“El rey recompensó a Elcano por la primera vuelta al mundo con una pensión que nunca le pagó”

El 6 de septiembre se cumplirán 500 años de la primera circunnavegación de la Tierra, una gesta de enorme trascendencia para la Humanidad que abrió nuevos horizontes. Para conmemorar y recordar la hazaña, el conocido historiador José Calvo Poyato hablará sobre ella en Antas este martes



ALMERÍA HOY / 03·09·2022

El 6 de septiembre se cumplirán 500 años de la primera circunnavegación del mundo, una gesta de enorme trascendencia para la Humanidad que abrió nuevos horizontes a la Humanidad. Aunque fue iniciativa de un portugués, no hubiera sido posible sin la visión de un rey español, Carlos I, y la pericia de otro compatriota, Elcano. El historiador José Calvo ha investigado y plasmado la odisea en un libro, ‘La ruta infinita’, y culmionado la biografía del navegante en otra, ‘La travesía final’. Hemos hablado con él acerca de esa apasionante aventura, sobre la qie hablará este martes en Antas en el marco del Prólogo cultural de la Feria.

- Una de las epopeyas más extraordinarias de la Humanidad fue culminada por un español, Juan Sebastián Elcano, pero iniciada por un portugués. Para empezar, dígame, ¿por qué decidió Magallanes buscar la complicidad del rey de España?
- Llegó a Castilla en septiembre de 1517. Se marchó de Lisboa por los agravios recibidos del monarca portugués. A pesar de los servicios prestados a la Corona, era continuamente ninguneado. Manuel I ni siquiera escuchaba sus proyectos y se negó a subirle su magra pensión de lisiado en una batalla en África.
- ¿Qué edad tenía cuando empezó el viaje?
- No se sabe con absoluta certeza, pero alrededor de 40. Existen diversas teorías sobre la fecha de su nacimiento, que unos sitúan en 1475 y otros en 1480. También hay disparidad sobre la ciudad que le vio nacer. Cuando abandonó Portugal recaló en Sevilla. Allí trabó relaciones muy provechosas con algunos miembros de la Casa de la Contratación y, fundamentalmente, con Diego Barbosa, padre de Beatriz, con quien contrajo matrimonio. Después marchó a Valladolid a presentar su proyecto de abrir una nueva ruta hacia las Islas de las Especias -rechazado por Manuel I- al recién llegado Carlos I, quien decidió financiarlo y firmó un acuerdo que ha pasado a la Historia como las Capitulaciones de Valladolid.
- Magallanes portugués y Elcano vasco, ¿dónde se conocieron?
- Tuvo que ser en Sevilla, durante la contratación de tripulantes para las cinco naos que compondrían la expedición. A 50 por nave, hizo falta enrolar a 250 marinos. Uno de ellos fue Elcano, que entonces tenía importantes problemas.
- Y tanto. Era un prófugo de la Justicia.
- ‘Sensu stricto’, sí, pero es preciso conocer por qué huía. Él tenía un barco y, en un momento dado, sufrió problemas de liquidez derivados de la tardanza de la Hacienda Real en pagarle unos trabajos. Para sortear la situación, pidió dinero a unos prestamistas genoveses ofreciendo el barco como garantía. Pensaba que el rey le pagaría antes de que llegara el día del vencimiento, sin embargo, no fue así. Tuvo que entregar la nave a sus acreedores. En aquel tiempo, la ley prohibía taxativamente la venta de embarcaciones a extranjeros y, por tanto, Elcano cometió un delito y fue condenado.
- ¿Injustamente?
- La ley existía y el juez la aplicó. Lo injusto fue que Hacienda no le pagara con la debida diligencia. No obstante, desde la perspectiva actual, sirvió para que Magallanes le contratara como maestre y se embarcara en una de las empresas más importantes realizadas por el hombre a lo largo de la Historia.
- ¿Cuál era la categoría de un maestre en el escalafón?
- Era el tercero de a bordo en un barco. Primero estaba el capitán, después el piloto y, a continuación, el maestre, antes que el contramaestre. Se trataba de un puesto esencial. Estaba en contacto directo y permanente con toda la tripulación. Atendía sus necesidades del día a día en su nao. En el caso de Elcano, la Concepción.
- Usted trata con cierta relevancia en esta Historia a Rui Faleiro, ¿quién fue este señor?
- Un personaje muy atractivo por diversas razones. Oro molido para un novelista. Tenía dos caras bien diferentes. Por un lado, se trataba de un cartógrafo y cosmógrafo extraordinario. Sin duda alguna, uno de los mejores de la época. Hasta tal punto llegaba su reputación, que Magallanes lo llevó consigo a Valladolid para avalar su proyecto ante la Corte. Su firma está estampada en el documento de las Capitulaciones. Puso sus escuadras a disposición de la empresa, sin embargo, no llegó a embarcar.
- ¿Por qué?
