El que gana pierde


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

Pocas elecciones se presentan tan interesantes como las primarias del PSOE de Andalucía. En Cataluña y en el País Vasco las cartas siempre están marcadas, y nada cambia jamás mientras quede vaca que ordeñar y mesas de diálogos eternos.

Una de las grandes virtudes de este partido para haber desarrollado ininterrumpidamente una actividad de gobierno que, hasta cercanas fechas, parecía sempiterna, ha sido una disciplina marcial, casi legionaria. La disidencia ni siquiera era arrinconada o depurada porque, si existía, era clandestina. Los clanes perdedores en los repartos de poder local, lamían en silencio sus heridas y esperaban pacientemente y sin escándalos, una oportunidad mejor. “Ad extra”, al menos, eso era lo que parecía.

Contra tan formidable maquinaria el Partido Popular oponía al candidato Arenas que, de forma ritual, era sacrificado en el ara de las urnas, hasta que el hombre finalmente se cansó de ser eviscerado una y otra vez.

Las tersas aguas de este idílico panorama fueron violentamente afectadas por un solo hombre: Sánchez. Después de ser expulsado violentamente por el sanedrín del Comité Federal que pronto supo ver en él a un peligroso aventurero, de escasos escrúpulos y fascinante desvergüenza para mentir sin solución de continuidad a propios y a extraños.

Pese a ese revés, nuestro hombre, con resolución y audacia indiscutibles, montó en su Peugeot y se dedicó a camelar a ingenuos militantes de esos que no tienen responsabilidades más allá de sus narices. El triunfo de su baño populista fue el triunfo de su baño institucional.

Gracias a la sorprendente irresponsabilidad de Mariano Rajoy y del bolso que ocupó su lugar,y a una serie de pactos contra natura, llegó finalmente al lugar que ocupa. La venganza del neopresidente, que tuvo ocasión de comprobar y anotar a quienes le habían traicionado en su Noche Triste, fue inmediata e inmisericorde .

Y como la victoria tiene cien padres, no tuvo dificultad en conformar a su imagen y semejanza la estructura de Gobierno y de Partido que le plugo.

Los barones territoriales a veces protestan débilmente algunas de sus actuaciones o declaraciones más extravagantes, pero suelen cobardear en las tablas territoriales en las que están amorcillados, ya que pueden peligrar si se pasan.

Una sola cabeza le falta por cortar: la de Susana Díaz, candidata estrictamente oficialista y ortodoxa de lo que fuera la vieja guardia y que osó pasar el Guadalquivir y entrar en el corral del joven gallo.

La palestra está preparada para la revancha. El candidato disfrazado de Espadas es, a nadie se le oculta, Sánchez. Su victoria será su victoria final y su derrota será un simple traspiés. Sánchez es cualquier cosa menos tonto.

Por otro lado, la previsible victoria de Susana Díaz, será también su derrota.

Los vientos han cambiado tanto que hasta un candidato tan endeble, “blandi blub” y protocolario, como Moreno Bonilla se antoja un líder carismático: los vientos de Madrid,la desaparición de Ciudadanos, los desastres de la política funambulista del propio Sánchez y su gobierno, le pasará factura a la candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía, con lo que, por carambola a tres bandas, Susana Díaz será derrotada y Sánchez habrá alcanzado sus últimos objetivos militares: le quedan dos años más con sus extraños compañeros de cama.

Para completar la faena necesitará la inestimable colaboración de Moreno Bonilla que si tiene alguna mínima astucia, convocará elecciones después del verano.

Luego algún conejo le quedará en la chistera a ese hombre tan afortunado.