Martin Luther King, mártir de la paz, siglo XX


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ADOLFO PÉREZ

Como otros grandes líderes que trataron de acceder a la parte más sensible de cada persona a fin de intentar cambiar la esencia de la sociedad, Martin Luther King fue asesinado, compartiendo con Gandhi un final similar además de un credo. La no violencia fue, como para Gandhi, su arma contra la injusticia padecida por los negros, un arma incapaz de dañar pero extremadamente poderosa.

Desde su infancia el joven Martín Luther King supo lo que significaba ser negro en los Estados Unidos. donde cerca del 40% de la población del sur era de raza negra, víctima de discriminación y viviendo en la pobreza. La mayoría de las mujeres trabajaban al servicio doméstico de las familias de blancos, donde tenían prohibido usar el baño o mirar a los ojos de los amos. En los comercios no podían usar los mismos probadores que los blancos, ni se les daba trabajo en los restaurantes ni se les permitía comer en ellos para no adquirir mala reputación por admitirlos, de ahí que colgaran letreros que decían “sólo para blancos”. En Atlanta, capital de Georgia, igual que en otros estados del sur aún quedan muchas de las tradiciones y costumbres que por espacio de más de doscientos años convirtieron a los negros en esclavos. Y aún perdura una siniestra sociedad secreta: el Ku Klux Klan, que se constituyó en el estado de Tennesse en 1866, al finalizar la guerra de Secesión. Que en principio se constituyó como sociedad de recreo para derivar en el intento de contrarrestar las medidas del Gobierno en el sur, una vez finalizada la guerra. El Ku Klux Klan, que contaba con miles de asociados, estaba orientado a sostener el poder de los blancos, llegando incluso a la violencia, a los incendios, o al asesinato, donde no faltaron actividades terroristas, con quema de cruces y otros ritos. Su atuendo es bien conocido: túnica blanca y capuchas enmascarando el rostro. Aún hoy el Ku Klux Klan despliega violentas actividades, aunque con menos fuerza.

Martin Luther King, junior, nació en Atlanta el 15 de enero de 1929, segundo de tres hermanos, era hijo del pastor baptista Martin Luther King y de Alberta William King, familia negra de clase media. Su padre lo educó en los principios cristianos de igualdad y de paz en medio de un ambiente hostil hacia la población negra descendiente de esclavos (nietos, incluso hijos), mientras que en la escuela dominical se enseñaba la Declaración de Emancipación de los esclavos decretada por el presidente Lincoln el 1º de enero de 1863. No obstante, Luther King hubo de acudir a la escuela para negros, jugar con niños negros, sin poder acceder a los parques y jardines de Atlanta, en la que era imposible que un negro pudiera comer en un restaurante para blancos o que entrara en una iglesia de blancos, los cuales decían que ellos respetaban a los negros pero que los preferían ‘encerrados en sus guetos’. En todas partes era igual: talleres, fábricas y demás. Los negros debían comer apartados de los blancos y utilizar los lavabos para ellos, que tenían el humillante letrero: ‘colored’. En los autobuses debían sentarse en un apartamento de la parte trasera. O sea, una segregación de la que aún queda bastante. Al respecto Luther King declaró: “De joven nunca logré aceptar viajar en la parte trasera de un autobús o sentarme en el departamento segregado de un tren.” Dos años antes de ser asesinado en Menphis, King explicó lo que era ser negro en Estados Unidos: “Ser negro en Estados Unidos significa estar confinado en guetos y en las reservas. Ser uno más entre la multitud de apaleados, de los linchados, de los atemorizados y de los vencidos…”

Igual que su padre, Luther King optó por la carrera eclesiástica, de modo que cuando en 1944 cumplió dieciséis años ingresó como novicio en el Atlanta Morehouse College y cuando se graduó en 1948 pasó al seminario de Chester para estudiar teología. King era un ávido lector de ensayos sociales y obras de importantes pensadores. Dadas sus íntimas convicciones antiviolencia, a las que sin duda alguna le influyó el Mahatma Gandhi del que dijo que fue para él un resplandor luminoso. Una vez finalizados sus estudios, Luther King se instaló en Boston para acabar sus estudios de teología en la Universidad de Harvard, donde en 1953 conoció a Coretta Scott, nacida en 1927, de familia acomodada, estudiante de canto en el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra, con la que contrajo matrimonio. El noviazgo fue rápido y la boda tuvo lugar el 18 de junio de 1953 en la ciudad de Marion (Alabama), en casa de Coretta, siendo el padre del novio el que los unió en matrimonio. Tuvieron cuatro hijos. Coretta sacrificó su ilusión de concertista para seguir a su marido. King no se cansó de confesar que Coretta poseía todo lo que el esperaba de una mujer. Ambos decidieron finalizar sus estudios. Coretta aprobó la carrera en 1954 y Martin alcanzó el grado de doctor en Filosofía en 1955 con un brillante examen realizado el 5 de junio.

