Putin es culpable


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JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

EL 1 DE SEPTIEMBRE de 1939 el ejército alemán invadía Polonia. Enfrentándose a la comunidad internacional, Adolf Hitler había decidido anexionarse el territorio polaco por la fuerza de las armas.

24 de febrero de 2022, el ejército ruso bombardea, lanza misiles e invade Ucrania. Enfrentándose a la comunidad internacional, Vladimir Putin ha decidido anexionarse Ucrania. Ochenta y tres años más tarde, el monstruo del totalitarismo vuelve a rugir en Europa.

En 1914 la Primera Guerra Mundial comienza en Europa. Entre 1914 y 1918 murieron millones de ciudadanos europeos y de otros lugares del mundo. La consecuencia más relevante de aquella guerra fue la desaparición de los grandes Imperios: el Austro-Húngaro, el Otomano y el Ruso de los zares. En tanto los dos primeros se desmembraron en territorios independientes dando paso a nuevos Estados-Nación, el Imperio Ruso de los zares fue sustituido por otra forma de gobierno, el soviet del Partido Comunista que se afianzó primero en Rusia y más tarde, en 1945, en otros países europeos con el nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URRS.

Tras setenta años de una férrea dictadura sostenida en la persecución, el exterminio, el terror y la hambruna, el sistema político y económico que la mantenía fracasó dejando un aterrador balance de cerca de cien millones de víctimas mortales en el mundo. Como símbolo del fin de una larga época de totalitarismo comunista el muro de Berlín fue derruido con furia por el ansia de libertad de los alemanes que vivieron la dictadura comunista en una Alemania dividida. Los demás países sometidos a la URSS fueron recobrando la libertad y todo se desmoronó en apenas dos meses. La URSS había desaparecido.

Pero la historia suele repetirse, aquel Imperio zarista, cuya extensión territorial fue la meta del comunismo internacional para expandir su dominio en el mundo, dejó en herencia ese concepto de Imperio y de Patria que ha guiado la trayectoria política de Vladimir Putin; otro tirano criado en pleno apogeo de la URSS en la Matrix del horror: la KGB, una organización criminal y centro del espionaje del comunismo internacional.

La invasión a un país libre e independiente que tiene una extensa frontera con Rusia es determinante para Putin, que muestra amenazante su intención de recuperar aquellos países que lograron su independencia tras la desaparición de la URRS. Ucrania entre otros. La pregunta que el mundo libre se hace en estos días de horror con una guerra abierta en la propia Europa es si el ansia expansionista sobre Ucrania se limitará a este país.

Igualmente se preguntaron las democracias europeas en 1939 sobre la intención de Adolf Hitler de contentarse sólo con anexionarse Polonia. La historia nos enseña que los dictadores ensoberbecidos tratan de expandirse más allá de sus fronteras para crear un gran territorio y ganar influencia política y económica en el mundo. En el siglo anterior, el Primer Ministro del Reino Unido, Neville Chamberlain, fue tan ingenuo al creer que Hitler contendría sus ansias de expansión con la firma del Pacto de Munich en 1938. Hitler rompió el pacto y la guerra que comenzó en Polonia, en 1939, se extendió a todo el mundo.

Sobre la ejecutoria de Vladimir Putin no hay duda posible. En fechas recientes, y por la fuerza de las armas, ha logrado las anexiones de territorios en Moldavia y Georgia, en 2008. Más tarde, en 2014, siempre con el uso de las armas, Putin se apoderó de la península de Crimea, que es parte de la integridad territorial de Ucrania.

En cada ocasión Putin no ha dudado en iniciar una guerra expansionista y hasta ahora ha logrado sus aspiraciones. En estos días aciagos, y tras casi un mes de guerra, los dirigentes de la Unión Europea habrán de sentir su humillación tras largos meses de conversaciones y diálogos albergando la esperanza de aplacar la soberbia de un dictador tan peligroso como Vladimir Putin.

Pobre Ucrania, su ubicación en el mapa de Europa, la constante pulsión entre países vecinos y poderosos marcan una trágica historia. Otra vez la guerra. Europa, defensora de los Derechos Humanos, las libertades, la fraternidad y otros principios del Derecho Internacional, ha de asistir impotente a este escenario de espanto cuando civiles ucranianos mueren bajo las bombas, misiles, tanques, y fusiles rusos. Vemos hombres, mujeres, ancianos y niños entre los escombros. Otra vez el horror. Y en medio de este horror los muy pacifistas de la izquierda española, tan activos antes, callan ahora como vulgares zorras. Cineastas, actores, cantantes, artistas, escritores y una amplia colección de hipócritas se esfuerzan por pasar desapercibidos entre el humo de los misiles lanzados por Rusia contra la población civil, sin declaración de guerra previa, como suelen hacer los buenos fascistas y los buenos comunistas, dos caras del mismo monstruo.

Los españoles habrán de recordar aquellas manifestaciones multitudinarias con un grito y una consigna: “No a la Guerra”. Al tiempo que Putin extiende su amenaza a Suecia y Finlandia, cuando son bombardeaos hospitales, orfanatos y guarderías infantiles por el ejército ruso, Izquierda Unida, donde militan varios ministros comunistas del Gobierno de España, se pronuncian contra la OTAN. El comunismo español señala a la OTAN como culpable de los crímenes en Ucrania cuando resulta patente que los ejércitos de la OTAN no han pisado ni un centímetro de territorio ucraniano ni han participado en ninguna acción de guerra. No importa la verdad, el anti americanismo se muestra como en los años cincuenta.

Intelectuales de tercera división, artistas, periodistas y tertulianos orgánicos se han refugiado en la guarida de las zorras. Algún día habrán de responder a los españoles de su actitud ante crímenes de lesa humanidad. ¿Dónde está esa solidaridad ante el exterminio de ciudadanos europeos? Silencio, camaradas, se trata de Rusia, símbolo de todos los horrores desde 1917, guía espiritual de una izquierda complaciente con un dictador hijo póstumo de Stalin criado en las entrañas del KGB.

Poco parece interesar que los perjuicios económicos que ya han llegado a España, y aún queda lo peor. Cuando Putin bombardea edificios civiles, hospitales de maternidad y orfanatos, incluso una central nuclear, y mueren miles de ucranianos inocentes, un presentador que ejerce de gracioso en la Sexta, conocido activista de izquierdas, comenzó su programa en directo con bromas y humor macabro sobre la guerra en Ucrania. ¿Tratará de suavizar con risas los crímenes que está causando el ejército ruso? Todo es humor, una carcajada constante, según parece la dignidad de miles de ucranianos víctimas mortales no merecen respeto al Gran Wyoming. El drama de Ucrania no interesa, se trata de vigilar a Isabel Díaz Ayuso por si acaso apareciera una factura por la compra de papel higiénico del edificio de la Puerta del Sol.

Nadie podría imaginar que en el silgo XXI hubiéramos de asistir a este escenario de guerra viendo en las televisiones un crimen de lesa humanidad perpetrado por el presidente de Rusia contra un país europeo. No es hora de callar, es hora de defender ciertos valores, hora de ser solidarios y fraternos, defensores de la libertad y de la democracia frente a cualquier forma de totalitarismo. Por todo ello, como escritor comprometido con la paz, como europeo amenazado y como demócrata defensor de la libertad, repito estas palabras: Putin es culpable, el único culpable.