¡Salvajes, crueles, matones!


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

La red nos ofrecía hace la semana pasada unas imágenes en la puerta de un pub en la capital de Almería que provocaron rabia e indignación en todos los que se acercaron a ellas. Tras visionar el video uno llegaba a la terrible conclusión de que la maldad forma parte del ser humano.

Que en el fondo no hemos dejado de ser unos salvajes, que de nada han servido años de civilización, que el hombre sigue siendo ese animal que se ensaña con su víctima, sea esta hombre, mujer, niño o animal. Cuando la crueldad, esa que no hemos perdido en los miles de años que llevamos de vida, se hace presente en nuestra actividad, demostramos que somos el ser más cruel que vive sobre la tierra.

Estamos viendo las imágenes de la guerra en Ucrania, terribles. Vemos los cadáveres en las calles, nos lamentamos de las mismas, pero no es mucho lo que hacemos para que no se produzcan.

¿Somos unos salvajes?

Todo indica que sí, que lo somos.

No es la primera vez que un video nos trae imágenes de la dureza vivida en la puerta de un pub en Almería, pero seguimos sin acostumbrarnos a ellas. No podemos creer que el ser humano haya perdido todo sentimiento de nobleza, de amor a los demás, de ayuda y de un mínimo respeto a los que con nosotros conviven.

¿Dónde están los valores de los que hemos venido presumiendo?

Llega a ser de una crueldad insoportable que seamos capaces de ensañarnos con un ser humano que indefenso tenemos delante de nosotros, tirado en el suelo y soportando los golpes uno tras otro (hasta contar cincuenta), de cuatro o cinco personas que, sin miramiento alguno, dan puñetazos, patadas, pisotones y bastonazos sobre un cuerpo casi inerte que no se puede defender ante la avalancha de maldad que se le está viniendo encima.

Ellos son unos salvajes, cierto. ¿Y los demás?

Pero, ¿qué me dicen ustedes de las personas que estaba en el entorno, algunas grabando las imágenes que nos han llegado a través de las redes, y las demás que estaban asistiendo inmóviles ante la paliza que estaba recibiendo un joven tirado en la acera? Un joven que podía ser un amigo, un hermano, un familiar.

Entre unos salvajes que se creen que la calle es suya, y la usan y abusan de ella como quieren y les da la gana, y unos ciudadanos que no quieren problemas, que prefieren mirar los toros desde la barrera de la indiferencia, de la neutralidad, de esto no va conmigo. Y mañana, si te toca a ti, si tu eres el que está recibiendo la crueldad de unos salvajes, ¿quién esperas que te defienda? Si te escondes, si les dejas las calles a ellos, si callas ante estos salvajes, mañana puedes ser tú el que reciba una paliza como la que comentamos, y serán otros los que la grabaran, serán otros los que vean la crueldad con la que te están tratando y nada harán por defenderte.

Es ante situaciones como estas cuando uno se acuerda de Juan Guerrero, un hombre de sesenta y cinco años, que cansado de los robos que se están produciendo en Pechina y en sus cortijos, ha dado un paso al frente y está luchando con todas sus fuerzas, soportando silencios y cobardías de sus convecinos, contra los ladrones que les están amargando la vida.

Sesenta y cinco años, un ejemplo en su lucha contra los robos y los que con miedo no son capaces ni de alzar la voz ante los políticos. Siempre nos queda una esperanza a la que agarrarse.

Gracias, Juan Guerrero, por hace honor a tu apellido y luchar por los demás.