Pandemia de horarios


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RAFAEL MONTES*

Nada más conocerse el gazpacho de horarios que se ha dado para la hostelería en Andalucía los grupos de whatsapp empezaron a funcionar. Y fue terrible.

En los pueblos, aprovechando que somos pocos, casi nos comunicamos por estas apps para tener a todo el mundo informado. Debatimos y en cierto modo también se entra en broncas de esas que se tienen más fácil manteniendo la distancia de seguridad de un telefóno móvil. Vamos, lo que pasa en todas partes y que parece que sólo ocurre en los grupos de papás y mamás de los colegios.

Pero en cierta medida ese debate es un termómetro fiable de la temperatura emocional de los componentes del grupo y, como entenderán, después del año que llevamos se perdona todo porque, ciertamente, es mucho lo asumido en tan poco tiempo.

Ahora bien. Me parece injusto lo que se está haciendo con la hostelería, y como es mi opinión, como persona, como alcalde y como vecino, porque no vale quitarse una chaqueta y ponerse otra a conveniencia, tengo que decirlo. Me parece injusto.

Lo primero de todo y que tenemos que asumir desde el principio, es que las medidas que se ponen en Andalucía y ya sean de restricción o suelta no las impone ni Pedro Sánchez, ni el ministro Illa, tampoco dependen de Fernando Simón ni de cualquier otro con el pelo más corto o más largo. Las impone Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, que no lo es, además, por el voto de la mayoría de los andaluces, sino por la connivencia y el apoyo de Ciudadanos y Vox.

Lo segundo. No entiendo que las medidas tengan que ser iguales en un pueblo de menos de dos mil habitantes que es nuestro caso, Fiñana, donde hemos tenido un máximo de siete contagios, a las que se puedan dar en una ciudad. Y lo entiendo menos aún si en esa ciudad hay centros comerciales que pueden abrir con libertad, casi que con su horario normal, y son capaces de albergar en sus pasillos más población que en todo mi pueblo un día de fiestas.

Entiendo el enfado de la gente, y entiendo que moleste la mediocridad política con la que se está gestionando esta situación. Y digo mediocridad por no calificarlo de cúmulo de solemnes tonterías, porque parece que las medidas impuestas en esta comunidad, la andaluza, no son más que una media de las anunciadas por otras comunidades para así, cogiendo un poco de allí y un poco de allá, nadie pueda decir que somos ni los más duros, ni los más blandos. O lo que es igual, que hay un ejecutivo, dirigido por Moreno Bonilla, incapaz de tener identidad propia, de trazar su particular camino en beneficio de todos los andaluces. También es cierto que al no depender de él, sino que debe contar con Vox y Ciudadanos, puede primar más el interés en la estabilidad del trifachito que el de los andaluces. Pero hasta aquí hemos llegado.

Los alcaldes no podemos seguir siendo el freno de una población que no entiende y no comparte. No podemos parar a los sectores a los que se está asfixiando sin que les llegue más ayuda de la comunidad que horarios imposibles o un “mire usted hacia Madrid”, porque aquí todo el mundo exigía cuando en la primera pandemia había un mando único, pero ahora que está repartida la responsabilidad, para cada comunidad la suyo, en Andalucía sencillamente no damos pie con bola.

*Rafael Montes es alcalde de Fiñana.