El recibo del pasado mes fue de ochocientos euros


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Va a tener que bajar la persiana la pequeña tienda de ultramarinos. Si los recibos de la luz van a seguir por estos caminos se verá en la obligación de cerrar el negocio. Lo dice con lágrimas en los ojos y un suspiro que le sale del alma. Según el censo el pueblo tiene quinientos vecinos, pero en el día a día no más de cien pernoctan en el mismo, ni siquiera la mayoría de los ediles tiran de las cadenas del váter en él. Hay dos tiendas de comestibles, la de toda la vida, y la que una joven, nacida y criada en una villa de al lado, y que decidió un día, por aquello del amor, benditos aquellos que lo tienen, mudarse a ese pueblo y establecer un negocio del que poder vivir la pareja.

No es fácil en estos lugares olvidados y vaciados de vida por los políticos canallas que los gobiernan montar un negocio, pero esta pareja fue valiente y se embarcaron en una aventura que ahora ven que está en peligro. Alquilaron un local, lo arreglaron e iniciaron su relación comercial con los vecinos.

Tres años a saltos, lo comido por lo servido, pero fueron constantes, mantuvieron el negocio abierto, pagaban las facturas y se ganaban a los clientes con cuentagotas, pero lo iban logrando. No era para hacerse ricos, pero tenían la ilusión de una vida en común, sin lujos ni alaracas, pero juntos. No pedían nada más.

Llega la crisis de la electricidad (el presidente del gobierno Pedro Sánchez asegura que es por culpa de la guerra de Putin, Pedro siempre encuentra a alguien a quien echarle la culpa de todo lo que ocurre) y la vida comercial y económica se le empieza a complicar a media España, entre esa media se encuentra nuestra pareja. El recibo de la luz no deja de subir, el de julio fue de quinientos (500) euros y pico, en el mismo detonante que tenían los anteriores, pero aquellos aún no habían llegado a esa cantidad, el último, el de agosto se ha subido a las parras que durante años dio de comer a estos vecinos, y se ha ido a los ochocientos (800) euros y pico. Y eso que apagaban los escaparates que no tienen a las diez de la noche, como había mandado el fantasma de gobierno que tenemos. Pero ni con esas.

Tuvieron que acudir a sus padres hace unos meses ante el aumento del recibo de la luz, hablaron con la compañía que como única contestación les dijo: “Entiendan ustedes que tienen un negocio”. Claro que tienen un negocio en una pequeña localidad del interior, pero que no da para pagarles a ustedes el abuso que supone el recibo de la electricidad. El día que los padres se cansen de apoyar a estos hijos, caerá la puerta metálica, se cerrará un pequeño negocio y unos jóvenes perderán la ilusión de un proyecto de vida en común.

Y la culpa seguirán diciendo desde el partido que manda en el ayuntamiento de este pueblo que es de Putin y de la guerra. Y los señoritos se gastarán más de un millón de euros en el parlamento para dotarse de los últimos modelos de móviles. ¡Con un par! Y es que para los políticos no hay crisis, para los políticos no hay subida de la luz, para ellos y los sueldos que nos sacan a través de los impuestos, la vida es bella. Mientras, en un pueblo de Almería, una pareja ve como su futuro se desmorona por culpa de estos cuatro buitres que tenemos mandando en el gobierno central.

Por si les interesa la historia, esta viene ocurriendo en un pueblo del Andarax almeriense que se llama Terque, pero ¿cuántas cómo está no se estarán produciendo en los miles de esos pueblos vaciados que tiene España?