El obispo no va a repartir hostias en Topares


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Los vecinos de Topares han sido muy claros, que el señor obispo se guarde sus hostias, que por ahora no las quieren en el pueblo. No salieron contentos de la reunión mantenida en el Obispado y las voces se han oído fuertes y claras. Que hable la justicia, y, mientras, se conforman con sus crespillos y con las hostias de “El Moralejo”, pueblo vecino.

Hace unos días el señor Cantero, obispo por estos lares, se reunía con la prensa para felicitarla en el día de su patrón, y hacer un repaso a los problemas de su diócesis en la provincia. Nada que objetar a lo manifestado por el siervo de Dios en Almería, pero me llamó la atención, y me gustaría que nos lo explicara, el silencio mantenido ante el problema de Topares y los denunciados okupas de sus vecinos. El problema en sí no habría de tener mayor importancia si no fuera por dos cuestiones que se han mezclado en el tiempo.

El primero, la denuncia del Obispado a los vecinos. ¿A quién se le ocurre tamaña idea? ¡Señor, Señor! El obispo denuncia a unos feligreses por ¿peligrosos? Okupas. Se mire por donde se mire es un error mayúsculo y que no se lo puede permitir la iglesia de Francisco en este momento.

El segundo, la situación que se viene viviendo en España entre el gobierno socialista y la propia iglesia con las inmatriculaciones llevadas a cabo en años anteriores. El ejemplo de Topares no los ha dejado muy bien ante la opinión pública, sea cual sea la solución que adopte la justicia en su momento. Se han “resbalao” estos señores. Ahora ya dicen que retiraban la denuncia, pero la foto ya estaba hecha y la noticia en los medios de toda España.

Uno estaba convencido, debía ser influenciado por mis tiempos de monaguillo, que la Iglesia nunca se equivocaba, que para eso tienen la palabra mágica del Papa, hoy Francisco, pero en Almería alguien metió la “patita” con la denuncia a los vecinos de Topares, y hasta las más altas voces de la curia se han levantado ante el desaguisado cometido con los vecinos de ese pequeño pueblo del sureste español.

Tengo la impresión, querido Jesús, que los mismos tontos que tenemos en la vida política, tenéis vosotros en el seno de la Iglesia, y así os va. Monseñor Cantero nos dice que no hay vocaciones, que cierra, alquila o vende el seminario, que se debe mucho dinero que se irá pagando, que son pocos los jóvenes que se ven en las iglesias, que demasiadas canas, pero no nos dice nada del comportamiento llevado a cabo con unos vecinos a los que se les ha llevado a los tribunales por okupas. ¿Tendrán algo que ver estos comportamientos con la ausencia de feligreses en los bancos de las parroquias?

En Topares, los vecinos se han hartado y le han devuelto las hostias al obispo (de acolitillo decíamos las formas) que ellos se quedan con sus crespillos y las hostias de “El Moralejo”, pueblo vecino .