- Porque Magallanes conocía muy bien la otra cara de Rui Faleiro. El mismo cuerpo del científico albergaba a un crápula y un libertino de lo más exagerado. Un auténtico ‘viva la vida’. Frecuentaba las mancebías y trasegaba el vino por azumbres, cuando no por cántaras [medidas equivalentes a 2 y 16 litros respectivamente]. Eso constituía un enorme peligro de consecuencias impredecibles. Todos sabemos que la embriaguez suelta la lengua, y los mapas eran considerados secretos de Estado en aquellos tiempos. Por eso, llegado el momento de zarpar, fue apartado de la empresa y no embarcó. Era un hombre extraordinario, pero muy de carne y hueso.
- ¿Cuáles fueron los términos de las Capitulaciones?
- Por una parte, el rey aportaba cinco naos debidamente aparejadas para conseguir tres objetivos. El primero consistía en viajar desde el Atlántico al Mar del Sur, que era como se conocía entonces al Índico. En segundo lugar, abrir una ruta hacia las Islas de las Especias, las actuales Molucas, sin salir del hemisferio español. Cabe recordar que España y Portugal se habían repartido el mundo en el Tratado de Tordesillas. Por último, comprobar en qué hemisferio estaba el citado archipiélago. Esto último era muy importante. Las especias reportaban mucho dinero y, si las islas en que se producían estaban en nuestro hemisferio, eran nuestras y, por tanto, España sería un país enormemente rico. Pero, además, las Capitulaciones estipulaban que el tornaviaje, es decir, el regreso, debía realizarse por la misma ruta de la ida. Se prohibía expresamente intentar dar la vuelta al mundo.
- Es conocido el alto valor que tenían entonces las especias, pero ¿tanto?
- Altísimo. Hoy compramos por uno o dos euros un bote lleno de granos de pimienta, sin embargo, en el siglo XVI, su coste era elevadísimo. Las especias servían para sazonar y potenciar el sabor de los alimentos, pero también para conservarlos. Eso era muy importante en una época sin las técnicas de conserva de hoy.
- ¿De qué especias hablamos?
- De muchas. Clavo, pimienta, vainilla, canela… Para hacernos una idea de su valor, baste con saber que sólo con el clavo que llegó a bordo de la nao Victoria se pagó el coste de la expedición y aún quedó dinero. Hablamos de un presupuesto de 8,5 millones de maravedíes.
- ¿Cuál sería su equivalencia en euros?
- No lo sé con exactitud. Un ducado equivalía a 375 maravedíes, y un profesional bien pagado ganaba entre seis y siete ducados al mes, que sería el equivalente a un sueldo actual de unos 3.000 euros.
- ¿En cuánto tiempo se pensó que se podría realizar la travesía prevista?
- En dos años. Los barcos se aparejaron con provisiones para ese tiempo. Al final, la travesía se prolongó hasta tres.
- ¿En qué consistían los víveres?
- Dotar con provisiones que se conservaran para tanto tiempo era un gran problema. Sabemos que se embarcaron 200 cubas de arenques y otras tantas de anchoas en salazón compradas en Málaga. Mucho queso curado, que aguantaba bastante; vino; aguardiente, muy importante para el desayuno. La tripulación dormía en cubierta y debía entrar en calor. También se embarcaron alimentos frescos y animales vivos para los primeros días de viaje. Tampoco faltaban las llamadas galletas, un tipo de pan que se horneaba tres veces y duraba meses. Finalmente, partieron de Sevilla, Guadalquivir abajo, el 10 de agosto de 1519. Sin embargo, la flota estuvo parada 40 días en Sanlúcar de Barrameda.
- ¿Por qué?
- No se sabe. Magallanes pudo parar en espera de importantes noticias; quizás hubo un temporal; ausencia de vientos; tal vez se detectaron piratas acechando o amenazaba alguna batalla con Portugal o el Turco.
- Muchos historiadores tildan de tirano a Magallanes. Dicen que era un hombre cruel, ¿qué hay de cierto?
- Es verdad que, tras sofocar una rebelión, ordenó la muerte de Gaspar de Quesada y mandó descuartizar su cadáver. También abandonó a Juan de Cartagena y Sánchez de Reina en San Julián, sin que después se supiera nada más de ellos. Sin embargo, no es justo valorar esas acciones desde la perspectiva del siglo XXI. El ‘presentismo’ es un error. Magallanes fue un hombre de su tiempo, y en el siglo XVI se descuartizaban los cadáveres de quienes fomentaban una rebelión. La escala de valores ha cambiado notablemente desde entonces. Hoy, por encima de todo está el dinero, después el dinero y, en tercer lugar, más dinero. En 1517, el honor era mucho más importante que en nuestros días.
- Por honor se fue Magallanes de Portugal.
- Efectivamente. En el alcalde de Zalamea, Calderón puso en boca de Pedro Crespo que “al rey, la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios”. En el siglo XVI, estaba por encima de todas las cosas. Por eso digo que el ‘presentismo’ es un error demasiado común entre historiadores de hoy.
- Sobre la travesía de la primera vuelta al mundo, llama la atención que Antonio Pigafetta, el cronista del viaje, no llegara a mencionar en su diario a Elcano ni una sola vez.