Cuando Luther King finalizó su brillante graduación recibió propuestas de predicador, de profesor o de otro tipo. Aceptó la de ser pastor de la pequeña iglesia baptista de la calle Dexter de la tranquila ciudad de Montgomery (Alabama), lo que suponía volver a su amado sur, y allá se fueron King y Coretta. La riqueza de la pequeña Montgomery, donde se quedaron a vivir, era el algodón, el ganado, la madera y los abonos químicos; allí los negros se dedicaban a las labores del campo en condiciones humillantes. Y fue allí donde saltó la chispa que hizo estallar la bomba contra la segregación racial. Algo que marcó para siempre la vida y los pasos de Martin Luther King, que lo lanzó a la lucha no violenta en favor de los derechos de los negros de Estados Unidos. Fue el 1º de diciembre de 1955, ya anochecido, cuando la modista Rosa Parks, de tez negra, tomó el autobús, como hacía a diario, para ir a su casa. Se sentó en el primer asiento libre del lugar reservado a los blancos. Al poco el revisor le ordenó, como a otros tres negros, que cedieran su asiento a unos pasajeros blancos. Los tres negros obedecieron pero no la señora Parks, que fue insultada por el blanco que pretendía sentarse en su asiento. Entonces el revisor paró el autobús y llamó a unos agentes que esposaron a la señora y la llevaron a la comisaria. Allí declaró que estaba muy cansada y le dolían los pies. La noticia se propagó y un líder negro pagó la fianza de ella y contó lo sucedido a Luther King, que con otros líderes negros decidieron que había llegado el momento de actuar. Pero Martin, fiel a las ideas de Gandhi, aconsejaba la lucha no violenta, para lo que en una asamblea se acordó boicotear los autobuses el 3 de diciembre de 1955. Operación que se anunciaba como un claro éxito, aunque Luther King, según confesó, estuvo nervioso, temeroso de lo que pudiera ocurrir ese día. Llegado el día, los autobuses iniciaron su recorrido a las 6 de la mañana vacíos, cuando siempre iban repletos de personal que acudía a su trabajo, mientras que las aceras estaban repletas de negros, hombres y mujeres, que intentaban llegar a tiempo al trabajo, algunos a una distancia de diez kilómetros. Ni que decir tiene el gran triunfo que se apuntaron los sufridos negros.

El mismo día 3 de diciembre se celebró el juicio de la señora Rosa Parks, que fue condenada a pagar diez dólares y las costas del juicio. En la sala estuvo presente Martin Luther, al que los líderes del movimiento negro lo eligieron presidente, el cual, en un discurso que causó fuerte impresión, dijo en asamblea que era necesario continuar indefinidamente con el boicot, pues sólo con un día serían la mofa de los blancos, y así se hizo. El boicot se alargó casi un año a pesar de los intentos de arreglo del alcalde y la empresa, que no aceptaron las demandas de los negros a fin de evitar su triunfo sobre los blancos. Luther King empezó a recibir amenazas por teléfono, pero no se amilanó. Durante el boicot dijo a los negros: “Si un día me halláis muerto en una esquina, no quiero que respondáis con un acto de violencia. Os pido, por el contrario, que sigáis protestando”. La aversión hacia Luther King era de tal calibre que el 30 de enero de 1956 arrojaron una bomba en su casa, que por suerte no dañó ni a su esposa ni a su hija. A un policía se le oyó decir que si no hubiera sido por el predicador negro estarían muertos. Con motivo del boicot, King y un centenar de dirigentes negros fueron detenidos por inductores y culpables de las pérdidas de la empresa. La causa se vio ante un tribunal que declaró inconstitucional la segregación en los autobuses, pero al ser apelada la resolución el boicot siguió, que contó con la comprensión de blancos simpatizantes. El Tribunal Supremo declaró inconstitucional la segregación, pero la comunidad blanca no aceptó el fallo y amenazó con “un baño de sangre” si se llevaba a efecto, pero el alcalde mantuvo el orden. La doctrina de la no violencia de Luther King fue la semilla para las nuevas generaciones.

