Estos chicos de UGT y CCOO ya no son los de antes


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Se acerca el primero de mayo y uno se acuerda de los sindicatos y de aquellas manifestaciones de otros tiempos. Recuerdo a Pedro Baldó, con el que al final tuve más de una atrancada político-sindical, la crítica a veces, que mal se lleva, pero hubo buenos momentos en nuestras relaciones, algunos inolvidables, como él los tuvo en su trabajo en el mundo de los CCOO.

A Eduardo Vela, que en paz descanse, y que nos espera muchos años allá donde se encuentre, lo conocí cuando éramos niños, con decirles que en más de una y de dos ocasiones salimos vestidos de penitentes en la Cofradía de Las Angustias. Fue una de esas personas que se entregó a su trabajo sindical, y cuando tuvo que decirle adiós al mismo, montó una empresa de pinturas, no pidió que le buscaran una puerta giratoria.

Con Javier Ayestarán y José Antonio Amate he compartido tertulias en radio, en televisión y respeto. ¿Y problemas? Claro, también problemas, y discusiones por lo que yo escribía o decía en la radio, pero fue dentro de un orden, aceptaban la crítica con otro talante. Hubo otros muchos secretarios generales a lo largo de los últimos cuarenta años, pero a la hora de elegir, me van a permitir que me quede que con estos cuatro.

Sabías de dónde venían, del pie que cojeaban y lo que podías esperar de ellos. Para eso estaban las comidas en Los Cármenes, con mi cuñado Antonio Aguilar (que nos espere muchos años) donde se contaban aventuras y desventuras de aquella Almería de los ochenta-noventa entre políticos, empresarios, sindicalistas y periodistas.

Cuando los sindicatos organizaban una protesta en la calle era con todas las de la ley. Aquellas si eran manifestaciones, hoy han cambiado mucho estos chicos que mandan en los sindicatos, o hemos cambiado nosotros, los ciudadanos. Ya no estamos por salir a su lado por las calles de nuestras ciudades y pueblos.

Hoy aparecen setecientos en contra de la sanidad, pero cuando toca protestar por la guerra no son capaces de hacer un llamamiento al personal. Salen a las puertas de su guaridas, perdón, sedes, y con dos pancartas que acaban de pintar en ese momento pidiendo paz. Más grave si cabe es que llevemos más de medio año con una subida sin límite de la luz, y no se les haya ocurrido decir lo más mínimo a estos señores. Creo que ya hasta les da vergüenza decir que van a salir a la calle en contra de la subida de la luz. Nos vamos a reír de ellos como lo hagan. Y se lo merecen. Nosotros somos los que no nos merecemos una sindicalistas así, que encima pagamos con nuestro dinero.

Están pagando nuestros transportistas el fuel como nunca, son miles de camiones diarios los que parten de Almería buscando los mercados europeos, y los ciudadanos la gasolina por las nubes, pero los sindicalistas de UGT y CCOO, sus actuales dirigentes (deben tener vales para pagar la gasolina más barata) ni se han interesado lo más mínimo. Ni una sola protesta.

¡Qué vergüenza!

Lo mismo no les deja Pedro Sánchez. Mira que, si les ha dicho a los jefes de las alturas y estos a los de las bajuras, cómo me hagáis una huelga os quito las subvenciones, os rebajo el número de liberaos y ya me diréis de qué van a vivir vuestras organizaciones.

¡Cuerpo a tierra, tos quietos! Y así andan, quietos, viendo pasar las balas sobre sus cabezas, pero si atreverse a levantarlas. Aunque hay quien dicen que se están removiendo por Castilla y León, que el nuevo gobierno ya ha anunciado que, en la parte que a ellos les toca, las subvenciones a la patronal y a los sindicatos pueden echar a volar.

¡Volando, volando!

Allí se montarán manifestaciones como las de otros tiempos, ya lo verán ustedes.

¿Saben ustedes algo de esa central sindical llamada CSIF? Está muy callada, no creen ustedes. ¿Habrá caído también en la senda de la subvención?