El panorama del PP y sus gentes se va conociendo


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

El ambiente en el PP se va aclarando. Algunos de sus miembros tuvieron la valentía de tomar posiciones ante lo que estaba ocurriendo, otros se escondieron, esperaron a que se aclarara la situación y ver de qué lado tenían que ubicar sus intereses. Es algo a lo que estamos acostumbrados en el mundo de la política, y en la vida de los políticos. Ayer escribíamos de la postura de Ramón Herrera y su salida en tromba en defensa de Casado y en contra de Ayuso. Mientras Herrera se hacía el haraquiri político, ya veremos si en el futuro lo podrá defender Javier Aureliano, el presidente provincial y preboste de la Diputación esperó a lanzar su mensaje cuando la historia estaba claramente decantada en contra de Casado. Cuando ya no había peligro.

Pero no solamente lo hizo don Javier Aureliano, el alcalde de la capital, Ramón Fernández Pacheco tomó el mismo camino, y el martes, cuando ya se conocía la derrota del dúo Casado y Egea, apareció solicitando lo mismo que su presidente provincial, congreso y cuanto ante, y se aliaba con los nuevos tiempos del PP y de los futuros dirigentes que aparecerán en un futuro cercano.

En política la historia de los cobardes, de los mediocres siempre sale ganando. Saben estar a la espera del momento oportuno, escondidos hasta que otros saquen la bandera a la que tengan que subirse. Y lo hacen. No es nada nuevo. No es la primera vez que lo hemos vivido en el PP, tampoco será la última. En el PSOE también se dieron sus escarceos, y al final veíamos como los valientes caían, y los mediocres, los cobardes, los mindundis sacaban la cabeza en el momento oportuno y se alzaban con alabanzas a los nuevos regidores a mantener sus puestos de poder en las provincias.

Es desagradable tener que escribir de estas situaciones, y lo es, porque viene a demostrar la necesidad que estos políticos tienen de sus cargos, de sus puestos de trabajo, de esos jefes a los que seguir hasta la muerte, pero hasta la muerte del jefe, que cuando ella ocurre, situación que se está dando en la historia de Casado y Ayuso, cuando el certificado de defunción ha sido firmado, ellos aparecen aupados al lomo del nuevo gobernante, desafiantes en la defensa del nuevo regidor, exigentes en el nuevo congreso, en la necesaria renovación del partido.

Ramón Herrera se tiró a la piscina cuando esta se vaciaba, fue valiente. Algunos pensamos que quizás algo tonto, políticamente hablando. Debió darse cuenta de que su jefe seguía en el trampolín, esperando a que alguien llenara de nuevo la piscina. Y cuando Feijoo levantó la voz, cuando el agua entraba de nuevo y llenaba la piscina, se puso el bañador, dicen que lo ha comprado en Galicia, y se lanzó al agua.

Le siguió en el baño Ramón F. Pacheco, el alcalde de Almería. Ya eran felices, ya podían tomar posición. Cambiaba el jefe, pero ellos se subían a la nueva bandera alzada.

Ayer, hoy y mañana, en estas provincias abandonadas por unos partidos y por otros, vemos como son siempre los mismos los que mandan. Son listos estos chicos. Y uno se pregunta, si son tan listos ¿cómo no consiguen hacer una Almería mejor para los almerienses? Pero por Dios, ¿usted se cree que estos señores están en política por una Almería mejor? Están por hacer una vida mejor para ellos, sus familias y los compañeros de partido.