La muerte del trasvase (4)


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CLEMENTE FLORES

EL SURESTE DE España, constituido fundamentalmente por las provincias de Alicante, Murcia y Almería, es una de las regiones más secas de Europa y un espacio de régimen fluvial incierto, pero en cambio es también un territorio beneficiado con un clima y unas tierras favorables a que con agua puedan desarrollarse en él múltiples actividades económicas.

El agua, por su escasez, ha sido a lo largo de la historia el recurso más buscado por los hombres de estos territorios y al que más esfuerzos ha dedicado. La escasez de agua es lo que más ha condicionado el crecimiento demográfico y la riqueza de la región y por eso desde hace cientos de años, desde la época de Carlos I, se plantearon canales para trasvasar aguas desde la cuenca del Guadalquivir, desde los ríos Castril y Guardal, hasta los campos de Lorca. En nuestro país lo planteado ha sido siempre mucho y lo realizado poco.

EL ORIGEN

La primera persona que trató del trasvase Tajo-Segura fue el ingeniero Lorenzo Pardo, que quedó impactado por la visión de la plaza de Cuevas del Almanzora repleta de hombres abatidos que buscaban infructuosamente trabajo, en un día de finales de octubre de 1932. La visión de los campos arrasados por el calor y la sequía y del reguero de personas que emigraban, le movió a pensar en posibles soluciones. “En la zona mediterránea, la región clásica de regadío, donde se sufren las mayores penurias y se alcanzan los mayores beneficios, apenas ha sido incluida una obra en cualquier plan estatal”.

Lorenzo Pardo fue autor del Plan Nacional de Obras Hidráulicas presentado a las Cortes en mayo de 1933. El Plan planteó entre sus objetivos “la corrección del desequilibrio hidráulico histórico existente entre las vertientes atlántica y mediterránea de España. El Plan se concretó en el “Plan de Mejora y Ampliación de los Riegos de Levante”, que preveía trasvasar aguas de las cabeceras del Tajo y del Guadiana, junto con sobrantes del Mijares, Turia, Júcar y Segura, hasta alcanzar un volumen total de 2.297,160 Hm3/año, para transformar en regadío 338.000 Has. de tierra.

El Plan no progresó en aquellos momentos porque el director de la Confederación Hidrográfica del Ebro planteó, quien lo diría hoy, sustituir al Tajo por el Ebro como fuente de suministro, porque conseguiría beneficiar al Sureste extrayendo aguas del Ebro en su desembocadura sin perjudicar a otros. Finalizada la guerra civil española se mantiene la necesidad de proseguir con los trabajos de planificación hidráulica y las ideas se tratan de recoger y exponer en el Plan General de Obras Públicas de 1940, en el que aparecen la mayor parte de las actuaciones del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, incluyendo la mejora de los riegos de Levante a partir de los caudales sobrantes en otras cuencas. En los estudios de viabilidad se tantean varias soluciones con trasferencias Ebro-Júcar-Segura, Duero-Tajo- Segura y Tajo-Segura, escogiéndose esta última por su mayor eficiencia.

Entre los años 1965 y 1966 el Ministerio de Obras Públicas ordena la redacción del “Anteproyecto General de Aprovechamiento Conjunto de los Recursos Hidráulicos del Centro y Sureste de España, Complejo Tajo-Segura”. La redacción la llevan a cabo los ingenieros Mendiluce y Pliego. Para realizar la transferencia de los volúmenes previstos era necesario disponer de los caudales desde los embalses de Entrepeñas, Buendía y Bolarque. En segundo lugar, ampliar la regulación de cabecera de otros ríos en la cuenca alta del Tajo a través de la construcción de once posibles embalses para resolver parcialmente el abastecimiento futuro de Madrid y asegurar las dotaciones de los regadíos históricos de la cuenca. En tercer lugar, la puesta en marcha del trasvase estaba en oposición con las concesiones que tenían las empresas eléctricas para turbinar los caudales del Tajo y producir electricidad, toda vez que las aguas trasvasadas ya no pasarían por sus centrales hidroeléctricas. En el Anteproyecto se evaluó la afección total máxima en 782 Gwh/año de un total de energía producible de 3.732,8 Gwh/año, es decir un 21 por 100 suponiendo un trasvase de 1.000 hm3/año.

