“El Cid y Vercingetorix eran nobles guerreros y eso es lo que hay que ser en la vida”

A Sergio Rodríguez Dengra, antiguo usuario de ASPRODALBA, su discapacidad intelectual no le ha impedido dedicar 30 de sus 47 años a la pasión de su vida: la Arqueología



ALMERÍA HOY / 08·05·2021

Su experiencia trabajando en la restauración de la Alhambra o en las excavaciones en la Cueva del Arco ha llevado al veratense profesor de Prehistoria en la Universidad de Murcia, Ignacio Martín Lerma, a contar con él como su estrecho colaborador en el proyecto ‘Desenterrando prejuicios’, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y con el apoyo de la Universidad de Murcia, con el que acerca la investigación arqueológica a personas que suelen ser apartadas del mundo científico y procura sepultar esos recelos que desaparecen de inmediato hablando con Sergio.

- ¿Sabías algo de Arqueología antes de trabajar con el profesor Ignacio Martín Lerma en ese campo?
- Sí. Siempre me había interesado mucho. En el colegio preguntaba a los profesores de Historia cosas acerca de Troya, Egipto, Roma… Recuerdo que se quedaban un poco embobados, como preguntándose ¿cómo sabe tanto éste?
- ¿Tú ya habías leído acerca de esos temas?
- Claro que sí. La Historia me interesa muchísimo.
- ¿Cómo llegó hasta ti el programa que dirige Ignacio?
- Era algo que no tenía previsto. Nunca hago planes, pero siempre aprovecho lo que se me presenta. Para mí fue impresionante formar parte de su equipo en la cueva del Arco
- ¿Con quién has trabajado además de con Ignacio?
- Con Antonio Malpica en la restauración de la Alhambra de Granada; con José Luis López Castro en investigaciones sobre el mundo fenicio… He colaborado con muchísimos.
- Un gran bagaje, sí. ¿Te pagan?
- Normalmente lo hago como voluntario, aunque en el proyecto de Ignacio sí he cobrado.
- ¿Eres feliz en ese trabajo?
- Claro que sí. Lo hago porque me encanta.
- ¿Cuál es tu labor en esas investigaciones?
- Lo que manden los arqueólogos. Lo habitual es que me encarguen una zona de excavación y lo que voy encontrando lo meto en una bolsa y lo clasifico. Así llevo años.
- ¿Cómo distingues una piedra vulgar de una pieza con valor arqueológico?
- Hay cosas que se ven con claridad y, ante la duda, antes de tirar nada, pregunto a los arqueólogos, que son los que conocen el tema mejor que nadie. Aunque con el tiempo que llevo dedicándome a esto, ya he aprendido a diferenciar y clasificar muchos de estos materiales.
- Esto de excavar, ¿resulta una tarea cansada y monótona?
- A mí me ilusiona mucho.
- ¿Qué herramientas sueles usar?
- Sobre todo pinceles. También brochas, piquetas, palustre…
- Supongo que habrá que trabajar con mucha delicadeza.
- Hay que emplearse con mucha suavidad para evitar hacer daño a lo que haya enterrado, porque nunca sabes qué te puedes encontrar.
- ¿Qué te ha llamado más la atención de todo lo que has encontrado hasta hoy?
- Fue en una necrópolis inmensa en Almedinilla, de la época del Bajo Imperio Romano. Participé en unas excavaciones en 1997. Allí había muchísimas tumbas, y encontramos cuatro hornos de cerámica con todos los objetos que se estaban cociendo. Salieron cantidad de cosas.
- Se te nota muy familiarizado con una terminología que no está al alcance de muchas personas, ¿has llegado a realizar algún informe?
- Es que llevo muchos años en este mundillo. Solo en Almedinilla, por lo menos diez o doce años. Pero elaborar informes para dejar constancia de todo lo que ha salido durante la excavación es trabajo de los arqueólogos. Yo me limito a escribir en el diario de excavaciones.
- ¿Trabajar en Arqueología es lo que más te gusta en la vida?
- Sí. Cuando termina una excavación siempre estoy deseando empezar en otra.
- ¿A qué edad empezaste a excavar? - La primera fue con 17 años. Desde entonces llevo 30 años seguidos.
- Después de tanto tiempo, te has convertido en todo un especialista, hasta el punto de haber sido un estrecho colaborador en las investigaciones dirigidas por Ignacio Martín Lerma en Cieza.
- Así es. También fui coordinador con Domingo Ortiz en Vera, en una excavación simulada que hicimos en El Palmeral, igual que hace unos meses en Asprodalba, también con el profesor Ignacio Martín. Ya llevo muchas campañas.
- ¿Echas en falta algún tipo de capacidad para hacer cosas?
- No. A la hora de trabajar, ninguna. Me siento útil.
- ¿Sigues leyendo libros de Historia?
- Claro. Me gusta leer sobre Tartessos, los griegos, los fenicios… Ahora mismo estoy leyendo uno sobre Prehistoria de Jean Marie Auel. ‘El oso cavernario’.
- La relación con la lectura te debe haber convertido en una persona culta.
- Afirmativo.
- ¿Qué puedes subrayar de tu experiencia en la Cueva del Arco?
- Fue muy interesante. Hasta ese momento nunca había excavado en una cueva, así que, cuando me ofrecieron la oportunidad, la acepté encantado y ‘pa dentro’.
- ¿Qué tal es Ignacio?
- Para mí es como un hermano. Nos queremos mucho.
- ¿Cuánto tiempo has trabajado con él?
- Estuve toda la campaña de Cieza en septiembre de 2019.
- ¿Echaste en falta a tus padres durante ese tiempo?
- Nada. Hubiera firmado estar más tiempo, pero no pudo ser.
- ¿Qué dirías a los que piensan que personas con ciertas discapacidades intelectuales no pueden aportar nada?
- Les diría que deben aprender.
- ¿Cuál es tu personaje histórico favorito?
- Julio César.
- ¿Por qué? A pesar de su inteligencia, hoy podía ser calificado como un tirano malvado.
- Fue un gran estratega, y lo demostró en sus luchas contra Vercingetorix en Alesia.
- Allí fue donde construyó dos muros de madera para defenderse de los que estaban sitiados en Alesia y de los 200.000 galos que venían de refuerzo desde el exterior. Consiguió doblegarlos con sólo 40.000 legionarios.
- No. Eran 50.000 legionarios. Y Vercingetorix se rindió con mucho honor. De buena manera.
- Después lo llevaron a Roma y lo ejecutaron.
- Yo lo comparo con el Cid Campeador.
- ¿Por qué?
- Era un noble guerrero. Y eso es lo que hay que ser en la vida.