Un humillante incidente le sucedió a King el 3 de septiembre de 1958 cuando acudió con su esposa al juzgado a fin de acompañar a su amigo Ralph Abernathy para una declaración. Su esposa contó que formaban un pequeño grupo junto a la sala judicial cuando un policía les ordenó que se alejaran. Martin le dijo que esperaba a un abogado, pero el policía insistió con amenazas y King no se movió, entonces el agente llamó a otro y entre los dos se lo llevaron detenido dándole empujones con los brazos retorcidos a la espalda, a la vez que le iban dando patadas. Al intento de su esposa de defenderlo la amenazaron con detenerla. King fue acusado de desobediencia a la ley y a un agente del orden, y hasta el momento del juicio fue dejado en libertad, que cuando se celebró la vista fue declarado culpable y condenado a pagar una multa de diez dólares o cumplir catorce días de cárcel, entonces le pidió permiso al juez para hablar, que una vez concedido pronunció una declaración histórica en defensa de la causa justa de los negros, cuyo contenido sorprendió al juez. Y cuando lo llevaban a la cárcel por no negarse a pagar la multa lo dejaron libre debido a que alguien anónimo la había pagado, que resultó ser el jefe de policía, que, según dijo, lo hizo para evitar disturbios.

Y muy grave para la salud de Luther King sucedió estando en Harlem, barrio negro de Nueva York, donde fue malherido el 19 de septiembre de 1958. Resulta que cuando estaba en una zapatería firmando ejemplares de su libro: “Un paso hacia la libertad” se le acercó una mujer negra, de unos cuarenta años, que le preguntó si era el doctor King, éste asintió y entonces la mujer murmuró: “Hace muchos años que deseaba vengarme” y sacando un abrecartas apuñaló a Luther King en el pecho, que fue trasladado a un hospital del Harlem y después de una operación complicada cerca de la arteria aorta recibió el alta tres semanas después. La mujer del atentado, Isola Curry, fue internada en una casa de salud y nunca se supieron los motivos del frustrado homicidio.

Fue el 1º de diciembre de 1959 cuando Martin Luther King se despidió de la comunidad de la iglesia de Dexter y anunció su disposición a iniciar la ruta de la liberación de los negros para lo que se trasladó con su familia a Atlanta a fin de que el movimiento fuera más eficaz. Apenas llegado a la ciudad fue acusado por un gran jurado de evadir impuestos en los años 1956 y 1958. Una acusación falsa que le hizo sufrir mucho, pero en el juicio celebrado en Montgomery el jurado, formado por doce individuos blancos, lo declaró inocente. La cuestión era que por una u otra razón fueron frecuentes los episodios en que Luther King se vio involucrado, como el caso de haber llevado en su coche a la escritora blanca Lillian Smits, motivo por el que fue juzgado “por alborotador”, que le costó una multa de veinticinco dólares y libertad provisional. También en 1960 se sumó en Atlanta a una sentada de estudiantes negros contra una cadena de restaurantes que segregaba a sus clientes. Fueron detenidos cien estudiantes, entre ellos a King. En el juicio fue hallado culpable y condenado a seis meses de trabajos forzados en la cárcel de Reidsville, lo que fue un golpe muy duro para él. El senador John Kennedy llamó a su esposa y le dijo que sabía lo de su marido y que se ponía a su disposición. Entonces su hermano, el senador Robert Kennedy, habló con el juez al que le mostró su extrañeza de que Luther King no estuviera libre a la espera del resultado de la apelación, lo que supuso que el juez lo liberara. Los expertos afirman que la intervención de John Kennedy le valió para ser elegido presidente de los Estados Unidos, debido a la gran publicidad del hecho. Esto le valió a los negros que el 25 de febrero de 1963 el presidente Kennedy pidiera al Congreso el reconocimiento pleno de los derechos civiles y electorales para los negros.

A partir de 1961las movilizaciones y sentadas se extendieron por todo el sur con gran éxito, y en muchas comunidades se logró la integración. De gran repercusión fueron las movilizaciones de Albany (Georgia) y Birminghan (Alabama), ciudades en las que hubo todo tipo de episodios. La lucha en Albany, a donde se trasladó el doctor King, duró todo el verano de 1962 sin que el ayuntamiento accediera a nada, antes prefirió cerrar la biblioteca municipal, los parques y los jardines. En Birminghan, la ciudad más racista del sur, según King, los sucesos se iniciaron el 3 de abril de 1963. Fue allí donde King y sus activistas se enfrentaron a las autoridades con marchas pacíficas a fin de provocar una reacción y atraer la atención de los medios, cosa que lograron pues todo el país estaba pendiente de los sucesos de Birminghan. Cientos de personas fueron arrestadas, entre ellas el mismo King. La TV mostró las marchas de los activistas en las que se veía cómo eran hostigados por perros policías y chorros de agua. Al ingresar Luther King en prisión, su esposa llamó por teléfono al presidente Kennedy informándole de lo que le sucedía. El presidente le prometió ayuda a pesar de que, según le dijo, tenían un problema difícil con las autoridades locales; no obstante, King quedó libre y además por medio de un enviado presidencial se firmó un pacto de integración de los negros, su contratación en Birminghan y fórmula para liberar a los detenidos.

