'Allá van leyes do quieren reyes'


..

LUCAS JIMÉNEZ*

Si Alfonso VI de León tuviese la imposible misión de gobernar hoy, contra los reparos de sus letrados y voceros habría modificado levemente el adagio, a él debido, de 'allá van leyes do quieren reyes', por la actualizada de 'allá van criterios técnicos do quieren reyes'. La ministra del 'asunto', señora Teresa Ribera, en concordancia con las costumbres de la realeza medieval, tiene por costumbre dictar o modificar normas sin el concurso del populacho agrario, que amén de embrutecido es altamente contaminante, pero eso sí, por el bien del populacho agrario. Claro que todo se ajusta a la hoja de ruta ya pensada bastante antes del 2018 -año en que la ministra fue entronizada-. Pensada y escrita por su majestad la reina madre, Cristina Narbona. Hoja con renglones de boro y sal en exclusividad. Así que la ministra Ribera lo tenía claro al trasladar a su 'staff' técnico en el Ministerio esta orden: 'ya tenemos ochenta millones de metros cúbicos de agua desalada, hay que encajarla y consumirla, eleven pues en ochenta hectómetros cúbicos los caudales en Aranjuez'. Abandono las ironías, lo que ocurre es muy serio.

Mañana, lunes, los agricultores y todas las organizaciones del Círculo por el Agua -empresariales, sindicales, agrarias, cooperativistas- han convocado una manifestación en Madrid. Una manifestación Covid, castrada por el miedo y las limitaciones impuestas por la Delegación del Gobierno en Madrid, que con distintos pretextos, ha impedido una tractorada que se anunciaba histórica. Iremos con lo que podamos y nos dejen, pero iremos.

Iremos a exigir razones de Estado a la hora de llevar a cabo la planificación del Tajo. Porque entendemos que con ellas nos irá mejor que con componendas políticas que priman a unas regiones en detrimento de otras. El aumento de caudales injustificado en algunos puntos del río Tajo hace un daño tremendo a las expectativas de futuro del regadío levantino y en general a las de toda la sociedad civil de estas regiones. Y además pone el pie a hipotéticas restricciones de agua de abastecimiento en épocas punta. Lo explico. Con el régimen de caudales propuesto por el Ministerio, y mirando hacia lo ocurrido años atrás, en la campaña 2016-2017 el abastecimiento de nuestros hogares, comercios e industrias no habría recibido una sola gota de agua procedente del Trasvase. Pero es que, además, ese incremento innecesario de caudales dará lugar a tres efectos más, amén del de poner en un brete la agricultura levantina y el de ahondar en la brecha del déficit hídrico de la Cuenca del Segura -haciéndola prácticamente inviable-. Por un lado, incrementará el precio del metro cúbico -que ya es el más caro del país-, lo que repercutirá directamente en los maltrechos bolsillos de regantes, comerciantes, industriales y vecinos en general. Y ello en plena vorágine de reconstrucción económica nacional. Pero es que, además, hará inviable el reparto del agua de la mayor desaladora de Europa -la de Torrevieja- entre las 61 comunidades que tienen derechos preestablecidos a ella. Ello porque, no es broma, dicha desaladora no está conectada, ni lo estará en bastantes años, a las instalaciones de distribución de las comunidades de regantes a excepción, claro está, de las que están próximas a la planta, un par de ellas a lo sumo. Y ,por último, y este sí que es jugoso, un aumento de caudales en algunos tramos del Tajo supondrá una reducción de agua a trasvasar al Levante y obviamente un aumento del consumo de agua desalada -por la que la ministra apuesta decididamente- con un coste energético cuatro veces mayor al del agua trasvasada. Según un concienzudo estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena, publicado en prestigiosas revistas científicas de ámbito internacional, los regadíos del Trasvase ofrecen un balance medio de captación de carbono de hasta 1.200.000 toneladas. Pues bien, concluye el estudio que una detracción de caudales trasvasados del Tajo, como pretende el Gobierno de la Nación, y su sustitución por agua desalada disminuye drásticamente los efectos de sumidero de carbono del regadío. Por lo que se puede concluir afirmando que con sus propuestas el Ministerio camina en dirección contraria a las políticas europeas de lucha contra el cambio climático.

Aumentar caudales para diluir la suciedad en los ríos y de redondón provocar mermas de volúmenes a trasvasar -con lo que de riqueza medioambiental y de prosperidad genera en el Levante- no es el camino a seguir y es contrario a los principios básicos de la planificación hidrológica y a la propia Directiva Marco del Agua. Prueba evidente de ello es que el río Segura, con sus ridículos dos metros cúbicos de caudal ecológico, está en buen estado, caudal que se puede ver reducido algunos veranos a 0,5 metros cúbicos. Sin embargo, el río Tajo a su paso por Toledo -con una media de 29 metros cúbicos de caudal circulante- presenta un estado deplorable -ojo que lo denuncia el propio García-Page-. Si dos metros cúbicos en el Segura -con una excelente depuración de las aguas residuales que a él se vierten- son suficientes para asegurar a su paso por Murcia una imagen de río sano, 29 metros cúbicos sin contaminar en el Tajo -el caudal del Segura multiplicado por más de 14- deberían servir para que la imagen del Tajo a sus paso por Toledo fuera la de un señor río salvaje y sano.

También vamos a Madrid a reivindicar respeto para la agricultura levantina y española. Respeto para una actividad que, pese a sus defectos -que haberlos 'haylos'-, pero gracias a sus muchas virtudes, ha mantenido siempre el tipo durante los aciagos años de las crisis económicas, y que lejos de arrugarse fue uno de los pilares de la economía de nuestras tres regiones. Una actividad agraria que, unida a toda la cadena de valor que genera, ahora en plena pandemia, ha asegurado la alimentación en España y en Europa, con pundonor y jugándose el tipo en la calle. Y que volverá a ser motor de recuperación para nuestra sociedad, no les quepa la menor duda.

*Lucas Jiménez es presidente del Sindicato de Comunidades de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (SCRATS)