Toni Cantó o los infortunios de la virtud


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

Ya tenemos la incógnita del verano: O Isabel Ayuso podría darle lecciones magistrales al mesmo Maquiavelo, que resucitare para solo ello... o es tonta de remate.

Entre Escila y Caribdis habremos de navegar hasta que la incógnita se despeje. No parece en todo caso provechosa la alternativa: maquiavelos de guardarropía ya hay en la política española en abundancia...y tontos no han de faltar.

Nunca deja de sorprender, por más que se repita, la paradoja del moralista que nos dice lo que hemos de hacer los demás y nos sorprende acto seguido con la conducta propia. Sería muy clarificador que los moralistas fueran siempre moralistas y los atracadores de banco, fueran siempre atracadores de banco.

En la obra que representamos todos en el teatro del mundo, al menos seríamos menos los estupefactos. Pero Pedro Sánchez parece estar creando escuela: él, al menos, representa correctamente su papel: Siempre miente. Por tanto, como en aquellas paradojas de la lógica formal, al ser de la tribu que siempre miente, aunque finjamos indignación, sabemos que en realidad, no nos engaña ni nos defrauda: solo hay que interpretarlo correctamente y sabremos que siempre hará lo que le convenga, y no tiene que darnos explicaciones, porque es por nuestro bien.

Toni Cantó, que parecía la gran esperanza blanca de la derecha moderada, tocado por la claridad de su exposición directa, y sus recursos de actor, en especial respecto a determinados objetivos de su política, abandonó el barco de Ciudadanos, antes que las mujeres y los niños, y no volvió a sus faenas de siempre, que empezaron a parecerle poco interesantes una vez probado el veneno, no del teatro, sino de la gran farsa de la política nacional.

No guardó ni siquiera el duelo mínimo a la dignidad del cadáver, sino que se introdujo con calzador en el bote de Partido Popular, que lo acogió, no se sabe muy bien porqué, con el entusiasmo del fichaje estelar. Quizá andan necesitados de moralistas.

En España somos muy de usar eufemismos como cataplasmas para evitar lo desagradable que no podemos remediar. Son sus nombres ligeramente cursis y sobradamente rimbombantes: “Observatorio de la Mujer”, “Yacimiento de Empleo”, “Defensor del Pueblo”, “Unidad Territorial de Desarrollo Tecnológico”, “Agencia de No Sé Qué”. Tienden a ocultar su verdadera naturaleza: colocar a los amiguetes desamparados y a los familiares y sobrinillos… ¿no lo haría usted, amable lector? Diga la verdad.

Y por tanto cumplen la función social de lo que siempre ha sido el “Chiringuito”; obra social y monumento a la Familia y a la Amistad, en España siempre han sido conceptos apreciados. Son cosas que compartimos con el sur de Italia y muy especialmente con la isla de Sicilia. Cualquier otra cosa siempre sería vista como sospechosa herejía luterana.

Toni Cantó comenzó a descubrir y descuartizar estos eufemismos, lo que podía, ya vemos que no, poner nerviosos a algunos beneficiarios de los mismos: decía la verdad. Pero en política la verdad te persigue.

Alguien con maldad o con estupidez infinitas ha puesto a Toni Cantó en un chiringuito, unipersonal, como él mismo ha confesado, para que cobre unos setenta y cinco mil euros para “Defender el español”, no en Vic ni en Rentería, sino en Madrid, que se está mejor.

Es la crueldad de quien pone a trabajar como telefonistas a sordomudos. La humillación de ese “dame pan y dime tonto” nadie se la merece, ni siquiera un Toni Cantó, el moralista atracador.