Y llegó el 28 de agosto de 1963 cuando Martin Luther King en el Memorial a Abraham Lincoln de Washington, ante doscientos mil seguidores en la marcha a la capital, con el lema ‘trabajo y libertad’ pronunció su famoso discurso“I have dream” (“Tengo un sueño”). En él deseaba conocer una América unida en la que vivir en igualad. Pero una tragedia que iba a ensombrecer el horizonte de los negros acechaba en las sombras, alejando sus sueños de redención hacia un futuro tal vez inalcanzable. Y es que tres meses después, el 22 de noviembre, un terrible suceso rompió parte de sus sueños. Ese día fue asesinado en Dallas (Texas) el presidente de los EE. UU. el carismático John F. Kennedy, de un disparo desde un edificio. Al año siguiente, en 1964, se otorgó a Martin Luther King el Premio Nobel de la Paz por haberse mantenido fiel al principio de la no violencia, según dijo el portavoz del Nobel. El doctor King recogió en Oslo el galardón de manos del rey Olaf el 11 de diciembre y pronuncio un discurso de gran valor, sin caer en el optimismo.

En 1965, en vista de que la integración racial no pasaba de ser una utopía, y que la ley de derechos civiles era por el momento papel mojado, Luther King, infatigable, estuvo en diversas ciudades de diferentes estados a fin de promover la integración y convencer a los blancos de esa necesidad. En la gran marcha de Selma (Alabama) fue encarcelado cinco días. Por aquel tiempo surgió el llamado ‘Black Power’ (Poder negro), cuya finalidad es tener una representación adecuada en donde los negros no son mayoría, pero sí puedan participar en el control, para lo que era necesaria la agrupación de los negros a fin de elegir representantes en las instituciones con la obligación de ser portavoces de sus necesidades. King se apartó del ‘Black Power’, el cual hizo patente que la violencia era su motor de impulsión. El año 1967 fue el de la escalada en la guerra de Vietnam, también el de la desunión en las masas negras. Luther King, claramente posicionado contra la guerra de Vietnam, se sumó en Nueva York a la manifestación masiva contra la misma y pudo mantenerse neutral entre las tendencias de los negros: izquierdistas y conservadores.

El 12 de febrero de 1968 se declararon en huelga los barrenderos negros de la ciudad de Memphis (Tennessee), que el alcalde declaró ilegal. Enseguida se complicó con desórdenes y alborotos durante una semana, que contaban con el favor de los negros de la nación. El resultado fue un hombre muerto negro y numerosos heridos. Ante tan complicada situación, Luther King decidió efectuar la marcha sobre Memphis fijada para el 8 de abril, así es que llegó a la ciudad y se hospedó en el hotel Lorraine.

En la tarde del 4 de abril estaba en el balcón del hotel con los reverendos Young y Jackson charlando y tomando una cerveza, cuando sonó un disparo y King, que estaba apoyado en la balaustrada, cayó al suelo a causa de la herida que le produjo la bala que le entró por el cuello y la parte derecha de la mandíbula. El disparo partió de la ventana de una pensión situada frente al hotel. Eran las seis y seis minutos de la tarde del 4 de abril de 1968. A las siete los facultativos del hospital donde lo llevaron declararon su defunción, tenía 39 años. Como es lógico suponer la noticia corrió como la pólvora y a los pocos minutos la nación estaba conmocionada. Ni que decir tiene la gravedad de los disturbios que se produjeron por doquier: muertos, heridos, detenidos, incendios … En las ciudades, los blancos racistas, los miembros del Ku Klux Klan y los grupos antinegros permanecían atemorizados por el mal cariz que tomaba la situación.

El asesino, James Earl Ray, de raza blanca, fue detenido en el aeropuerto de Londres dos meses después y condenado a 99 años de cárcel. En el juicio se declaró culpable por un pacto con la fiscalía para evitar la posibilidad de ser electrocutado. Falleció en 1998 a la edad de 70 años.

Martin Luther King está enterrado en Atlanta, su tumba está en un monumento situado entre el Centro King y la iglesia baptista de Ebenezer, cerca luce siempre una llama encendida. En el mismo lugar está enterrada Coretta, su esposa, fallecida el 30 de enero de 2006, a la edad de 78 años. Hasta el final siguió con mucho denuedo la estela marcada por su esposo. Los cuatro hijos de ambos: Yolanda, Martin, Dexter y Bernice son activistas contra la segregación racial. Poco antes de morir su padre había dicho: “Ser negro en Norteamérica es sentirse confinado en los guetos y en las reservas… Ser negro en Norteamérica significa el dolor de sentir cómo el mal y la angustia matan todas las esperanzas antes de nacer.”

Reseña bibliográfica: Francisco Luis Cardona Castro: ’Martin Luther King’. Grandes biografías. Edimat Libros, S.A., Arganda del Rey (Madrid).