- Sí, sorprende. La fuente más importante para conocer lo que ocurrió es ese diario. No lo nombra en ningún momento. Ni siquiera a partir de que asumiera el mando de la Victoria, el único barco que quedó. Fue el jefe de la expedición durante los últimos 9 meses, la cuarta parte de la travesía. Creo que se llevaban muy mal. Debían odiarse recíprocamente. Prueba de ello es que, cuando el rey le invitó a Valladolid para que le informara sobre el resultado del viaje, Elcano se hizo acompañar por Francisco Albo, piloto, y Hernando de Bustamante, barbero, pero no por el cronista que había levantado acta de todos los pormenores de la expedición.
- Pero, ¿por qué borró Pigafetta a Elcano del relato de esa aventura?
- Yo creo que se debió a la devoción que sentía por Magallanes. Tras su muerte, llegó a dedicar ditirambos al marino portugués: “Ha muerto nuestro sol y nuestro guía” escribió, entre otras cosas. Tal vez pensara que la figura de Elcano podría eclipsarle. El resultado es que decidió que no existiera.
- Uno de los episodios críticos de la expedición fue el paso por el estrecho que hoy es conocido como de Magallanes.
- Hubo una revuelta en la San Antonio. Depusieron al capitán y volvieron rumbo a España. Ese episodio tuvo consecuencias terribles, porque se trataba del barco que almacenaba más víveres. Su deserción desencadenó una feroz hambruna en la tripulación del resto de naves.
- Un par de meses más tarde murió Magallanes.
- En Cebú, en medio de una guerra entre tribus aborígenes. Magallanes se inmiscuía demasiado en los conflictos locales. Así halló la muerte.
- Y Elcano asumió el mando.
- Antes lo hizo Gonzalo Gómez de Espinosa. Decidieron quemar la Concepción porque no quedaban suficientes hombres para gobernar tres embarcaciones. Gómez capitaneó la Trinidad y Elcano la Victoria. Pero la Trinidad reventó por un exceso de carga y quedó varada en tierra con sus tripulantes. Elcano optó por hacerse a la mar y continuar viaje, no sin sobresaltos.
- ¿Por ejemplo?
- En Cabo Verde, una colonia portuguesa, Elcano explicó que venían de América, para no revelar que había cruzado el hemisferio lusitano. Pidió que les vendieran comida y le respondieron que estaba de suerte, porque al día siguiente sería miércoles, día de mercado. Ahí se dieron cuenta de que, al navegar rumbo a poniente, habían ganado un día, porque según sus cuentas debía ser jueves. El problema lo tuvieron cuando quisieron pagar los víveres con clavos, una especia que no se producía en América. En ese momento, los portugueses supieron que habían sido engañados: Venían de las Islas de las Especias. La Victoria tuvo que salir a todo trapo, aún deshecha como estaba. Tuvo que ser remolcada desde Sanlúcar a Sevilla.
- Al final, ¿dónde estaban las Islas de las Especias? ¿en el hemisferio español o en el portugués?
- Entonces no se supo. Continuó discutiéndose muchos años después. Hoy sabemos que están muy cerca del límite, pero en la parte que correspondía a nuestros vecinos. En aquellos años se calculaba con enorme precisión la latitud, pero no se medía tan bien la longitud.
- Tras cumplir los objetivos propuestos, ¿premió el rey a Elcano?
- Para empezar, logró que el rey no tuviera en cuenta su ‘desobediencia’ al completar la vuelta al mundo contraviniendo sus órdenes. También le exoneró del delito de haber enajenado su barco a prestamistas extranjeros. Le concedió un escudo con la conocida leyenda “primus circumdedisti me”. Y, finalmente, le otorgó una pensión de 500 ducados al año. Recordemos que un buen profesional no ganaba más de 70 ó 90.
- O sea, que le convirtió en un hombre rico.
- Teóricamente, sí. Era una pensión magnífica, pero no llegó a pagársela nunca. Murió joven, con 39 años, y su madre, que era su heredera y le sobrevivió mucho tiempo, pleiteó por la pensión sin llegar a cobrarla.
- ¿Tuvo hijos?
- Dos con dos mujeres diferentes. Uno con María de Vidaurreta y otro con MaríaHernialde. No se casó con ninguna de ellas, pero reconoció la paternidad de ambos en su testamento.
- Para terminar, ¿que destacaría de esta epopeya?
- Me quedo con el metal en que se forjaron aquellos hombres. Como ya he señalado, no les movía únicamente el dinero. Magallanes murió en una guerra entre aborígenes, que no era suya, luchando por lo que estimaba justo. Elcano siguió adelante para cumplir una misión incluso desobedeciendo al rey. Es difícil comprender cómo fue capaz de regresar a España en una nave destrozada y sin velas, con la escasa tripulación que sobrevivió diezmada por el hambre y las enfermedades –regresaron 18 de 250 que partieron-. Desde la perspectiva de hoy, se diría que eran un puñado de locos. Yo no lo creo.