La muerte del trasvase (5)


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CLEMENTE FLORES

“Aprended Flores de mi, lo que va de ayer a hoy….”
(Luis de Góngora)

CRÍTICAS AL TRASVASE. “Carthago delenda est”. Comentarios fuera de lugar. En este momento en el que he llegado al ecuador de mi crónica me veo obligado a permitirme la licencia de analizar en esta entrega los estados de la opinión pública apartándome de mi pretensión de hacer un relato esencialmente técnico-histórico de la historia de los riegos y en este caso del Trasvase. El planteamiento y la construcción del Trasvase Tajo-Segura en la segunda mitad de los años sesenta y durante los setenta no produjo, ni mucho menos, una oposición visible o respaldada por movimientos ciudadanos. El régimen político no acogía de buen grado las opiniones discordantes, pero en este caso, el Diario Madrid recogió la opinión de disconformidad del Consejo Económico Sindical de Cáceres y de alguna otra pequeña entidad. Habían sido pequeñas incidencias más importantes por el momento que se dieron que por la relevancia de los hechos en sí. La opinión pública estaba volcada en la magnitud de los aproximadamente trescientos kilómetros de túneles y canales venciendo múltiples dificultades geológicas y físicas y sobre todo en la riqueza que se iba a generar en las provincias levantinas. Poner 130.000 has. en riego crearían suficientes puestos de trabajo para paliar la secular emigración, de morral y maleta de madera, y multiplicaría la producción de productos hortícolas para el consumo interior e incluso la exportación. Esa era la idea en que estaba basada la opinión pública a principios de los setenta.

En la Transición, siendo ministro Garrigues Walker y presidente Adolfo Suarez, cuando el 31 de marzo hubo de inaugurarse el Trasvase todo el mundo entendía que era la última gran obra hidráulica de Franco, aunque ya estuviese muerto. En esos momentos ya estaba de moda no ser franquista, sino demócrata de “toda la vida”, y quizás, por todo eso desde la oposición se pretendió minimizar los esperados logros de la obra. Fue Gregorio Peces Barba, que no era ni técnico ni economista, quien tomó las riendas y llevó la voz cantante en el Congreso por parte del PSOE.

Los problemas, confrontaciones y desacuerdos para determinar el agua que había que trasvasar comenzaron en el primer momento que el trasvase comenzó a funcionar. Después de pasado casi medio siglo, lejos de haberse clarificado las cantidades de agua, los desacuerdos vuelven a aparecer cada año cuando las necesidades aprietan, la demanda es mayor y las disponibilidades disminuyen y así la polémica ha llegado hasta el día de hoy. Los últimos 20 años, tantos como van transcurridos de este siglo, la virulencia de la polémica ha ido en aumento y después de que el Supremo anulara el Plan Hidrológico del Tajo el 11 de marzo de 2019, por no fijar caudales ecológicos en Aranjuez, Toledo y Talavera de la Reina, muchos políticos pregonan, celebrándolo públicamente, el final del Trasvase en la actual Legislatura.

¿Y LA RIQUEZA QUÉ?

Nadie saca a colación la riqueza que se produce, los avances tecnológicos logrados a través de una agricultura de invernadero, que ha superado los rigores del invierno; ni los miles de camiones que constantemente salen para Europa cargados de verduras.

A gran parte de nuestra clase política, como al parecer sucedió a Catón el Viejo con Cartago, no se le cae de la boca la palabra “Hay que cerrar el trasvase”, y a coro la repite una legión de pseudo- especialistas, lacayos de toda ralea y periodistas. “Hay que acabar con el Trasvase”. Es la consigna.

Dicen que Catón empezó su campaña con una mentira que aprovechó la ignorancia del Senado Romano. Las dos potencias de la época, Roma y Cartago, habían acordado que el Río Ebro fuese el límite de sus respectivas zonas de influencia que ninguna debía traspasar. Cuando Sagunto, que caía en zona de influencia cartaginesa, se resistió, fue atacada y destruida por Cartago. Catón lo comunicó al Senado diciendo que Cartago, saltándose a la torera los pactos, había cruzado el Ebro y destruido Sagunto. El Senado se enfureció. No ubicaba Sagunto en el mapa.

