Américo Vespucio, su nombre es el injusto de América


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ADOLFO PÉREZ

Suelen darse injusticias históricas de difícil o ninguna reparación a lo largo de los tiempos. Una de ellas, de grueso calibre, es la que se refiere al nombre de América. A nadie se le escapa que el nombre del Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón debió llamarse Colombia y no América como ahora se verá. Sabido es que Colón se fue al otro mundo creyendo, después de cuatro viajes, que había llegado a las Indias orientales, sin haberse dado cuenta de su gran hazaña, de que tenía delante una enorme masa continental. Sin embargo, el mérito del nombre de América se lo llevó el italiano Américo Vespucio, un oscuro florentino llegado a España.

Conviene repasar de forma somera lo que dieron de sí los cuatro viajes de Colón al Nuevo Mundo. En el primero de ellos, donde se produjo la fecha inicial del descubrimiento, 12 de octubre de 1492, se divisó la primera tierra americana: una isla del archipiélago de las Lucayas o Bahamas, a la que Colón le puso el nombre de San Salvador, que para los indígenas era Guanahní, sin que se sepa su identidad actual, puede que sea la de Watling; también se descubrieron otras islas, entre ellas las de Cuba y Haití. El éxito logrado en el primer viaje dio lugar a armar otra expedición. En este segundo viaje, iniciado el 26 de septiembre de 1493, se descubrieron varias islas: Marigalante, Guadalupe, Santa Cruz, Puerto Rico y Jamaica.

Después de muchas dificultades, pues su prestigio había decaído, Colón consiguió armar una flotilla y emprender un tercer viaje el 30 de mayo de 1498, donde llegó a la isla de la Trinidad y a las bocas del rio Orinoco, descubriendo, por tanto, el continente sudamericano; recorrió sus costas y se volvió a la isla de San Salvador. Por último, Colón hizo un cuarto y último viaje que partió de Cádiz el 9 de mayo de 1502. Después de que el gobernador Ovando, por orden regia, no lo dejara desembarcar en La Española, costeó los cabos de Honduras y Gracia de Dios, explorando las costas de América Central hasta el istmo de Panamá. Y después de sus viajes Cristóbal Colón falleció oscuramente en Valladolid el 20 de mayo de 1506, año y medio después de Isabel la Católica, su gran valedora.

De todos los viajes llevados a cabo a partir de los de Colón, que sirvieron para que los cartógrafos dibujaran cada vez con mayor precisión el nuevo continente y sus islas, ninguno fue tan importante desde el punto de vista científico como el del florentino Américo Vespucio ¿Y quién era Américo Vespucio y de dónde procedía? Fue el encargado de decir a Europa que las tierras halladas por Colón no eran las asiáticas que él creía, sino las de un nuevo continente. Este hombre, de escasa entidad frente a la gran figura de Colón, también murió sin conocer los efectos de su revolucionaria noticia: la gloria derivada de ese bautismo casual para él y para su linaje, nació en Florencia el 9 de marzo de 1454. Su padre, Nastagio Vespucci, notario de profesión, y su madre Lisa de Andrea. Poco se sabe de la infancia, de la educación recibida de Amérigo Vespucci (su nombre en italianos), que llegó a España como empleado de comercio poco antes del primer viaje de Colón. Enviado por sus patronos, los Médicis, el joven Amérigo llegó a Sevilla hacia 1490, y trabajó en la factoría mercantil de su paisano Juanoto Berardi, que preparó el segundo viaje de Colón. Cuando el 15 de marzo de 1493 regresó Colón de su primer viaje y contó las inmensas riquezas existentes, las casas comerciales de Génova y Venecia empezaron a especular sobre la posibilidad de abrir nuevas rutas para el transporte de las especias, un producto muy apreciado en aquella época.

