“Estamparía una sartén a quienes restan importancia al humor en la literatura”

Juan Manuel Gil reveló este domingo en Garrucha las claves de su obra y de Trigo Limpio, la novela con que ganó el premio Biblioteca Breve 2021


Juan Manuel Gil apela a “desconfiar siempre de quien tilda de 'ligera' a una obra que emplea el humor para restarle importancia. No le invitéis nunca a cenar”.

ALMERÍA HOY / 28·03·2021

La literatura estrenó “marco incomparable” este Domingo de Ramos. La librería Nobel de Vera organizó la presentación de ‘Trigo limpio’, la novela con que Juan Manuel Gil ha obtenido este año el premio Biblioteca Breve, en el Rincón del Puerto de Garrucha. Gil reveló junto al mar las principales claves de su obra, que tienen que ver con el “amor” que profesa hacia la literatura y el recuerdo de una infancia vivida en El Alquián, un barrio en el extrarradio de Almería.

Esto último es el motivo de que la novela comience con la imagen de un niño corriendo por la pista de un aeropuerto.

“En vez de un parque, nos insertaron por el culo una pista de 3.000 metros. Nos dijeron que eso era la prosperidad. Después vendrían el gasoducto y la depuradora de aguas residuales. El vertedero ya estaba. Nosotros entendimos que el aeropuerto lo habían construido para jugar. Saltábamos la valla una y otra vez, hasta que nos cansamos de hacerlo y empezamos a practicar agujeros por los que nos colábamos, que no tardaron en dejar de reparar. Seguramente por aburrimiento”.

Así, el barrio del autor pasó a situarse en “primera línea de aeropuerto” y dejó de estar junto al mar. Sin embargo, para el adolescente Juan Manuel se trataba de una situación tan “fascinante” como la sensación que después sintió por la literatura.

Por eso decidió relatar en ‘Trigo limpio’ el proceso de escribir una novela y la forma de recordar nuestra infancia, "que no tiene por qué ajustarse a la verdad”.

“Nos han vendido recurrentemente, sobre todo los políticos, que siempre hay un relato de los hechos que debe imponerse. Eso es mentira. Existe uno por cada persona, y nos sostenemos precisamente gracias a esa red tejida a base de diferentes relatos”.

“En el ejercicio del recuerdo siempre erosionamos las aristas que nos resultan dolorosas, y resulta preciso rellenar el vacío que dejan con imaginación a la que damos peso de verdad, aunque lo de menos es que realmente lo sea”.

“Al final somos lo que contamos –sostiene el autor-. No obstante, lo que creemos que somos o fuimos no es inmutable. Es importante cuestionarlo, y ese es el origen de mi literatura. En mis libros pongo todo en tela de juicio. Desde las relaciones con mis padres a las que mantuve con el barrio”.

La propuesta de Gil se muestra explícita desde el principio en ‘Trigo limpio’. El narrador se encuentra en internet con un amigo de la infancia al cabo de 25 años, y narran de manera diferente los mismos hechos que han protagonizado juntos.

“A partir de esa idea, decidí afrontar la colisión de dos relatos distintos que no son opuestos, sino complementarios”, y lo hace en una suerte de “autoficción” en clave de humor “porque no me llevo nada bien con la solemnidad”.

El último acreedor del premio Biblioteca Breve reivindica el humor porque “se le resta importancia en la literatura. Se le relaciona con lo ‘ligero’, y cuando alguien me lo dice me entran ganas de estamparle una sartén en la cabeza. El humor hace pasar buenos momentos, y eso merece un respeto”.

Juan Manuel Gil explica que “para hacer llorar basta con pegar un pisotón a alguien. Sin embargo, hacer reír es mucho más complicado. Requiere un proceso de previo acercamiento al otro; ganar su complicidad y generar una relación que le relaje y haga sonreír”.

Al autor le subleva que cuando alguien decide “salvar” una obra de humor, le añada el adjetivo de ‘inteligente’, “algo que nunca se hace con una tragedia, a la que la inteligencia se le supone, aunque no pase de ser una compilación de situaciones morbosas”.

El escritor destaca la relevancia del humor en la literatura porque “sirve para cuestionarlo todo, reírse de la realidad y de uno mismo”. Lo contrario supone caer en una visión “penitencial” de la escritura.

Tal vez por esa razón, Juan Manuel Gil apela a “desconfiar siempre de quien reste importancia a una obra que emplea el humor tildándola de ‘ligera’. No le invitéis a cenar nunca”.