Últimas investigaciones sobre los metales hallados por Siret en El Argar

Recientes estudios sobre los ajuares prueban la importación de adornos y herramientas desde lugares tan distantes como los Alpes


Los análisis realizados por Montero y Murillo sobre piezas descubiertas hace 130 años han deparados grandes sorpresas.


Ignacio Montero Ruiz (CSIC) / Mercedes Murillo Barroso (UGR)

ALMERÍA HOY / 16·10·2021

Investigar sobre el yacimiento de El Argar nos conduce necesariamente a la figura de los hermanos Siret. Hace más de 130 años realizaron un trabajo que no pierde vigencia y es clave para quienes dedicamos nuestro trabajo a comprender y conocer la Edad del Bronce en Europa y el Mediterráneo. La excavación de más de un millar de sepulturas, una parte de ellas con enterramientos acompañados de ajuares, no ha sido superado por ningún otro yacimiento y por eso sigue siendo un sitio de referencia obligada en la investigación actual. Lo extraordinario no es sólo el gran número de enterramientos y materiales recuperado, sino el detalle en su documentación y la calidad de lo que llegó a publicarse.

Entre los materiales de los ajuares funerarios destacan los objetos de metal. Armas y adornos se encuentran en algo menos de la mitad de las sepulturas, pero algunas de ellas presentan mayores concentraciones de objetos que otras y en ocasiones acumulan un número extraordinario combinando principalmente piezas de cobre y plata. Estas diferencias han permitido deducir la existencia de una jerarquización o desigualdad social entre sus habitantes y por extensión en los yacimientos de su entorno geográfico que comparten los mismos rasgos culturales y que denominamos comúnmente como la Cultura de El Argar.

Nuestra investigación actual se centra en esos metales, y aunque ya han pasado 30 años desde la defensa de la Tesis doctoral de Ignacio Montero dedicada a comprender el origen de la metalurgia en el Sureste Peninsular, y 130 de la publicación en castellano de los hermanos Siret, donde analizaban y destacaban el papel de los metales, todavía quedan muchos interrogantes por resolver. Pero siguen siendo los mismos materiales que desenterraron Henry y Luis Siret, junto a su capataz Pedro Flores, a los que recurrimos hoy para obtener nuestras respuestas.

Los metales de El Argar se encuentran repartidos por varios museos del mundo, entre ellos el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y el British Museum de Londres cuyas colecciones estamos actualmente estudiando para profundizar en una cuestión clave como es la aparición de los primeros bronces (la aleación de cobre y estaño). Mientras el cobre es un mineral abundante en la Cuenca de Vera y en casi todo el Sureste Peninsular, el estaño está prácticamente ausente de estas tierras. Siempre ha llamado la atención que la tecnología del bronce se incorporara de manera tardía en El Argar frente a otras zonas peninsulares que presentan una menor complejidad social debido al predominio de un concepto evolucionista que relaciona un mayor desarrollo tecnológico con la evolución de la complejidad social. Este no es el caso, como tampoco la idea de que el bronce se imponga por su superioridad funcional a los objetos de cobre.

Nuestras investigaciones revelan lo equivocado de algunas de las ideas previas asentadas en la investigación. En El Argar primero fueron los adornos (anillos, brazaletes, pendientes) los que se fabricaron en bronce, mientras que en las mismas sepulturas donde aparecen esos adornos, las alabardas, puñales o espadas están fabricadas con cobre. No hay una razón funcional detrás de los primeros bronces y sí un mayor valor social sobre algo que todavía es exótico y raro. Los estudios de procedencia del metal a través del análisis de isótopos de plomo nos están proporcionando más sorpresas.

Cuando aparece algún puñal de bronce en las sepulturas más antiguas, que podría contradecir la afirmación anterior, los datos sugieren que esos objetos de bronce se fabricaron en realidad en tierras lejanas y fueron intercambiados o importados desde zonas como Cataluña o los Alpes. Esta aparición de objetos importados no había sido hasta ahora considerada en la investigación, que había asumido que ya fuera por la riqueza en minerales de la región o por el control político ejercido en su producción, la metalurgia y el metal era un producto siempre propio. En esa visión de un desarrollo metalúrgico propio se incluía también la plata, un metal muy frecuente en la Cultura de El Argar y escaso en otros territorios peninsulares.

El criadero de Herrerías (Cuevas de Almanzora), famoso por sus ejemplares de plata nativa, justificaba desde la época de los hermanos Siret esa estrecha relación. Sin embargo, de nuevo los análisis de procedencia nos dibujan un panorama diferente. Aunque la plata de Herrerías se utilizó y se ha identificado en algún objeto del yacimiento de El Argar, su importancia fue menor de la que creíamos y la plata de Linares o del Valle de Alcudia (Ciudad Real) tuvo mayor presencia en los yacimientos de la Cuenca de Vera.

Las investigaciones continúan y en los próximos meses tendremos nuevos datos que confirmarán o modificarán algunas otras ideas sobre el metal y el papel de la tecnología metalúrgica. El legado de los hermanos Siret es único, pero la conservación y adecuación del yacimiento de El Argar es un compromiso que no debe olvidarse porque aún hay muchas preguntas que necesitan respuesta.