Bienvenido Mr Sánchez


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

La mirífica lluvia de 145.000 millones de euros que Europa ha tenido a bien concedernos, figura en el calendario zaragozano del Gobierno, y seguramente regará nuestros campos con tan hermoso trasvase y producirá, es de esperar, una no menos hermosa cosecha de votos.

Casi todos los trasvases son buenos e igualitarios, excepto los que enriquecen a las provincias traidoras.

Ya veremos si es así. De momento, que se sepa, ya hay una aerolínea de capital venezolano que ha pillado, a cuenta, uno de esos atunes sanjuaneros, por ser “estratégica”, según decía el difunto ministro Abalos, que algo sabía de Venezuela. El presidente de RYANAIR debe estar haciendo reglas de tres, confiando en la objetividad de las matemáticas y la equidad de los políticos.

A Zapatero sus planes keynesianos, el Plan “E”, el segundo plan “E”, el “cheque bebé” y otras ayudas igualmente improvisadas y pordioseras no le ayudaron a remontar el vuelo, porque la ingratitud del ser humano resulta ser proverbial.

Tengo mis dudas porque tenemos el ejemplo del Gordo de Navidad: esa ceremonia repetitiva en la que la gente da saltos en la puerta de una administración de Lotería mientras derrama cava barato y se besa con promiscuidad. Resulta, no solo que el Estado, al día siguiente del festejo, se queda arteramente con la mitad del premio prometido, primera decepción, sino que realmente los únicos cuya alegría esta justificada debieran ser los concesionarios de coches de gama alta y los agentes inmobiliarios.

Los estudios más sesudos concluyen que esa riqueza inesperada y gratuita suele, como en una maldición, ser despilfarrada, después de dividir a amigos y parientes. La clase media y baja, que juega a la lotería, vende el piso de Vallecas y se compra un chalet en Galapagar, descubriendo así la melancolía que producen los deseos satisfechos y las plegarias atendidas.

Cosa parecida pasa con las ayudas a los países subdesarrollados (ya no se llaman así, pero siguen siendo subdesarrollados, porque las palabras, como las loterías, en realidad solo disfrazan las realidades, y cuando la realidad no gusta, pues se cambia la palabra que la designa y a otra cosa.

Si la permanencia de este Gobierno cuyos efectos políticos, como los de la carcoma, tardan en verse, se obtiene aumentando el déficit público y con el espejismo de la fortuna sobrevenida, acabaremos recordando, antes o después el sabio consejo de Confucio: mejor que 145.000 millones de peces siempre es que te enseñen a pescar.