En nuestro caso ¿qué ha variado desde 1980 para que la opinión pública se haya puesto en contra del Trasvase? Hay quien habla de una nueva cultura del agua. La cultura cambia con nosotros y nosotros cambiamos con ella porque el hombre intenta superar las necesidades que le salen al camino valiéndose de la cultura. Vivimos una etapa en que la desorientación y las dudas sobre el futuro más o menos inmediato que nos espera es palpable y sentimos que no se puede mantener una realidad con tantas desigualdades e injusticias como vemos. Mantener la realidad a sabiendas de que es injusta es deshonesto, pero hemos asistido a una promiscuidad insultante entre política y dinero que ha intentado ocultar la corrupción divulgando teorías, muchas veces abstractas, que no son más que cortinas de humo perniciosas para la paz social.

El Estado que debería defender los intereses colectivos estableciendo políticas concretas, ha perdido el control sobre el sistema económico y no reparte las plusvalías y ganancias. Los fallos y desajustes de las democracias neoliberales han propiciado los nacionalismos, aunque hoy sabemos que el desarrollo cultural y el bienestar de un país no depende de su territorio ni de sus recursos, (véase el caso de Singapur que con 700 km2 es un centro neurálgico del comercio mundial y tercer país con mayor renta per cápita).

Nuestros gobernantes y fundamentalmente los autonómicos, han manipulado la opinión pública, aparte de fidelizarla con dinero o prebendas, en demasiadas ocasiones utilizando bien el tema del enemigo externo o el sentimiento de pertenencia al grupo. En cuántos lugares de nuestro país no se ha practicado eso de “España nos roba”, “Nos saquean nuestro río” “Nos quitan el agua” o bien se ha tratado de reforzar el sentimiento de pertenencia al grupo porque somos los mejores: “los andaluces tenemos desde hoy nuestra propia ley del agua”, “Conseguiremos que salden nuestra deuda histórica”, ”Somos los mejores. Nadie va a venir a darnos lecciones”.

La información que se nos suministra es una peligrosa fuente de confusión, fragmentación social y conflictos. Hay ‘especialistas’ en comunicación con acceso privilegiado al mercado de las ideas. La verdad ya no se le dice al poder, sino que es el poder el que “dice la verdad” y la única verdad que se permite reconocer como tal es la que cuenta el poder.

Sería interminable hablar de los tópicos, mentiras y fábulas que se relacionan con el Trasvase. Se habla de que los trasvases son obras desfasadas, irracionales, que producen un gran impacto ambiental y conflictos sociales, pero siempre se refieren al Trasvase Tajo-Segura y nadie se refiere nunca a otros trasvases como el Ebro-Campo de Tarragona, el Zadorra-Arratia, el Ter-Barcelona, el Ciurana-Ruy de Cañas y otros, por poner algunos ejemplos españoles. No me creo que sea casualidad.

Cuándo se habla del aspecto deplorable del Tajo en Toledo y Talavera ¿Por qué se habla y se culpa a los caudales ecológicos y no se habla de depuración de aguas arriba, si la Directiva Marco del Agua recoge 99 veces más la palabra calidad y ninguna caudal ecológico? Cuando se dice que falta el agua en una serie de pueblos de Guadalajara, de la cuenca del Tajo, por culpa del Trasvase ¿alguien se ha molestado en investigar cuántas obras de abastecimiento y de regadío en la cuenca del Tajo se han justificado por la existencia del trasvase o se han financiado con dinero aportado por los usuarios del trasvase en el Sureste en concepto de compensación? “Delenda est Carthago”, dicen en la Junta de Castilla La Mancha y miran para otro lado.

Hoy posiblemente nos hemos pasado con los comentarios “fuera de lugar”. Somos humanos. Volveremos al redil el próximo día.