Asimismo, los Médicis se interesaron sobre el particular, y es probable que las primeras noticias, más o menos precisas, les llegaran a ellos a través de Amérigo Vespucci. Pero la repentina muerte de Beraldi lo dejó sin patrón y sin medios de vida. Así nació su propósito de emprender viaje a las Indias, lo que hizo en 1497. En mayo de 1499 se embarcó en una segunda expedición mandada por Alonso de Ojeda, que siguió la ruta del tercer viaje de Colón; el 4 de mayo de 1499 las naves zarparon del Puerto de Santa María, yendo a bordo Juan de la Cosa, y tras veinticinco días de navegación llegaron a la desembocadura del río Orinoco, ya descubierta por Colón, e iniciaron el recorrido de la costa hacia el norte, una costa baja e inundable, que con los accidentes previos a la entrada al lago Maracaibo, les trajo el recuerdo de Venecia a los viajeros, y por ello llamaron a aquellas tierras Venezuela o pequeña Venecia. A su regreso, Vespucio continuó informando a los Médicis, y dispuesto a emprender nuevos viajes.

Una de las cuestiones que más se ha debatido por la historiografía vespuciana es el número de viajes que el florentino Américo Vespucio llevó a cabo en el Nuevo Mundo. Como su nombre no aparece en ninguna nómina de tripulantes, sólo se conocen sus viajes a través de sus cartas no autógrafas y sin que los cronistas se pusieran de acuerdo. En 1501 Vespucio se hallaba al servicio del rey portugués Manuel el Afortunado. La flota, dirigida por él, se hizo a la mar el 14 de mayo y una vez alcanzada la costa de Brasil en enero de 1502 contemplaron una maravillosa bahía a la que llamaron Río de Janeiro. Siguieron navegando hacia el sur hasta llegar, parece, a las islas Malvinas o a la inhóspita y fría Patagonia, de donde, atravesando en oblicuo el océano Atlántico, el 7 de septiembre llegaron a Lisboa. Todavía, en 1503, realizó otro viaje por la misma ruta, a buen seguro que buscando un paso para llegar a las islas de las especias, que no halló; confirmando sus sospechas de que aquel inmenso territorio no era Asia, que llamó Nuevo Mundo. El resultado de lo descubierto lo puso Vespucio al servicio de España en 1505, único país interesado en continuar la obra descubridora.

En 1504 publicó en Augsburgo el opúsculo Mundus Novus (Nuevo Mundo), donde se reproducía una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente se imprimía su segunda obra, Lettera di Amerigo Vespucci … en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras. La relación de los viajes de Vespucio alcanzó entre los apasionado cosmógrafos de Europa una gran notoriedad. No cabe duda que sus escritos sobre los viajes eran poco exactos, pero afrontaban con claridad el problema geográfico, lo que significó un éxito creciente. En sus cartas a personajes contó el resultado de sus navegaciones, de las que se hizo eco el cartógrafo alemán Martín Waltzemüller, quien editó en 1507 las cartas de Vespucio junto a su Cosmographiae Introductio, y escribió en el prólogo "Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Amérigo Vespucci, no veo razón para que no llamarla América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres.". El nombre de América empezó a difundirse, en principio solamente empleado por algunos eruditos. Hasta el siglo XVIII las nuevas tierras se llamaron ‘las Indias’, pero en seguida el nombre de América lo inundó todo.

Poco antes, en 1505, Amerigo Vespucci se había convertido en Américo Vespucio al serle concedida la naturalización en los reinos de Castilla y León. Su fama como marino y comerciante había crecido considerablemente, hasta el punto de llevarle a participar en 1507 a la Junta de Burgos al lado de marinos, descubridores y cartógrafos tan ilustres como Vicente Yáñez Pinzón, Juan Díaz Solís y Juan de la Cosa, y a ser nombrado piloto mayor de la Casa de Contratación al año siguiente. En Sevilla dictó Vespucio su testamento (9 de marzo de 1511) y en Sevilla murió un año más tarde (22 de febrero de 1512). Quiso el florentino ser enterrado con hábito franciscano en la iglesia de San Miguel, derribada en 1868. Las pobres mandas económicas de su testamento demuestran que su situación financiera no era boyante A su muerte el Nuevo Mundo ya se llamaba América. Pasados algunos años, Waldseemüller tuvo noticias del verdadero descubridor del Nuevo Mundo y quiso enmendar su yerro en una nueva edición de su obra en 1516, pero ya era demasiado tarde y nadie le escuchó. Al final Cristóbal Colón dio nombre a una hermosa nación: Colombia.

Bibliografía. Profesor Ciriaco Pérez Bustamante: Compendio de Historia de España. Marqués de Lozoya: Historia de España. Grandes biografías: Américo Vespucio’. Editorial Océano, Barcelona.