“La música hace trizas la frontera del idioma”

Escuchar la música "dulce, suave y sentida" interpretada por Ruth Becerro y su grupo Fome de Ritmo con la Alcazaba irisada por el atardecer otoñal de Almería desde La Guajira, es sin duda un buen plan 


Ruth creció escuchando a Serrat para terminar cayendo en las redes tejidas por Jobim con los hilos de un pentagrama en una cafetería de Ipanema.

 ALMERÍA HOY / 04·11·2020

Escuchar la música "dulce, suave y sentida" interpretada por Ruth Becerro y Fome de Ritmo con la Alcazaba irisada por el atardecer otoñal de Almería desde La Guajira como telón de fondo, es sin duda un buen plan al alcance de quien quiera acercarse por ese reducto de la Almedina este sábado a las 17:00. Además, asistir a un concierto, como a cualquier actividad cultural, significa un compromiso con uno de los sectores a los que la pandemia está pasando una de las mayores facturas a pesar de no existir constancia de ningún brote surgido en ningún evento de este tipo. Sí, una cita ineludible

- Este sábado concierto, algo que ha dejado de ser un evento para convertirse en un milagro.
- Si no lo suspenden. Hemos tenido muchos conciertos anulados este verano a causa de la pandemia. La gente tiene miedo y, ante la duda, los promotores optan por cancelar las actuaciones.
- Sin embargo, no se conocen brotes surgidos de ningún concierto.
- Así es. La cultura es segura, como sostiene el lema. No existe ninguna evidencia de contagios en presentaciones de libros, conciertos o recitales de poesía. No obstante, se suspenden o se realizan bajo unas restricciones que no se observan en otras actividades, y no me parece justo.
- Nunca ha habido buenos tiempos para la música, pero estos parecen especialmente malvados.
- La lírica siempre ha tenido mucho en contra, pero ahora está destrozada, y son muchas las familias que viven de esto. No es sólo lo visible. Detrás de quienes nos subimos a los escenarios hay muchas personas trabajando en la parte técnica y sus familias comen de esto.
- Pero en buena parte de la sociedad ha calado que la oferta cultural debe ser gratuita.
- Existe cierta confusión al respecto. La Cultura ha de ser libre y accesible, pero quienes la producen deben cobrar. La Administración juega un papel de equilibrio que acaba pervirtiendo apoyando exclusivamente a determinados artistas ‘superventas’ y olvidando a otros que no tienen tanto eco, aunque ofrezcan en muchos casos mayor calidad y, con el mismo apoyo, posiblemente tendrían bastante más éxito. Todos los músicos hemos recibido ofertas en las que nos han pedido cantar a cambio de la comida.
- A los esclavos también les ofrecían la cama.
- A nosotros ni eso. Todo trabajo ha de ser remunerado. Es algo básico. Pero no se concibe el arte como un esfuerzo. Cuando alguien te pregunta a qué te dedicas y respondes que eres músico, te repreguntan cuál es tu ocupación ‘de verdad’.
- ¿Y cómo se te ocurre dedicarte en este rincón del mundo a la música brasileña?
- Primero he de decir que es una de las más ricas del mundo, pero mi acercamiento comenzó por una casualidad que acabó siendo costumbre. Descubrí la bossanova por medio de un amigo que tocaba con la guitarra las canciones que todo el mundo conoce, como la Chica de Ipanema, Corcobado y demás. Me cautivó esa cadencia tan dulce. Antes de empezar a cantar me puse a investigar y descubrí un universo fascinante. A partir de ahí aprendí el portugués de Brasil, una lengua con una musicalidad muy interesante que es la ideal para cantar esos ritmos. Creo que todas las canciones han de cantarse en el idioma en que fueron concebidas para no perder su esencia.
- La verdad es que resultaría muy curioso escuchar una samba en alemán.
- Igual que en español. He escuchado muchos intentos y no me ha gustado ninguno. Es el mismo caso de oír en inglés una canción escrita en nuestro idioma. Reconozco que soy algo fundamentalista en esto, y quizás sea preciso traducir un fado para que el público entienda la letra, pero estoy convencida de que la música hace trizas la frontera del idioma. Cuando adiestras el oído a escuchar ópera no necesitas conocer el italiano o el alemán para percibir lo que su autor quiso transmitir.
- ¿Y la fusión de estilos? ¿no ha despertado tu interés explorar esos caminos?
- Hay muchas canciones que me traigo al jazz. De hecho, la bossanova, simplificando muchísimo, es el resultado de una fusión entre la samba y el jazz. Se creó a partir de una batida de guitarra a la que se fueron incorporando influencias del jazz y de otros ritmos negros norteamericanos que fueron asumidos por ciertos músicos brasileños. Pero nosotros no sólo acabamos emparentando con el jazz la práctica totalidad de la música popular brasileña. También lo hacemos con los boleros. A fin de cuentas, tanto mis compañeros de banda como yo somos en esencia músicos de jazz.
- ¿No sientes curiosidad por otros estilos?
- Por supuesto que sí. Son muchos los que quiero ir probando. Sobre todo, la música de raíz latina. Me interesa mucho y conecta muy bien con mi forma de ser, de sentir y de estar en el mundo. La ranchera es un género que me encanta y me gustaría meterme más de lleno. También la milonga. Hay muchos universos por descubrir y que aprender en la música latina. También me interesan los cantautores.
- Cantautores son El Barrio, José Luis Perales y Manolo Kabezabolo, sin olvidar a Paco Ibáñez, ¿con cuál te sientes más identificada?
- Yo he crecido escuchando a Serrat en casa. Con 13 años oía sus canciones una y otra vez. Se las ponía a mis amigas que, primero se quedaban algo extrañadas y, después, se reían. Pero a mí me fascinaban.
- Y, para terminar, ¿qué va a encontrar este sábado el público que se acerque a las cinco de la tarde a La Guajira?
- Los motivos del horario son otros bien conocidos, pero no deja de ser un ‘tardeo de gintonic estilo nórdico’. En el resto de Europa, los conciertos comienzan entre las 12:00 y las 17:00. Por otra parte, vamos a tener de telón de fondo a la Alcazaba acariciada por el atardecer mágico de Almería en otoño, con esa luz anaranjada y rojiza que lo hace único. Todo eso, aderezado con una música dulce, suave y tan sentida como la nuestra, es un plan que no está nada mal.