Las mascarillas de Liria llegaron ante los leones


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Doña Sonia Ferrer, famosa entre la militancia socialista por su segundo apellido, Tesoro. Ha llevado en estos días el caso de las mascarillas de la Diputación de Almería ante los leones de las Cortes madrileñas.

Y uno se pregunta (en medio de la ventolera que se ha montado con la Diputación como protagonista), por los presidentes de esta Institución y el conocimiento que tienen de lo que en ella viene ocurriendo.

Es sorprendente, pero estos caballeros no se enteran de lo que ocurre en su entorno.

Da la impresión, no sé si a ustedes les ocurre algo parecido que estos señores no tienen culpa de nada. Que ellos, los presidentes, no son responsables de lo ocurre dentro de la casa, y eso suena, perdonen que lo diga, a broma de mal gusto.

Son listos los puñeteros. Hay que reconocerlo. Y aquí lo hacemos con cierta admiración ante esa magia que usan para no enterarse de lo que hacen sus colaboradores.

No sé cómo se lo montan, pero siempre encuentran un tonto que pague el pato de sus tropelías o de sus ineptitudes a la hora de elegir y nombrar a sus colaboradores. Es imposible pensar que se puedan hacer ciertas maniobras políticas y económicas sin que los jefes lo sepan. Ejemplos tenemos desde que la democracia se hizo presente por estos lares. Hasta los presidentes de los distintos gobiernos que han pasado por la Moncloa se enteraban por la prensa de lo que hacían sus adláteres con el dinero de los ciudadanos.

En Almería no iban a ser distintos.

En Andalucía hemos tenido más de un ejemplo al que echar mano. Durante treinta y ocho años los chicos del PSOE se han dedicado a sus juergas y cachondeos sin que los jefes supieran lo que ocurría con los dineros públicos, como no eran de nadie. Claro que en el PP cobraban sobres que nadie recuerda y que nadie recibía. Si los altos jefes eran así, no nos debe extrañar que en la diputación de Almería ocurriera algo parecido.

No iban a ser tontos, si unos lo hacían, ellos nos iban a ser menos.

En los tiempos de Juan Carlos Usero, socialista él, se vivió la historia de las facturas falsas del Patronato de Turismo, del que el señor Usero era su presidente. La historia no creo que haya que contarla de nuevo, seguro que la recuerdan, lo relevante en este, como en otros casos, es que el presidente de la Institución no se enteró de lo que estaba haciendo su vicepresidente en el Patronato. De rositas se fue el hombre. Lo mismo el señor Usero estaba en aquellos tiempos de viaje en Cuba disfrutando de una buena botella de vino español, que dicen que en aquellas latitudes se disfruta mucho más.

Su vice, Luis Pérez Montoya (sin premio) pagó el pato de las facturas y le costó la prisión. De don Juan Carlos no hemos vuelto a tener noticias políticas. ¿Seguirá de viaje por Cuba?

En estos tiempos de pandemia el actual presidente de la Diputación, no sabemos si él también de viaje por la isla del Caribe cuando algunos se llevaban el cobro de comisiones, se ha dado el caso de las mascarillas. Los jueces andan con las investigaciones, y han llamado al actual vice, don Fernando Giménez. Si la juez llama al hombre de la diputación que habla con Dios, debe ser porque el mismo sabe algo de lo que hacía el señor Liria, el que regalaba coches de alta gama a sus familiares.

(Yo quiero un familiar así, puñetas, que estoy del ciento siete hasta la mascarilla)

Y si el señor vice lo sabía, es de imaginar que don Javier Aureliano, presi y pepero él, también debía ser conocedor de las idas y las venidas de su diputado a la hora de comprar las mascarillas de las comisiones.

Pero el popular don Javier, como el socialista señor Usero, nada sabía, nada conocía, nada presumía, mientras el señor Liria estaba haciendo de su capa un sayo y de las compras de mascarillas su lucro particular. Y el señor García, don Javier Aureliano, ¿no se coscaba de las andanzas de su colaborador?

No me lo creo.

Que me perdonen en las alturas por ser tan mal “pensao”, pero no me lo creo. Si el presidente de la Diputación no sabía lo que ocurría entre su equipo de Gobierno, no merece el cargo que ostenta. Si su vice le avisó y no hizo nada, no se merece estar al frente de la institución. Y en el caso, hipotético, de que el señor Giménez no le avisara de lo que estaba ocurriendo con las compras de mascarillas, no se merecen estar ninguno de los dos al frente del noble edificio de la calle Navarro Rodrigo.

¡Qué personal, señor, qué personal!