Las rojas sandías y sus negras pepitas


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

La temporada no ha estado siendo excelente en lo que a volumen de kilos de sandias se refiere, pero el precio ha estado creciendo y con ello las expectativas de los agricultores. Pero llegaron los piratas del campo, y los robos se hicieron el problema de nuestros agricultores.

Antes de seguir me gustaría comentarles algo. No me gustan las sandias actuales, siento decirlo, pero es que no saben a nada, y cuando lo hacen, parece que estas mordiendo un trozo de calabaza cruda, y no es un sabor que me mole. Echo de menos aquellas sandias con sus pepitas negras, pequeñas, algo molestas, es cierto, y repartidas entre el rojo de sus carnes, dando sabor a unos de los productos estrellas del verano. Pero para desgracia de los que éramos defensores de las molestas pepitas que tan buen sabor daban a las sandias, los productores han decidido hacer más comestible el producto, y para ello había que acabar con las pobres y molestas pepitas. Y han acabado con ellas.

Desde entonces, y con la particularidad de que en el almacenes la sandía te la venden a trozos (lo que ha cambiado el mundo), ya puedes elegir la que adorna sus carnes, roja como la sangre, con esas negras y para algunos molestas pepitas. Queda claro que no estoy a favor de las nuevas sandias, sean “moda” o no, con las que nuestros agricultores llenan nuestros veranos, y para qué hablar de las amarillas. ¿Sandias amarillas? Sí, señor, y, ¿a qué saben? Si lo supiera.

Me comentaba mi amigo Jorge Molina que ando nostálgico en estos días. Qué te puedo decir que tú no conozcas. Los años, querido Jorge, que nos recuerda partes de nuestro pasado y que nos hace comentar y escribir sobre lo que hemos ganado o perdido en este tiempo. Y en lo que a las sandias se refiere, hemos perdido aquel dulce sabor de las tardes de calor en la Plaza Galeno de nuestra Almedina. Los nuevos técnicos en semillas nos han quitado aquel dulce frescor y para ello había que hacer desaparecer las pepitas. Perdimos el sabor y perdimos las pepitas, solo nos queda el frio de la nevera.

¿Dónde está la ventaja para el consumidor?

La sandía se ha hecho viral en estas semanas ante los robos que están padeciendo los agricultores. Pocas, y encima los cacos hicieron su agosto en junio y julio. Lo que llevó a los agricultores a montar piquetes, dormir dentro de los invernadores, cuidar los pocos kilos de sandía que se han salvado en la escasa campaña llevada a cabo.

Es complicada la vida de estos hombres. Si la campaña es buena y los kilos abundan, el precio que pagan por ellos no compensa el costo de producción, si los kilos desaparecen, como ha ocurrido en la actual, el precio sube y aparecen los espabilaos de siempre robando el producto en el campo.

Se quejaba Juan Guerrero, vecino de Pechina, luchador por la tranquilidad de los ciudadanos en este y otros municipios, que los robos en los campos siguen siendo la asignatura pendiente de las administraciones, empezando por el gobierno central, siguiendo con el autonómico, el provincial de la diputación y los municipales de los distintos ayuntamientos.

Si analizamos lo que se gastan en distintas subvenciones las administraciones que nos gobiernan, podremos comprobar que en la seguridad de nuestros pueblos, campos e invernaderos: Cero sobre cero.

Algunas dirán que no son sus competencias y que no pueden asumir una responsabilidad que no les pertenece.

Cara es lo que no les falta a todas ellas la hora de echar balones fuera.

¿Hablamos de las subvenciones que sin ser de sus competencias reparten alegremente entre grupos y Ongs de la provincia o de sus municipios? Subvenciones que de entre otros bolsillos salen de los de los agricultores almerienses.