El abuso del por supuesto


..

AMANDO DE MIGUEL

La comunicación interpersonal y cotidiana necesita de continuos asentimientos a lo que expone el interlocutor, so pena de caer en odiosas disputas, a las que tan aficionados somos los españoles. De ahí, el persistente uso, que solemos hacer, de la expresión y exclamación de “por supuesto”, y no digamos, “por supuestísimo”. Viene a significar que se da por cierto o seguro el enunciado que le acompaña o antecede. Lo malo es que “supuesto” es, también, un adjetivo, que alude a algo hipotético o sospechoso. Tal asociación confunde un poco la forma asertoria o asertiva del “por supuesto”.

No estamos ante una expresión del castellano clásico. Desde luego, no esperemos encontrarlo en el Quijote de Cervantes o en el Tesoro de Covarrubias, obras coetáneas de principios del siglo XVII. Sin embargo, ahora, se recurre a esa muletilla a troche y moche. Para mí, que se trata, una vez más, de la influencia del inglés mal aprendido. En ese idioma, la expresión of course (=ciertamente, es natural) se utiliza, más de la cuenta, como un recurso de cortesía para agradar al interlocutor.

Tal función, en el inglés hablado y escrito, llega a ser estragante para una mentalidad hispana, menos propensa a la hipocresía. La obsesión del recurso al of course es la de no irritar al interlocutor o al lector. El principio es que, en inglés, la comunicación interpersonal se hace, con frecuencia, dificultosa. De ahí, por ejemplo, en los anglófonos, ese imperativo, entre tímido y cortés, del “déjeme que le diga” o el interrogante ocioso de “¿puedo hacerle una pregunta?”. Es la misma razón por la que se prodigan tanto los “por favor” (please).

Cuando alguien deja caer en su discurso el “por supuesto”, nos podríamos preguntar por lo bajini: “¿Realmente, todos lo suponen?”. En caso afirmativo, ¿qué necesidad hay de declararlo?

En contra de lo que pueda parecer, en inglés y en castellano, cuando se recurre con insistencia a la expresión dicha, suele esconder una cierta inseguridad respecto al enunciado que le acompaña. Por tanto, no hay que suponerlo sin vacilaciones.

Cuando se espolvorea, con discrecionalidad, el “por supuesto” en el discurso, se está intentando dar un valor indiscutible, axiomático, a los enunciados que le acompañan o anteceden. Es algo que puede resultar sospechoso, pues no se trata, normalmente, de un lenguaje científico.

En inglés, el of course alude, literalmente, a la situación del que continúa la “carrera” (course), sin salirse de los límites, que marcan las normas. Es, pues, en su origen, una expresión deportiva, como tantas otras de la cultura anglicana.

El equivalente castizo sería, mejor, algo así como “naturalmente”, “naturaca” (la versión coloquial), “es lo que yo digo”, “a ver, si no”. Frente al apodíctico “por supuesto”, se encuentra el probabilístico "un suponer”. Quiérese decir que, en castellano coloquial, las cosas no son tan indiscutibles como, a veces, impone la buena educación. Si se repiten dos o más “por supuesto” en el discurso, entonces, es que el conversador nos está engañando, se siente inseguro o intenta demostrar que se halla bien informado. Cavilo que los buenos policías aplican ese principio heurístico en sus interrogatorios.