Muletillas y otros recursos retóricos


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AMANDO DE MIGUEL

No es cierto que practiquemos, siempre, la economía del lenguaje: el empleo del menor número de palabras para transmitir la mayor cantidad e intensidad de ideas. Puede que así fuera en los textos de los (antiguos) telegramas. Ahora, no es lo usual. Antes bien, lo que destaca es la cantidad de palabras ociosas, de relleno, que empleamos en las conversaciones, aun en las más cultas. La razón es que, por encima de la economía, se halla el gusto, tan español, por la retórica, en su sentido despectivo. El lenguaje recargado, afectado o muy estudiado es algo que fascina.

Ya el “etc.” (et cétera = las otras cosas) es una clásica expresión retórica para impresionar, más que nada, por el latinajo. Pero, a los españoles de hoy, les encanta la repetición del “etc., etc., etc.” e, incluso, “un largo etcétera”, como si tuviera una dimensión longitudinal. El mismo regusto por el alargamiento lo tenemos en la expresión “todos y cada uno”.

El inglés es un idioma muy escueto (como el latín), que exige, a veces, expresiones vagas con el fin de ampliar el razonamiento. Por imitación del inglés ubicuo, en España, se han impuesto las muletillas “de alguna manera” o “en este sentido”. No significan nada; solo sirven para redondear el discurso. Otro préstamo del inglés es el de insistir en la cautela del “a mi juicio”, que tanto se emplea en la vida política o intelectual. Es una declaración de humildad, un tanto, falsa.

La extrema facundia de los comentaristas, que llenan la radio o la tele, se demuestra en el abuso de continuas muletillas. Por ejemplo, “dicho lo cual”, “con esto termino” o “valga la comparación”. Son recursos para que se les permita seguir perorando. Da la impresión de que cobran según el número de palabras emitidas.

Hay coletillas, que son expresiones hechas, a veces, frases enteras. Por ejemplo, “arma arrojadiza” (que no suele ser la más letal, pero impresiona) o “la luz al final del túnel”. Los más enterados recurren a citas famosas, aunque, a veces, resulten falsas. Por ejemplo, “sangre, sudor y lágrimas”, atribuida a Winston Churchill. El político británico dijo, realmente, “sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo (toil)”. A los españoles del común, eso del “esfuerzo” les impresiona poco.

Al llegar el siglo XXI, no sé por qué, empezó a cundir la moda de anteponer el artículo a las fechas. Así, “estamos en el 2021”. Son ganas de personalizar los años del calendario.

Son muchas las imágenes o comparaciones establecidas, que resultan caprichosas. Por ejemplo, la idea del “puente” se utiliza para destacar el encuentro pacífico entre dos personas, opiniones, ideologías, etc. Aunque, a lo largo de la historia, se han dirimido importantes batallas en los puentes.

Una imagen indiscutible es la de la “fraternidad”, o relación entre hermanos, como la más propia de la paz y el entendimiento. Recuérdese la famosa tríada de “libertad, igualdad y fraternidad” de la Revolución Francesa. Desgraciadamente, el mito de Caín y Abel indica que la relación fraterna puede convertirse en tragedia. Sin llegar a tanto, en la vida corriente, son innúmeras las ocasiones en las que los hermanos se odian, o peor, se ignoran. Lo que sucede es que es algo que las familias suelen ocultarlo.