Con estos considerandos y utilizando las series históricas disponibles, 54 años hasta 1965, los autores afirmaron que “es posible transferir hasta 1.000 hm3/año sin que tal volumen afecte a las posibilidades de expansión de la cuenca del Tajo en cuanto a usos consuntivos se refiere”.

El Anteproyecto suponía un recurso garantizado en la Cabecera de 1.200 hm3/año y cualquier crecimiento de la demanda agua abajo de la confluencia con el Jarama sería suministrado con los retornos de Madrid.

El trasvase Tajo Segura fue proyectado siendo ministro de Obras Públicas Federico Silva Muñoz, al que se denominó “El Ministro Eficacia” precisamente porque cuando le presentaron distintas soluciones para un gran proyecto hidráulico salió al paso de las explicaciones diciendo “No quiero proyectos, quiero obras”.

MIL MILLONES DE M3

En consonancia con el Anteproyecto se aprobó la Ley 21/1971 del Trasvase que decía que en una primera fase se podrían trasvasar anualmente hasta seiscientos millones de metros cúbicos y en una segunda fase, una vez realizadas las obras de cabecera del Tajo, hasta un máximo de mil millones de metros cúbicos anuales. En la misma Ley se contemplaban otras actuaciones como la puesta en regadío de varias zonas de la Cuenca del Tajo, la construcción de embalses de cabecera y de estaciones depuradoras de Alcalá, Madrid, Toledo y Cáceres entre otras.

Los primeros gastos para las obras fueron aprobados en septiembre de 1968, un año antes de que se modificasen las condiciones de las concesiones de explotación para turbinar las aguas del Tajo y tres años antes de la aprobación de la Ley 21/1971, por la que se regula el aprovechamiento conjunto Tajo-Segura.

Las infraestructuras más importantes del trasvase son:

•Dos embalses de regulación hiperanual -Entrepeñas y Buendía, de 835 y 1.639 Hm3 de capacidad- conectados por un túnel que permite evacuar caudales del primero al segundo a partir de una cierta cota.

•El embalse de Bolarque, de 31 Hm3, donde está situada la toma y donde se hace la regulación hidroeléctrica semanal.

•La elevación desde Bolarque hasta el pequeño embalse de la Bujeda, dimensionado coordinadamente con Bolarque. La central es reversible, es decir, su normal funcionamiento consiste en elevar en horas "valle" a La Bujeda y turbinar en horas punta desde La Bujeda a Bolarque. Este caso constituye el primer ejemplo de aprovechamiento reversible en España.

•El canal que parte de La Bujeda es capaz de transportar 33 m3/s, y consta de dos partes: una primera, desde La Bujeda hasta la cola del embalse de Alarcón, en la cuenca del Júcar, y otra segunda desde la salida de este último hasta el embalse del Talave, en la cuenca del Segura. Las longitudes respectivas, de cada tramo son 93 y 135 Km, respectivamente.

El trasvase en su recorrido salva la divisoria Guadiana-Júcar y también la divisoria Júcar-Segura y no ha presentado grandes problemas de funcionamiento en más de cuarenta años de vida útil.

•El conjunto de obras, conocidas como postrasvase, encargadas de transportar y distribuir el agua en la cuenca receptora, cuyas infraestructuras principales son dos canales y algunas grandes estaciones de elevación.

En 1978 finalizan las obras del trasvase y se constituye la Comisión Central de Explotación del Acueducto. En marzo de 1979 llegan las primeras aguas del Tajo al Levante español.

(Continuará)