Qué lenguas hay que estudiar


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AMANDO DE MIGUEL

Este artículo, sobre el aprendizaje de otras lenguas, no sirve para los adultos que puedan leerlo, sino para sus hijos o nietos. Estadísticamente, son los que se enrolarán en la enseñanza primaria o, quizá, hayan empezado, ya, tal proceso.

No conviene confiar mucho en los dispositivos electrónicos de traducción instantánea. Son útiles para visitar museos, asistir a congresos internacionales y otras actividades lúdicas, pero, la necesaria comunicación interpersonal es más exigente. Se necesita que muchas personas aprendan bien otras lenguas, aparte de dominar la familiar o propia. Tal necesidad se refuerza si uno quiere andar por el mundo y se propone sacar partido de la información de primera mano, producida por muchos medios. Seamos realistas, la mayor parte de las informaciones interesantes, que se van a producir en el mundo que viene, serán en inglés, chino o español. La razón es, estrictamente, demográfica.

El aprendizaje de otras lenguas pasa por una infinidad de combinaciones: se estudian las de los países vecinos, las de los antepasados con otro idioma, las más propicias según la carrera de uno, etc. Sin embargo, se pueden dar ciertas aproximaciones prácticas, dependiendo de la situación en el mapa. La cual no deja de ser un azar, pues no tiene ningún mérito venir al mundo en uno u otro país.

Si una persona del futuro inmediato residiera en un territorio de lengua inglesa, lo aconsejable sería que, por lo menos, se aprestara a estudiar español y chino.

Si la residencia inicial fuera en un país de habla castellana, lo mejor sería chapuzarse en el océano del inglés y del chino. Si nuestro hipotético mocito fuera chino, el consejo sería la inmersión adicional en inglés y en español.

En el supuesto de que nuestro escolante residiera en un país ajeno a las zonas lingüísticas mencionadas, tendría que estar dispuesto a aprender inglés, español y chino. En tal caso liminar, solo, habría que exigirle un aprendizaje somero.

Ni qué decir que el chino es lo que se llama “chino mandarín”, no otros de los centenares de dialectos de ese país que, a sí mismo, se llama “Centro del mundo”. Como el inglés mantiene muchas variaciones nacionales en el mundo, es mejor optar por el “inglés americano” o estadounidense, a su vez, con una gran dispersión de modalidades. El castellano, como familiar, se habla en una veintena de países, aunque las variaciones son escasas de uno a otro, dentro del estrato de población instruida.

El aprendizaje de la lengua extranjera debe efectuarse en el ciclo de la enseñanza obligatoria, aproximadamente, desde los tres a los 18 años.

El estudio de las otras lenguas debe ir mucho más allá de introducir los correspondiente diccionarios y gramáticas en la memoria. Esa función sí puede ser suplida por los artefactos electrónicos, por lo menos, en parte. Lo fundamental es que el aprendizaje incluya el conocimiento, aunque sea superficial, de la cultura desarrollada en el respectivo idioma. Para lo cual, se aconseja viajar.

Habrá quien piense que este trabajo de familiarizarse con otras lenguas significa un esfuerzo extraordinario, insuperable. Para consuelo, baste la comparación con el empeño, puesto por las generaciones antiguas, en labrar la tierra o en hacer funcionar las fábricas, las tiendas y las oficinas. El de aprender otras lenguas es el camino mejor empedrado para caminar hacia los viejos ideales de fraternidad y paz.