Langostinos


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

¡Si por lo menos fueran gambas rojas y de Garrucha!

Tengo una cuestión clara, no saben comer mariscos estos caballeros, a los que han sumado señoras de buen vestir, mejor vivir y sueldos ministeriales. Eso sí, pagando con el dinero de todos los españoles. Pero aquí no dimite nadie, nadie tiene la culpa de nada. Creo que la lista de los doscientos (200) kilos de langostinos aparecida en el Ministerio es culpa del presidente Putin, que un día que estuvo invitado, no había marisco, y la jefa le prometió que en su próxima visita habría langostinos a mogollón.

¡Ay, ministra, no sabe usted lo ricas que están las gambicas de Garrucha!

Los sindicalistas que comían copiosas fuentes de mariscos, y que se asomaron en su día a las redes sociales de todos los españoles no eran de Almería ciertamente, si aquellos lo hubiesen sido, si conocieran los alimentos que nos ofrece el mar de Garrucha, en lugar de langostinos, la gamba roja de Garrucha, el “rayao o listao”, como también le llamamos por esta tierra, habría estado en aquellas famosas fuentes.

Se pierden las mejores estos sindicalistas, y encima las pagábamos nosotros.

Lo mismo nos hubiéramos sentido orgullosos del buen yantar de los señores sindicalistas, o por lo menos reconocerles que estaban ayudando a la industria pesquera almeriense. Pero no eran gambas de nuestras costas. Encima de que se gastan el dinero de todos los españoles no saben ni elegir el mejor marisco. Creo que estos caballeros sindicalistas se merecen un par de años faenando en los barcos que pescan en las aguas de Garrucha, bajo las órdenes de la capitana Yoli Díaz.

Aprenderían a trabajar y a comer buenas gambas.

De ser rayaos de Garrucha lo mismo ni nos habríamos quejado de aquellas fuentes pagadas por todos nosotros, ni de la famosa lista de la ministra.

Lo de los langostinos y el personal de la izquierda es un drama. Uno pensaba que habían aprendido tras la aventura de los sindicatos. Pues, no lo han hecho. Quieren que los sigamos pagando los ciudadanos, y nosotros no tenemos problema a que los padres y madres de la patria coman bien, se mantengan lustrosos y trabajen para nuestro bienestar, pero por lo menos que sepan elegir nuestros mejores manjares y los mejores caldos.

¡Viva el vino de Rioja! Nada tengo contra él, pero últimamente, y sin que sirva de enfrentamiento entre las zonas, la Ribera del Duero le ha echado la patita por encima en calidad y en precio.

¿Un poco tontos, no creen? Y tonta, oiga, que aquí aparece una mujer como titular de la historia. Doña Yoli, la responsable de dar subvenciones a los sindicatos desde el ministerio de trabajo, les ha debido pedir asesoramiento en lo que de los marisquitos se refiere, y claro, los sindicalistas, entre los que se encuentra un lejano pariente, con el mismo apellido del que firma este Paseo Abajo, siguen con aquellas fuentes de langostinos en su mente, y como nadie les habló de las gambas de Garrucha, los rayaos o los listaos, doscientos kilos de langostinos aparecen en la lista de la compra que había preparado la señora Yoli (por culpa de Putin, creo) la que manda en el ministerio de trabajo.

Y cuatro mil botellas de vino. ¡Cómo liba el personal!

¿Borracho yo? ¡tururú!