiadas se consigue a base de sumar puntos en otras competiciones. Todos disponemos de cuatro años para conseguirlo. Ahora bien, si tu federación tiene más dinero, podrá pagarte la participación en más pruebas y, de esa manera, tendrás más oportunidades de incrementar tu puntuación que si sólo alcanza para presentarte en dos. Me parece un sistema muy injusto. Se quedan fuera muchos deportistas muy grandes.
- En cualquier caso, ustedes destacan con respecto a otros países.
- Supongo que se deberá a las diferencias de presupuesto con el resto, porque el sistema de participación es idéntico.
- ¿Qué consecuencias tiene para el deportista una medalla de bronce en unos Juegos Olímpicos?
- Para mí, disfrutar muchísimo. Aún lo hago. Además, me ha permitido ser pregonero de las fiestas de Los Gallardos, el pueblo que me vio crecer.
- Me refiero al ámbito de lo deportivo. Sabemos que las Olimpiadas de deporte adaptado no gozan de las mismas atenciones que las otras.
- Pero eso está cambiando. Ahora disfrutamos de las mismas instalaciones y las mismas villas. El Comité Olímpico Internacional (COI) está desarrollando una política que tiende a equiparar el deporte paralímpico. Nuestra competición sucede inmediatamente a la del primer nivel tanto en los Juegos como en los Mundiales. En ocasiones, incluso llegan a desarrollarse algunas pruebas de manera conjunta. El objetivo es celebrar una única competición. Hasta entonces, se irán entremezclando.
- ¿Es mucha la diferencia que existe entre las retribuciones de un deportista adaptado con las que percibe otro que no lo sea?
- En España se está equiparando el sistema de becas. Eso sí, si no hay medalla tampoco hay ayuda. En cualquier caso, no dan para vivir. Tienes que buscarte la vida.
- ¿En qué se la busca usted?
- Soy autónomo. Tengo una empresa de control de calidad de tuberías por medio de robots que las recorren para encontrar averías.
- Volvamos a Los Gallardos, ¿qué recuerdos guarda?
- Sobre todo, el de los mejores años de mi vida. Sin preocupaciones. Sólo tenía que sacar buenas notas para que mis padres me enviaran a pasar el verano entero. Entonces me dedicaba a jugar y a saltar de balsa en balsa. Daba igual la hora que fuera, incluso a las dos de la tarde con todo el chicharrete. Recuerdo que me castigaban casi todos los días, pero me daba igual. Siempre me escapaba para volver a las andadas. Era vivir sin miedo.
- ¿Su familia ha estado siempre ligada a Los Gallardos?
- ¡Y tanto! Imagínese: Mi segundo apellido es Gallardo. Sigo en contacto permanente. Cada vez hay más interés por el ciclismo en el pueblo. Incluso existe un club. Me acerco siempre que puedo y hacemos rutillas.
- ¿Se juntaba de niño con Fran, el alcalde? Deben ser de la misma quinta.
- Yo soy un año más joven.
- Prácticamente iguales.
- A esa edad, un año era suficiente diferencia como para respetarle. Además, él tenía mucho cuerpo y nos zurraba a todos. Hablo de fútbol. Él jugaba de central al estilo Pepe.
- O sea, que las entradas del alcalde eran fuertes.
- Cuando me pasaban la pelota y le veía venir, yo prefería salir corriendo. Él era muy fuerte entonces. Puede hacer una prueba: Dele la mano y sabrá lo que le digo. En eso ha salido a los Serrano. Todos aprietan mucho. Son una familia de gente noble y muy trabajadora.
- Parece que le conoce bien.
- Hemos compartido calle y teníamos un vínculo muy especial su familia y la mía.